28.2.11

Cómo narrar la realidad

Los editores invitados al Hay Festival de Cartagena analizan el estado de situación de un género que, desde los 60, no ofrece una reacción estructural a los postulados de El nuevo periodismo. Crisis del artículo performático y las lecciones que pueda ofrecer el cine

La realidad es la cárcel del autor.foto:archivo.fuente: Revista Ñ

Hace tiempo, durante el esplendor del periodismo performático, el director de la revista SoHo (Colombia) encargó el artículo "Seis meses con salario mínimo" para narrar la vida en un suburbio de Medellín y el artículo de Andrés Felipe Solano fue finalista –entre 370 trabajos postulados– del Premio Nuevo Periodismo 2007. El alemán Gunter Wallraff, en el 99, había llegado más lejos gracias al desarrollo que habilita el formato libro: disfrazándose de Alí, el turco, símil chofer de un traficante de esclavos y miembro de un comando reclutado para reparar una central nuclear (en el libro Cabeza de turco, Anagrama, Berlín ). ¿Argumentos a favor del subgénero que, localmente, se plasmó en experimentos de las revistas Rolling Stone y Playboy? En el pasaje de testigo a protagonista, el narrador consigue el efecto "vívido". En contra: la información se desdibuja cuando triunfa el show.

Ese debate se agotó hace tiempo –se ve– porque esta temporada, en los pasillos y conferencias del Hay Festival, se percibe desdén de los editores junior hacia este tipo de experiencias de sustitución que –pese al entusiasmo de sus escribas– no resultó en renovación estructural, no fue reacción o aporte sustancial al canon ortodoxo con que Tom Wolfe configuró El nuevo periodismo , tal como se lo sigue practicando hoy en narraciones hechas de diálogos, monólogo interior y evolución argumental al estilo de la gran novela realista norteamericana desde los 60 a la actualidad.

En sede de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), Miguel Angel Bastenier –editorialista de El País– deja ver la desazón.

–Se está acabando...

Dice que el periodismo de papel se está acabando y que sólo un reflujo podría salvarlo.

–Agenda –rápido y conciso–. Agenda propia. Lo otro son celdillas y ganas de meter cositas dentro de esas celdillas. Periodismo narrativo. Negocios. Pero agenda propia quiere decir: lo que usted lee en su periódico no lo va a leer en ningún otro periódico. ¿Puede eso detener el curso de los acontecimientos? Hombre, como mínimo nos dará un poco más de tiempo.

(Baja la mirada al papel, extiende el índice, señala).

¡17 líneas! ¡Una frase! (Resopla) ¡Periodismo narrativo, ¿periodismo literario? ¿Qué coño es eso? ¿Dónde empieza y dónde termina el periodismo? El mejor periodismo en lengua castellana –dice después– es hijo de Tomás Eloy Martínez, "a quien por otra parte, cenando un día en París, le dije: 'Tomás Eloy, tú sabes, sin duda que eres español, ¿verdad? De la variedad argentina, por supuesto, pero español'. Y dijo sí".

Que era un hombre que… –No, ah, antes...

(Corta su propio recuerdo, se interrumpe...) –Quiero hacerte una especie de prólogo para que entiendas lo que quiero decir. Yo distingo entre periodista y escritor de periódicos. Ryszard Kapuscinski, Alma Guillermoprieto, Martín Caparrós… son escritores de periódicos. Eso es tan importante y tan bueno como ser periodista...

(Pausa) –No los estoy poniendo por debajo. Pero para mí, y para casi todos los periodistas europeos, periodista es el que, escribiendo maravillosamente bien, sabe lo que es una redacción, se mueve en una redacción, ordena y hace cosas, esto arriba, esto abajo, esto de ninguna manera aquí, que salga el nombre de fulanito de tal. Esto forma parte del ser periodístico con tanta o mayor –mayor quizá no–, pero con tanta importancia como hacer narrativa. En fin, lo que sea, esos son tiempos pasados....

Dice que Tomás Eloy Martínez fue las dos cosas a la vez y que por eso lo destaca: teniendo un conocimiento de cómo funcionar en una redacción fue un gran escritor periodístico.

- La novela de Perón es un reportaje excepcional de 250 páginas.

COMO NARRAR LO REAL HOY

El mejor periodismo narrativo del continente (ejemplificable en las tapas que ilustran esta producción) fue perdiendo –opina Mario Jursich Durán, director de la colombiana El Malpensante– capacidad, riesgo, innovación, hacer cosas sin una red de seguridad. Falta capacidad de equivocarse, dice. Recuerda que el periodista Sergio Dahbar, siendo director del diario El Nacional (de Caracas, Venezuela), se plantó ante la redacción y preguntó: ¿Qué les parecería si publicamos una novela por entregas en el diario? Y que a todos les pareció una pésima idea, pero que Dahbar dijo "yo no creo que sea mala idea", la publicó y –dice Jursich Durán– duplicó la tirada de El Nacional.

–La moraleja no es que ahora todos tengamos que publicar novelas por entregas. Mira, a veces… tú te das cuenta de que hay algunas fallas en la reportería… digamos, no tan graves como para no publicar un texto; te das cuenta de que a veces… hay un poco de impericia narrativa en algunos pasajes de algunos autores pero, a esta altura, yo supedito eso a que se sienta una materia viva.

El Malpensante resume su riesgo formal en una portada que no tiene ninguna relación con el contenido interior. No prevé título de tapa que provea anclaje alguno con su tema principal. "Es parte de la apuesta –dice su director–. Nuevamente volvemos a la anécdota de Dahbar: en el ABC del periodismo le dicen a uno que tiene que anunciar qué es lo que vas a publicar en la tapa. Bueno, a mí me parece que eso depende del caso". Ya lleva quince años confirmando que los dogmas existen para ser transgredidos.

Retomamos el declive de la nota performática, y Jursich Durán asume que le molesta que se suela suplantar (en esos artículos) a gente que se considera prescindible como el obrero de una construcción, el guardia de un edificio, un mozo de hotel... Quiere ver crónicas sobre gerentes, "o alguna persona que tome decisiones importantes en Latinoamérica". Si no, da la sensación de que son periodistas jugando a disfrazarse de... y que nunca reflejan la realidad del mundo del trabajo.

–¿No sé si has leído el último libro de… Gunter Wallraff? Este tipo se mete a trabajar en un call-center. Trabaja un año en el call-center y después escribe un reportaje en el que tú puedes ver la miseria de ese trabajo, la explotación a la que son sometidos los jóvenes que allí se inician. Después leo la crónica que escribió un periodista colombiano sobre el trabajo en un call-center... Y es un reportaje rosa, de verdad, en el sentido de que da una visión totalmente idealizada de una situación que es muy, muy dramática. A mí me parece, pues, que el periodismo no está para esas cosas.

¿Deudas, cuentas pendientes de las narrativas de lo real latinoamericano? Etiqueta Negra, SoHo, El Malpensante, exaltando lo cotidiano de la praxis humana, intentan volver más significativa y densa la marca latinoamericana relacionada con la pobreza, la miseria y el narcotráfico, y que deja afuera –por lo general– del espectro publicable a narraciones sobre "las clases altas, la ciencia, el desarrollo tecnológico –detalla Jursich Durán–. El deporte también ha sido ampliamente cubierto por los periodistas latinoamericanos. Pero, ¿cuándo, dónde, encuentras una crónica sobre un científico? Es extraño encontrar ese tipo de cosas. Ahí hay un misterio".

Le digo que creo que el cine va más rápido que la crónica en papel de No ficción en términos de renovación formal, y le menciono (para ejemplificar) a la película Red social , de David Fincher, biografía no oficial de Mark Zuckerberg, que es a la vez una aproximación crítica a una vida y un retrato coral de los usuarios de Facebook en un relato digresivo, no lineal, explosivo que logra reflejar la lógica de un objeto cultural y el sistema de consumo de entretenimiento en la contemporaneidad. ¿Por qué no suele encontrarse en la mayoría de las revistas de crónicas un texto de ese nivel de violencia (en tanto ruptura con la palabra oficial).

–Sí –me dice Jursich–, es una gran película.

22.2.11

Forsyth: "¿Y si creamos un Guantánamo para narcotraficantes?"

Dénia: "Viví un año allí para que el fisco inglés no me auitara el 85% de mis ingresos" | Armas: "España vendía, per la editorial me pidió que lo cambiara por Grecia" | Traficantes: "Sólo si los haces desaparecer evitas que los reemplacen fácilmente" "La obra de Dan Brown es basura"

El autor de El Chacal, fotografiado en un salón del hotel madrileño donde se hospeda.foto: Dani Duch.fuente:lavanguardia.es

El británico Frederick Forsyth, uno de los grandes del thriller contemporáneo, ha vuelto al hotel Villa Real, en la madrileña Plaza de las Cortes, frente al Congreso. Allí transcurren varias escenas de su última novela, Cobra (Plaza y Janés). En general su relación con España ha sido bastante continuada. "Vine por primera vez en 1966, con diecisiete años –cuenta con su aire de gentleman y su sonrisa sutilmente socarrona-. Yo había dejado los estudios porque quería alistarme en las Fuerzas Aéreas y mi padre insistió en que antes aprendiera algo útil, como idiomas. Me decidí por el español. Conseguí una pequeña beca y me instalé en Málaga durante tres meses, en casa de una señora que alquilaba habitaciones. Era viuda, su marido había sido ejecutado durante la guerra civil. Durante mi estancia allí no fui mucho a clase que digamos. Pero antes de irme mi profesor me reconoció que había aprendido bien el español de la calle".

Regresó varias veces en los años siguientes, hasta que en 1974 tuvo "un problema" en su país con los impuestos. "Me dijeron –recuerda- que el gobierno laborista iba a quitarme el 85% de lo que había ganado con mis tres primeros libros si no residía un año fuera de Gran Bretaña. Yo me acababa de casar. Con mi mujer buscamos un lugar tranquilo y alguien me recomendó Denia, que era más barata que Marbella. Compramos una casa histórica, con una hectárea de terreno con naranjos, y nos dedicamos a restaurarla, hasta que pasó el año que nos habíamos fijado, regresamos a Inglaterra y al cabo de un tiempo la vendimos.

"Como el país nos seguía tirando adquirimos un apartamento en Puerto Banús, que mantuvimos seis o siete años, durante los ochenta. Después he ido regresando para investigar temas de mis libros, aunque ahora hacía cerca de diez años que no venía.

¿Qué es exactamente lo que ha investigado en España?
Lo primero fue para mi novela sobre mercenarios "Los perros de la guerra". Resulta que en la última época de Franco, España exportaba armas, lo hacía el propio Ministerio de Defensa, pero de una forma casi clandestina. En la versión original de mi libro los mercenarios adquieren todo su armamento a instancias oficiales españolas. Pero en mi editorial, Plaza y Janés, me dijeron que mejor lo quitara porque podríamos tener problemas. Rehice un capítulo y medio para esta versión, y puse que los personajes compraban en Grecia. Creo que es la que aún se encuentra en la edición española de bolsillo de "Los perros de la guerra".

Usted siempre ha tenido fama de contar con muy buenas fuentes. ¿Cómo ha cambiado su sistema de documentación desde que publicó "Chacal" hace ahora cuarenta años? ¿Recurre a Google?
Aunque me llaman conservador yo soy más bien un tradicionalista. Una práctica no se convierte en tradición hasta que se ha prolongado algunos años, y puede comprobarse que funciona. Google me da la versión oficial de los hechos. Yo en cambio voy a hablar con personas que han pasado su vida entera en las fuerzas especiales inglesas o en la policía española. Esta gente me brinda historias de superiores incompetentes, anécdotas de primera mano y cosas que no deberían haber ocurrido. Todo eso no está en Internet. Si encuentras a una persona que vivió un momento histórico, pongamos por caso el asesinato de Kennedy, su testimonio le da a tu libro un aroma especial.

Además de policías, ¿qué tipo de personas constituyen sus fuentes más habituales?
Soldados, agentes de aduanas… Tengo un amigo espía que me dijo "durante muchos años tuve que guardar silencio, pero ahora ya no". A la gente que ha vivido cosas interesantes le gusta hablar.

¿Les paga?
Solo lo he hecho dos o tres veces en toda mi carrera. Para escribir "Los perros de la guerra" tuve que pagar a un mercenario por su información, y la verdad es que me dio un material extraordinario que de otro modo nunca hubiera encontrado. Pero usualmente no lo necesito.

Sus novelas parten, por lo general, de una pregunta o una hipotesis que usted busca confirmar o desmentir.
Sí, suelo trabajar con dos tipos de pregunta. La primera es "¿que sucedería sí…?". Por ejemplo, si la KGB desarrolla una bomba atómica que se puede llevar en una maleta. Es el tema de mi novela "El cuarto protocolo". La segunda es "¿sería posible que…?". A veces la pregunta se refiere a una posibilidad para los malvados, por ejemplo, ¿sería posible que un mercenario se acercara lo bastante al presidente de Francia para atentar contra su vida? Es el tema de "Chacal", mi primera obra. Otras veces se trata de una posibilidad para los buenos, por ejemplo, ¿sería posible acabar con el narcotráfico? Es el tema de "Cobra".

Usted plantea que para acabar con el narcotráfico hay que cambiar la legislación, equiparando a narcotraficantes con terroristas, y además hay que entablar con ellos una batalla naval sin piedad.
Sí, la cocaína se envía a EE.UU. y a Europa desde Colombia básicamente por mar. Si impides que la mercancía llegue, el comercio se colapsa. Ahora bien, hay una segunda parte importante en mi propuesta, que es hacer desaparecer a los traficantes. Si creas la incertidumbre sobre lo que les ha pasado, les impides reclutar nuevos voluntarios porque tienen miedo. Hoy se captura a un traficante y sus jefes de los cárteles dicen: "OK, no pasa nada, mandamos otro en el próximo avión…"

Pero hacerles desaparecer sin juicio, como usted propone, no suena muy legal ni muy correcto.
Yo en mi novela he imaginado un espacio de reclusión donde los detenidos no están muertos, ni se les trata mal, simplemente están retenidos en un lugar apartado y nadie sabe nada de ellos. Eso desmoraliza decisivamente a sus compañeros. Ya sé que no se va a hacer nunca, pero si EE.UU. creó un Guantánamo en Cuba para sospechosos de terrorismo, ¿por qué no crear un Guantánamo para los narcos?

En su investigación para "Cobra", ¿habló directamente con traficantes?
Lo intenté, pero la policía colombiana me avisó que si lo hacía, los narcos me matarían. Así que me entrevisté con gente que había trabajado para esa industria, pero ya lo había dejado.

La hipótesis de legalizar la droga para acabar con el comercio ilegal ¿no le parece viable?
Plantea muchos problemas, cuando un producto ilegal se hace legal su consumo aumenta exponencialmente, para la juventud puede tener unos efectos aniquiliadores. En Suecia se intentó liberalizar y el resultado fue catastrófico. El gran problema actual radica, según los expertos de la DEA, sobre todo en la cocaína, que se está mezclando para la distribución con sustancias muy tóxicas y causa unos efectos devastadores.

De todas las novelas que ha publicado, ¿cuál es su favorita?
Quizás El puño de Dios. La guerra de Kuwait fue la primera transmitida en directo por TV, que podíamos ver desde el salón de casa. Aparentemente todo estaba a la vista. Yo pensé "aquí hay algo que no nos están diciendo". Y tras investigar mucho escribí esta novela para revelar de qué se trataba. En 1982 Saddam Hussein era el héroe de Occidente porque se enfrentaba a Irán, y nosotros le armamos y le animamos a crear una gran máquina de guerra. Pocos años más tarde era nuestro enemigo. ¿Qué extraño, no? Y la clave de todo radicaba en el petróleo.

Frederick Forsyth no se muerde la lengua. De la última adaptación al cine de su novela "Chacal", protagonizada por Bruce Willis, dice que fue "un robo, se quedaron con un título que había contratado Fred Zinemann muchos años antes, pero la trama no tenía nada que ver con mi libro. Fue un abuso de confianza de cara a los espectadores, que la castigaron negándose a verla. Por suerte fue un fracaso".

También contundente se muestra en su opinión respecto a algunos colegas. De la exitosa obra de Dan Brown "El código Da Vinci" opina que es "basura absoluta de principio a fin. ¿Cómo alguien que se está desangrando puede dedicarse a dibujar con su sangre complicadas figuras inspiradas en Leonardo da Vinci? No tiene ningún sentido. Además Brown no tiene ni idea de cómo funcionan las policías europeas: deja a sus protagonistas que salten tranquilamente de un país a otro y presenta a alguien tan poco discreto como un monje albino con heridas en el cuerpo paseándose por París sin que nadie le diga nada".

En cuanto a los estadounidenses John Grisham y Tom Clancy, le parecen "más que autores, equipos de trabajo, seguro que trabajan con colaboradores para producir libro tras libro a un ritmo tan rápido, es un fenómeno muy americano":

Defiende a Ken Follett, "un buen amigo y un escritor compulsivo, cosa que yo no soy. Investiga, escribe y promociona al mismo tiempo. Además su último libro es larguísimo, no me veo con capacidad de conseguir semejantes extensiones". A J. K. Rowling y a Stieg Larsson "aún no los he leído".

Una última pregunta: ¿cuál es su secreto para escribir libros de éxito?
Despertar la curiosidad del lector por una pregunta: ¿qué sucede ahora? Y evitar que su respuesta sea "me importa un pimiento".

21.2.11

Una lección sobre el arte de la ficción

En el fondo de todos estos relatos está siempre la guerra, o el recuerdo de la guerra, evocada de cierta manera como un arquetipo literario

foto:archivo.fuente:elpais.com
Quizás hay ciertas formas narrativas que corresponden al espíritu de una época: la novela epistolar al siglo XVII, la saga balzaciana al XIX, la ficción que requiere la complicidad del lector, al XX. Si es así, sugiero que una de las formas elegidas por los escritores del siglo XXI para dar voz a nuestra época es la novela fragmentaria en la que, bajo la forma de cuentos individuales, los mismos personajes juegan, de fragmento en fragmento, roles mayores o menores.
En los últimos años, La novia de Odessa de Edgardo Cozarinsky, Fama de Daniel Kehlmann y ahora Amor y obstáculos de Aleksandar Hemon son espléndidos ejemplos de este género.

Amor y obstáculos es la historia, en ocho cuentos, de un joven bosnio cuyo nombre va cambiando según los apodos que le dan los distintos personajes con los que se encuentra (Trabuquillo, Dirigent, Comando), sea en Kinshasa, en Sarajevo, en Hamilton, en Chicago. De historia en historia, van apareciendo sus rasgos: es un adolescente perdido en la noche africana; es un joven que escribe poesía y cuentos; es un muchachito que escucha a Led Zeppelin y lee a Rimbaud; es un vendedor ambulante de revistas norteamericanas que anhela un paraíso de mediocridad; es un inmigrante más de la comunidad exyugoslava en exilio, viviendo entre estafadores y mafiosos; es una nueva estrella literaria que llega a publicar en The New Yorker; es un estudiante de inglés en Chicago, cuyos padres están en Sarajevo y, en ciertos otros momentos, en Zaire y en Canadá; es un literato que se encuentra con escritores mayores y famosos, tanto bosnios como norteamericanos; es un jovencito inocente y también un hombre de mediana edad carcomido por la experiencia. El proteico bosnio es como una suerte de testigo crítico de nuestro tiempo.

En el fondo de todos estos relatos está siempre la guerra, o el recuerdo de la guerra, evocada de cierta manera como un arquetipo literario, a través de anécdotas al parecer triviales, y por lo tanto más espantosas, o por medio de testimonios tergiversados, reconstruidos como ficción o como sueño. La guerra (de la ex-Yugoslavia o de Vietnam, por darle dos de sus nombres más recientes) aparece en la obra de Aleksandar Hemon como horriblemente presente y a la vez intemporal, como una encarnación de Troya, la guerra que es el trasfondo de todas nuestras vidas, tanto en Sarajevo destruida y rehabilitada como en América indiferente y codiciosa. Hay en la escritura de Hemon una furia apenas disimulada contra la imbecilidad y la fuerza bruta de todas nuestras sociedades, un sarcasmo a flor de piel que oculta una majestuosa indignación, similar a aquella que en la Edad Media se llamaba cólera justa.

Lo más extraordinario de este libro extraordinario es la habilidad y precisión con la que todo esto se enlaza, y que la prolija traducción de Damià Alou deja entrever. Hay una disimulada virtuosidad en la manera en la que Hemon teje y desteje su biografía ficticia con elementos (nos asegura la solapa) que corresponden a los de la vida del autor y otros muchos que pueden ser o no parte de su propio recorrido. El último cuento o capítulo, 'Las nobles verdades del sufrimiento', glorifica y denigra el valor de la experiencia vivida. El joven bosnio, que ya se ha hecho estadounidense, vuelve a su Sarajevo natal a visitar a sus padres y es invitado por la Embajada de Estados Unidos a festejar a un escritor norteamericano, Richard Macalister, que acaba de ganar el Premio Pulitzer. Por amor propio, por envidia, por generosidad, el joven se presta a ser el lazarillo de Macalister en Sarajevo, y hasta lo invita a comer en casa de su familia. Ante la estupefacción del joven, Macalister acepta. La comida resulta, para el joven, una pesadilla: la familia se comporta con incultura y brutalidad, el padre apabullando a Macalister con preguntas personales y obligándolo a tomar vino (Macalister es abstemio porque sufre de alcoholismo), la madre llenando su plato de comida grasosa (Macalister es vegetariano). Tiempo después, el joven lee la nueva novela de Macalister, que trata de un veterano de la guerra de Vietnam, y descubre azorado que aquella comida se ha transformado en la escena clave del libro. Pero todo ha sido deformado: ahora se trata de un soldado que visita a la familia de un compañero muerto; la hospitalidad de la madre adquiere un tono nefasto, el interrogatorio del padre (que en la realidad giraba en torno a la carrera literaria del joven) es ahora sobre la guerra, y el valor y coraje del hijo muerto. Todo ha sido utilizado para la alquimia de la narración, incluso detalles atrozmente íntimos, para describir no una banal visita turística sino la vida y la muerte de personas y civilizaciones. De pronto, con una última vuelta de tuerca, Hemon transforma un ejercicio de autobiografía literaria en una lección sobre el arte de la ficción, sobre la verdad de la mentira literaria, sobre la constante injusticia de toda guerra, sobre la constante injusticia (y redención) de la condición humana.


Amor y obstáculos

Aleksandar Hemon

Traducción de Damià Alou

Duomo. Barcelona, 2011

236 páginas. 18 euros

14.2.11

¿Puede el periodismo contener ficción?

DEBATE
Controversia sobre la veracidad de las historias de un reconocido reportero

Ryszard Kapuściński, ¿periodista de ficción? foto:archivo.fuente:eltiempo.com

Dos nuevas biografías en español sobre el periodista polaco Ryszard Kapuściński renovaron el interés por la vida de uno de los reporteros más importantes del siglo XX.

"¡Desgraciado de mí!", comentó con rabia Ryszard Kapuściński. "Llevo dos meses en Lagos postrado en la cama como el bíblico Lázaro, luchando contra la enfermedad. Ya no me quedan fuerzas para soportar el dolor y he solicitado a Varsovia que me dé permiso para regresar". No sería ésta la última vez que el reportero polaco sufriría los embates del continente africano, ni la primera que pensaría en dejarlo. Pero nunca pudo desprenderse del todo, pues como escribe su biógrafo Artur Domosławski, se había "enamorado de África. Lo suyo no es un trabajo, sino una pasión. Esa sí es una enfermedad incurable".

Aunque Kapuściński viajó como reportero por India, China, Irán, la Unión Soviética y América Latina, su nombre está ligado más que nada a las aventuras a las que se enfrentó en África desde su primer viaje a esas tierras, en 1957. Esa región fue el leitmotiv de su vida. Presenció la salida de los portugueses de Angola, escribió sobre la decadencia del emperador etíope Haile Selassie, asistió a los mítines ghaneses de Kwame Nkrumah, estuvo en Congo durante la crisis por el asesinato de Patrice Lumumba y cubrió revoluciones y golpes de estado en diferentes rincones del continente.

Pero no sólo retrató las paradojas del poder. Él mismo escribió en The Shadow of the Sun que prefería evitar "rutas oficiales, palacios, importantes personajes y políticas de alto nivel". Para Kapuściński, África -y el periodismo también- se trataba sobre todo de las personas comunes y corrientes. Por ello, la única forma de describir el mundo que lo rodeaba era viviendo como ellas: se quedó a dormir en barrios pobres en Nigeria, caminó con grupos nómadas en el Sahara, fue invitado por campesinos de la sabana tropical y aceptó ser curado de sus enfermedades en una clínica para negros y no en una para blancos, aunque las condiciones de salubridad fueran tan pobres que las jeringas debían ser hervidas con los huevos.

Estas experiencias, que él luego relató en sus libros, ayudaron a crear una leyenda alrededor del periodista polaco. Su popularidad e influencia fueron tan amplias que su nombre sonó como candidato al Premio Nobel de Literatura. En la prensa polaca incluso se mencionó el término "Kapumanía" para referirse a la pasión que generaba su imagen de "intrépido reportero de guerra" y "romántico que recorre el mundo en pos de las revoluciones". La creación de esa leyenda y el hombre detrás de ella son precisamente los temas centrales de dos biografías publicadas en Polonia en los últimos años y que acaban de ser traducidas al español: Kapuściński Non-Fiction, del ya mencionado Domosławski, y Kapuściński: una biografía literaria, por Beata Nowacka y Zygmunt Ziatek.

Con evidente similitud y pese a que Rysiek o Kapu evitaba hablar de sí mismo, los dos libros escudriñan hasta los más ínfimos detalles de su vida para encontrar las raíces de sus rasgos esenciales: su interés por el Tercer Mundo, su empatía con los pobres, su actitud crítica hacia el mundo capitalista, su afición a la poesía. Para ello indagan desde los comienzos de Kapuściński en los años 30 en Pińsk, actual Bielorrusia, hasta los días previos a su muerte en Varsovia, en enero de 2007, y buscan las situaciones que marcaron su vida: el hambre que sintió en la guerra, el anhelo de tener zapatos o la amenaza de ser deportado junto a su familia; sus primeros experimentos con el periodismo; su primer viaje profesional, a la India, y sus problemas como reportero novato; sus influencias literarias, su amor por África y su admiración por el Che Guevara. Cada detalle es investigado con lupa por las dos historias, que juntas suman más de mil páginas.

El interés por la biografía del reportero responde, además, a que él no sólo fue el autor de sus libros, sino también el personaje principal. Basta echar una mirada a su compendio de reportajes para encontrar en su prosa cálida, cercana al lector, los trazos de su propia vida. Leer las historias de Kapuściński es, a su vez, leer sobre Kapuściński. Por eso Nowacka y Ziatek resaltan los intentos del reportero de "reconstruir su biografía al ritmo de los cambios de la historia", mientras Domosławski resalta a lo largo de su libro la importancia de mirar tanto el "Kapuściński real" como el "Kapuściński literario".

Y aunque esta mirada a los lazos entre la vida y la obra de Kapuściński es una de las mayores coincidencias de los dos libros, también es la raíz de su principal divergencia y, de paso, de la polémica que ha despertado interés alrededor del mundo. La razón es que Domosławski, en su intento por descubrir quién fue ese maestro que admiró tanto pero en realidad conoció tan poco, encontró dos facetas que han levantado ampolla. Incluso Alicja Kapuścińska, viuda de Ryszard, trató de impedir la publicación por vía legal porque dañaba la imagen de su marido. En Polonia llamó sobre todo la atención su análisis sobre cómo Kapuściński, un creyente del comunismo y colaborador esporádico de los servicios de inteligencia, utilizó su posición privilegiada dentro de ese partido para avanzar en su carrera como escritor.

En otras partes del mundo, y especialmente en Hispanoamérica, lo que causó polémica fue que durante esa ascendente carrera, el gran periodista pudo haber "coloreado", "fabulado" o "retocado" elementos de la realidad para realzar su leyenda, lo que ha sido interpretado como un eufemismo para decir que recurrió a la invención. Esto a pesar de que el mismo Kapuściński, en El Mundo de Hoy, afirmó tajantemente: "No soy un inventor. No hablo de mundos imaginarios ni tampoco del mío propio. Describo el mundo real, el que está ahí, tal como lo he visto".

Ziatek y Nowacka, cuyo objetivo central es abordar la biografía creadora del periodista y sus procesos de formación, no fueron los primeros en poner el grito en el cielo sobre este último punto, pero sí lo hicieron con convicción. En la edición española de su libro añadieron un apéndice de 21 páginas en el que critican uno tras otro los argumentos de Domosławski, a quien califican de sensacionalista y desleal, al tiempo que lo acusan de vulgarizar al protagonista de su libro, sacar de contexto algunas informaciones, manipular las citas y violar de manera manifiesta la integridad de los textos de Kapuściński. Domosławski se ha negado a comentar al respecto.

Más allá de quién tenga la razón en la polémica que ha traspasado fronteras, este debate es un poderoso ejemplo de cómo, a cuatro años de su muerte, el interés por desenmarañar la vida y obra de Kapuściński -finamente entrelazadas en cada uno de sus libros- continúa con fortaleza. ¿Quién, a final de cuentas, fue Ryszard Kapuściński? ¿Acaso fue el mejor reportero del siglo XX? ¿O por el contrario fue un escritor que hacía "literatura política", como lo calificó uno de sus jefes? ¿Fue un "enviado de Dios", en palabras de John Le Carré? ¿O, más bien, en la voz de Manuel Vicent, "un buen tipo, un tipo legal"? A falta de "palabras certeras y en plenitud de sus fuerzas", como reza un verso de Kapuściński, éstas son preguntas que quedarán vagando en el aire.

Periodismo o literatura
REVISTA CREDENCIAL aprovechó la publicación de las dos nuevas biografías sobre Kapuściński para recoger las opiniones de algunos periodistas y escritores latinoamericanos sobre las fronteras entre el periodismo y literatura.

"En América Latina hay, como sabemos, una tradición diferente de la del periodismo anglosajón, de escritores-periodistas que usaban constantemente los recursos de la ficción para retratar hechos reales, y Kapuściński entronca muy bien con esa tradición. Su proyecto de crear una nueva literatura coincide también con los esfuerzos actuales por crear una nueva crónica en el continente. Su obra y su propuesta siguen siendo, por lo tanto, muy interesantes y valiosos". (Graciela Mochkofsky, argentina, periodista independiente).

"Si uno es periodista no acomoda los hechos según le convenga, no le inventa piezas al mecano porque las que tiene no encajan y no escribe las cosas tal como le hubiera gustado que sucedan. No he leído la biografía de Kapuściński, de modo que no es de eso de lo que estoy hablando aquí. Estoy hablando de algo más simple: de aquello en lo que creo" (Leila Guerriero, periodista independiente en Cosas que creo).

"Ignoro hasta qué punto Kapuściński fue siempre fiel a los hechos o inventó o maquilló la realidad, pero en términos generales creo que la verdad absoluta, objetiva, desnuda, es imposible de conseguir para nadie, excepto, quizás, para el Espíritu Santo. Veo más probable que se acerque más a la verdad un periodista que hace trabajos de inmersión y que escribe en primera persona, como es el caso de los cronistas actuales, hijos de Kapuściński, que un reportero 'objetivo' y convencional que produce noticias en tercera persona omnisciente. Aquél se sumerge por meses en un universo, éste tiene que producir tres 'verdades' diarias." (Darío Jaramillo Agudelo, poeta y novelista, acaba de terminar una antología de crónica latinoamericana, de próxima aparición).

"Considero totalmente válido aplicar técnicas del relato de ficción (suspenso, diálogos, retención de datos) a materiales fácticos; de esta mezcla de recursos han salido espléndidos reportajes y crónicas. Pero soy enemigo declarado de la alteración de hechos, por mínima que sea, para sustituir los duros datos reales por versiones ficticias. Para mí, una pieza periodística que contenga cualquier porcentaje de información deliberadamente falsa puede ser un gran cuento o un gran relato, pero de manera automática deja de pertenecer al género periodístico. El periodismo es como un vaso de agua: una sola gota de tinta -si llamamos tinta a los datos producto de la imaginación o suposición del autor- lo contamina sin remedio y lo convierte en ficción." (Daniel Samper Pizano)

"Sigo al pie de la letra un viejo consejo de Hemingway: "escribe sobre lo que conoces". Eso quiere decir, sobre lo que me habita, sobre lo que me pertenece" (Alberto Salcedo Ramos, cronista y autor de no-ficción en La roca de Flaubert)

Por Thomas Sparrow. Wrocław, Polonia

10.2.11

Reconozca un mal libro, así sea suyo

Dos críticos literarios publicaron una guía con 200 de los errores más comunes de los escritores

Escritor en ciernes.escriba bien, por favor.foto:archivo.fuente:eltiempo.com

Aunque algunos parecieran nacer con el chip de la escritura en sus cabezas, lo cierto es que esta, como cualquier otra disciplina, se puede aprender. Según los estudiosos del tema, el denominado 'síndrome de la hoja en blanco' radica, principalmente, en un deficiente acopio de información o de ideas y en el desconocimiento de ciertas herramientas básicas (planeación, estructura, manera de narrar) a la hora de sentarse frente al computador o el papel. Fruto de sus años como escritores, profesores y críticos literarios, los estadounidenses Howard Mittelmark y Sandra Newman se dieron a la tarea de reunir 200 de los errores más comunes que se pueden encontrar en las novelas, los cuales se convierten en una guía de consejos útiles -titulada 'Cómo no escribir una novela' - para aquellos que disfrutan escribiendo o sueñan con hacerlo algún día. "No seremos tan osados como para decirte cómo escribir una novela o sobre qué tema escribirla. Únicamente vamos a decirte las cosas que los editores, demasiado ocupados rechazando novelas, no te dirán personalmente; te señalaremos los errores que los editores reconocen al instante porque los encuentran una y otra vez en las novelas que no contratan", explican los autores en el prólogo. Las novelas, como los vestidos de alta costura, tienen ciertas 'puntadas' en su revés que todo escritor debe aprender a identificar. Con esa lógica está estructurado este libro, cargado de ejemplos reales, que permiten ir diferenciando las partes que conforman una obra. Estos son algunos de los errores más comunes en la trama, los personajes, el estilo y la voz narrativa, entre otras cuestiones de una novela, en los que, según los autores, suelen incurrir los escritores. Algunos de los errores típicos
1. La trama -Historias que no empiezan nunca. -Un desenlace sin antecedentes. -Demasiados recuerdos empantanan la historia. -Omisión de pasos cruciales. -Que el desenlace final no se coma la historia. -Cambio de género en la mitad del relato.
2. Personajes -Descripciones genéricas. -Personajes que se miran al espejo para reconocerse. -Excederse en hacer simpático a un personaje. -Personajes secundarios que sólo admiran al protagonista. -Villanos con cualidades que les permiten humanizarse.
3. El estilo -Autores que se ufanan de su vocabulario. -Autores que alardean de su intelecto. -Demasiado apoyo en expresiones hechas. -Preeminencia de ciertas jergas. -¿Quién es el que está hablando?
4. Punto de vista y voz narrativa -Cambios repentinos de enfoque. -Cuando el punto de vista narrativo va de un lado a otro. -Personajes que parecen leer los puntos de vista de los otros. -Personajes que utilizan las mismas imágenes. -Cambios inesperados de tiempos verbales.
5. Mundos de las malas novelas -Excesos de detalles que interrumpen la acción. -Cuando no se sabe de dónde viene todo el dinero que gasta un personaje. -Personajes que no explican cómo es su época. -Cuando los símbolos son transparentes.
6. Efectos especiales -Autores que se saltan los preliminares. -Cuando en una escena de sexo falta sexo. -Ojo con chistes flojos y conocidos. -No peque con personajes que se ríen en exceso. -Que la novela no sea autorreferencial.
7. La presentación a la editorial En el momento de hacer la carta de presentación tenga en cuenta: -Ser conciso -Ser cuidadoso con la sinopsis. -No se deje apoderar por ese sentimiento de que le van a robar sus ideas. -Use un tono neutro.

8.2.11

Primer amor últimos ritos

Algunos ritos a la hora de sentarse a escribir. Algún fetiche cerca y a mano mientras se trabaja. Libretas Moleskine, fotos de autores preferidos, horarios favoritos y rituales de arranque

Manias, ritos, fetiches.foto.fuente:pagina12.com.ar

Guillermo Saccomanno, Luis Gusman, Liliana Heer, Alan Pauls, Edgardo Cozarinsky, Ana María Shua, Gabriela Cabezón Cámara y Rodolfo Rabanal. Además, el intercambio epistolar de María Moreno con Fogwill poco antes de morir, cuando fue consultado acerca de sus hábitos y manías literarias.

Luego de La preparación de la novela de Roland Barthes, ¿quedaba algo por decir sobre las escenas de escritura? Intenté una aplicación local y de verano de sus hallazgos e interrogué a varios escritores sobre sus poses, sus hábitos, el look que adoptan a la hora de escribir... La mayoría se declararon diurnos a la Valéry, pero no siempre metódicos hasta entrar en alguna de las categorías de Barthes como "el presidiario" o "el benedictino". El artista como maquinaria recién engrasada, el cultivo de la templanza y de la administración regular de combustible que permita la marcha, el horario corrido como después de fichar ante la fábrica, son mitos en nombre del modelo capitalista de producción. Fogwill escribía con todo el cuerpo (no: no se trata de esa vencida metáfora de cierta crítica de los setenta). Una vez declaró que no dedicaba más de 45 minutos a la escritura diarios y ya tenía el producto diario. Durante un intercambio de e-mails me transmitió su método, lo pasé a diálogo para hacerlo presente in memoriam y para animar su voz que era como en ese buen chiste de Piglia, la de un Patricio Kelly de la literatura.

¿En serio regás 45 minutos las plantas literarias?

–Sííí. En serio no hice nunca nada ni pienso hacerlo. A cambio, digo siempre la verdad. Y es cierto: nunca más de una hora por día, incluyendo la atención de los mails de prensa y de editores y boludeces y las notitas esporádicas de Clarín, El País, La Nación y Perfil. 1 hora = 6 páginas = 1 paja.

¿Seis páginas? Sos casi un beat.

–Sí, hago seis o siete malas, menos de 4 nunca en el horario de hacer eso.

¿Y el resto del día? Necesito un ejemplo, aunque no sea ejemplar.

–Me levanto a las 6 (me despierta la vejiga senil). Té verde hasta las 6.15. Mate y un fasito. De 6.30 a 8.00 leo los diarios web y contesto el correo y borro los prolongue su pene, conozca bellezas rusas, viagra, nueva publicación, etc. En media hora me pongo a escribir y entre 8 y 8.15 armo el desayuno, granola, güevos, más té verde, café, broncodilatadores, un poco de Deltisona B (prednisolona). A las 9 horas ya estoy caminando alrededor del lago Thais del Club Ciudad, con el iPod colgado de las orejas. Saludo a mis árboles y al sol con formas clásicas de yoga torpemente ejecutadas. 10: gimnasio cinta escalador y aparatos. 11: pileta: 1000 o 2000 metros senilmente lentos, pero crawl y mariposa artísticamente ejecutados. Entre 12 y 12.30, ducha e imágenes variadas de atléticas pijas en el vestuario VIP del Ciudad. 13.00 almuerzo abriendo el correo, más té verde y siestita. Si estoy con la agenda vacía: pajita siestal. 16 hs: correo, lecturas varias, compras en el súper. 19 hs: preparación de cena y almuerzo del siguiente día. Trabajos varios de padre, abuelo, novio, o escritor amigo. 22 hs cena con los chicos mientras en las compus se cargan los iPods. 23.30: a dormir y así sucesivamente, salvo un día dedicado a la AFIP y otro al banco. ¡Vida divertidísima! ¿Dónde están los 45 minutos? ¡Terrorista post-mortem!

La máquina escritural Annie Shua funciona a cortaditos, permite la interrupción si es regular –el baño, dice– lo que convierte, si ella me permite la veta gore, el pis en metáfora de la tinta.

Guillermo Saccomanno camina por un paisaje con médanos. Cumple a medias el mito norteamericano de la cabaña en un rigor natural, la torre de marfil con vista al mar y con forma de departamento en Gesell. Nada de ingesta a la Baudelaire: café negro. Escribe mucho más de lo que corta: onda hachero.

Si Balzac era de una a las nueve de la mañana y Kafka de las once de la noche a las tres de la mañana, Alan Pauls es de 9 de la mañana a 5 de la tarde. No es de los que se sienten culpables porque no se sentaron, retiene, difiere, da vuelta como el perro antes de hacerse el pozo de la siesta:

–Es menos un horario de trabajo que una órbita: puedo no escribir (si los Hados me son esquivos), pero releo, tomo notas, corrijo, me voy por las ramas, pierdo el tiempo, busco coartadas para justificar que pierdo el tiempo, etc. Doy vueltas alrededor de lo que estoy escribiendo. Al cabo de un rato algo tiene que salir.

A Pauls, para el corte, le gusta la metáfora de la poda: le hace exclamar ¡qué placer!

LEER EN LA BASURA

La crítica genética ahora sólo necesita un hacker. Antes tenía que contar con un escritor hamster que se olvidara de tragarse lo almacenado: servilletitas sueltas, bollos de A4, versiones corregidas que pueden volverse invisibles por tachadas como las que hace David Viñas.

César Aira me dijo alguna vez que no dejaba huellas anteriores a la versión en la compu que entonces se convertía en el pañuelo con que se borran las impresiones digitales de un arma (escribe en los cafés, página o página y media diaria. Pasa a compu y rompe la hoja). Pero alguien que practica la crítica genética como Graciela Goldchuk quizás pueda hacerse de sus notas en el imán de la heladera y extraer alguna hipótesis. Pobre, qué cansada que está de la pregunta boluda: "¿Es fetichista la crítica genética?", pero con qué amabilidad la contesta.

–Sííí, claro... la crítica genética es un aparato teórico complejo, edificado únicamente con el fin de justificar el fetichismo de hurgar en los papeles de los escritores que han despertado en nosotros alguna clase de deseo... Esto sería un chiste pero siempre defiendo el fetiche cuando doy clases. Los genetistas sostienen que el fetiche es para el coleccionista, y que para "nosotros" el manuscrito es la huella de un evento, un objeto que es soporte de la huella de la historia (o sea, lo que busca el coleccionista). A mí me parece que en un manuscrito, un estudioso ve realmente las condiciones de producción que te impone la historia social y personal: uso de computadora, libreta, plumas de ganso y pluma fuente. El tamaño del papel puede decirme si el hombre estaba tranquilo en su escritorio, todos los días (en caso de que los papeles fueran limpios, caros, grandes) o si escribía en hoteles, bares, apurado, con materiales baratos, comunes. Todo eso, además de lo que digan los manuscritos, informa mucho sobre un proceso creador y sobre el proyecto artístico y/o político.

¿Por ejemplo?

–Haber encontrado en el reverso de Pubis angelical una carta de un traductor de Puig que defendía su posición de haber ido a dar clases de literatura en el Chile de Pinochet. Ahí Ronald Christ dice que dar sus cursos le permitió romper el aislamiento en que la dictadura tenía al pueblo chileno, y conocer escritores resistentes. En los manuscritos de Puig está el original de esa carta, como si Christ la hubiera consultado con él, o sea hay un borrador del otro escritor... pero además está la fotocopia de una respuesta de Vargas Llosa apoyando a Christ, lo que testimonia una discusión que o no se hizo pública o tal vez sí pero yo no la conozco, y lo que con toda seguridad no se hizo público fue la participación de Puig en este debate.

¿Un fetiche en Puig?

–De algún modo es su propia escritura. En sus diferentes mudanzas o itinerarios fue dejando muebles, ropa, libros (donó parte de su biblioteca en Río de Janeiro), pero conservó junto a sí casi todo lo que escribió. En el escritorio de Cuernavaca tenía hasta cuadernos de inglés del primario, donde había realizado sus redacciones. Yo veía que a veces Puig usaba cosas descartadas de una novela en otros proyectos, ya sea en guiones o en otras novelas, pero eso era claramente insuficiente para explicar el celo en conservar sus manuscritos. Lo que pasa es que yo sabía para qué quería yo esos manuscritos, pero no Puig... hasta que empecé a pensar en "la imposibilidad de destruirlos" más que en un deseo de guardarlos: un escritor no conserva sus papeles, pero a la hora de tirarlos, "preferiría no hacerlo". En definitiva, creo que Puig necesitaba tener sus escritos cerca para poder escribir.

¿Cómo se amuebla una escena de escritura? Hay quienes ponen por encima literalmente (arriba y en la pared) a los modelos muertos. Luis Gusman, por ejemplo, se acompaña con una foto que representaría la escena de transmisión: la de Oscar Massotta escribiendo a máquina. Pauls se rodea de bibliotecas vulgares en donde hay pocos objetos, incluida una foto en donde está con Marcelo Cohen, Ricardo Piglia y Juan José Saer en una quinta y él es el único –se jacta– en malla.

Se puede sospechar en la preferencia por la estilográfica, aun en la era de la computación; la palabra estilográfica contiene otra: estilo.

4.2.11

Juan Gabriel Vásquez responde sobre cómo escribe y sus lecturas

Juan Gabriel Vásquez, autor de Historia secreta de Costaguana.foto.fuente:elpais.com

El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez es el invitado en la celebración del número 1001 de Babelia. Vásquez, autor del libro de cuentos 'Los amantes de Todos los Santos' y de las novelas 'Los informantes' e 'Historia secreta de Costaguana', ha charlado con los lectores sobre su obra literaria

Los internautas preguntan a Juan Gabriel Vásquez

Fer

¿Qué obras o escritores dirías que son tus influencias más directas y palpables? Un saludo.

Digamos que las influencias son de dos tipos: las que actúan sobre la vocación y las que actúan sobre los libros. Las primeras son los libros que me pusieron a pensar que yo también quería hacer algo así: Cien años de soledad, dos libros de Joyce, un poco de Vargas Llosa... Luego están los libros que me han permitido escribir los míos, ya sea por enseñanzas técnicas o por revelaciones temáticas: Conrad, Philip Roth, Borges, Naipaul, Doctorow, y un larguísimo etcétera.

juan sarmiento

que opina sobre los críticos y especialistas literarios que se pasan la vida fichando o clasificando un libro en corrientes literarias. No considera que la única clasificación de una obra escrita es si es buena o no.

No del todo, fíjese. Creo que la crítica, cuando es realmente buena, es muy importante. Como prueba, los libros de crítica de varios escritores que admiro: Amis, Updike, Kundera y otros muchos. Clasificar un libro como si se le pusiera un alfiler a una mariposa disecada es inútil, en eso estamos de acuerdo. Pero los libros son criaturas vivas, establecen diálogos con otros libros y se dicen cosas interesantes, y así acaban formando familias y relaciones, y a mí siempre me ha interesado ese proceso.

Jaume

Buenas tardes. Me han gustado mucho sus 2 novelas y su libro de cuentos.¿nos puede avanzar algo de su obra futura? ¿ Con qué lecturas (de ficción) ha disfrutado más en los últimos meses?. Muchas gracias

Muchas gracias. Lo único que puedo adelantar es que mi nueva novela me va a meter en más líos que ninguna otra, o por lo menos eso creo (y espero). Últimamente he leído y disfrutado "Salir a matar caballos", de Per Petterson, y estoy disfrutando enormemente "La sirvienta y el luchador", de Horacio Castellanos Moya. También una novela del francés Olivier Rolin que, por desgracia, todavía no ha sido traducida: "Un chasseur de lions", "Un cazador de leones".

Linae

Piensa usted que sus obras pueden ser leidas y bien comprendidas por alumnos de 6° grado o primero de secundaria?

Sí, por supuesto. Si mal no recuerdo, en ese curso yo leí "La hojarasca" y "Edipo de Tebas". Y, aunque no sé si mis profesores estaban locos, si sé que con un buen profesor como guía (que no se meta demasiado pero que aclare lo que hay que aclarar) no hay ninguna razón para no leer esos libros. Siempre me ha interesado mucho el tema, y siempre me ha parecido mejor dar libros un poco complejos que reten a los jóvenes lectores, y no libros simples que no respeten su inteligencia.

camogue

¿ Como valora "El espejo del mar" en el conjunto de la obra de Conrad?

Qué curioso, ayer justamente estuve hablando de ese libro con unos estudiantes norteamericanos. "El espejo del mar" me fascina, y los lectores que no lo pueden leer en el raro y hermoso inglés de Conrad tienen a su alcance una traducción magistral de Javier Marías. Hay un pasaje de ese libro en que Conrad hace un elogio del oficio de marinero. "El lado moral de una industria", dice más o menos, "es el logro y preservación de la más alta destreza posible". Podría estar hablando de literatura. "La búsqueda de las más delicadas sombras de la excelencia", etc. Es un libro que me fascina. Supongo que eso se nota.

Mauricio

¿Qué opinión te merece la literatura cubana?, ¿Algunos de los escritores de este país son tus favoritos?

Bueno, Tres tristes tigres es un libro importantísimo, ¿no? Uno de los herederos más legítimos de Cervantes que hay en la literatura latinoamericana, como lo demostró Juan Goytisolo en un ensayo muy bello de hace ya unas décadas. Y recuerdo muy bien la lectura alucinada de Paradiso cuando tenía veintipocos años: el final del capítulo V es una cosa bellísima, por ejemplo, y la mano de Baldovina apartando el mosquitero al comienzo.

John Silver

Enhorabuena por su obra. ¿Hay ahora más cosas que unen o más que separan entre los novelistas hispanoamericanos y los españoles? ¿Se leen más entre sí? Creo que usted es un magnífico escritor atento y sin prejuicios, y su ejemplo deberían seguirlo muchos colegas.

John Silver, ¿su primer nombre es Long? Bueno, la respuesta depende de qué es "ahora". Si usted quiere decir "ahora" por oposición a "en los tiempos del boom", sí, yo creo que hay más sintonía entre los dos lados del Atlántico. En los años 80 y 90, los escritores españoles miraron con frecuencia a Latinoamérica: pienso en Muñoz Molina y Onetti, por ejemplo. Hay un proceso inverso ahora: la obra de Javier Marías es muy importante para mí, por ejemplo.

Mpi

Este verano leí Los Informantes y quedé tan impresionada que leí Historia secreta de Costaguana y su libro de cuentos inmediatamente. ¿Cuál es la situación de la literatura colombiana actual? ¿Es posible que haya un mayor conocimiento a este lado del Atlántico?

No sé cuál sea la situación de la literatura colombiana, ni estoy seguro de que exista semejante cosa. Los libros se comunican de manera más bien misteriosa con los lectores, uno nunca puede saber por qué un libro le dice algo y otro no. De manera que los esfuerzos por divulgar mejor una literatura cualquiera en un país cualquiera, por más loables que son, no dan resultados predecibles, y está bien que así sea. Eso sí, me alegra mucho que le hayan gustado esos libros...

Juan

Dos preguntas: ¿Cuáles cree, de forma aproximada, que serán los cauces que tomará la literatura en los próximos años? Y ¿qué consejo fundamental daría a un joven que desea empezar a escribir?

Iba a escribir que a mí también me gustaría saber cuáles serán esos cauces, pero lo pensé un instante y no: no me gustaría. El trabajo de bola de cristal en literatura es más bien peligroso y uno corre el riesgo de quedar en ridículo. Sé que la novela seria ocupa un espacio cada vez más reducido en la vida contemporánea, y eso me preocupa. Sé que cada vez se desconfía más en la ficción, y la prueba es que no hay mejor gancho comercial para una historia que el consabido (y aburridísimo) "basado en una historia real". En cuanto a consejos, me temo que no tengo nada original que decir: leer desesperadamente dentro de la tradición que le interese al joven, leer como si su vida dependiera de ello (a veces éste es el caso). Y tomarse el tiempo. La novela como género es una larga paciencia, y no es un género para jóvenes. Lo sabré yo, que comencé a publicar a los 23 y luego he tenido que olvidarme de esos ensayos.

jk

La realidad Colombiana es muy compleja, sobre cual tema de esa realidad le gustaría escribir? ¿qué puede aportar la literatura a la sociedad colombiana?

La realidad colombiana tiene muchas zonas oscuras, y las zonas oscuras son el territorio del novelista. ¿Qué puede aportar la literatura? Preguntas, no respuestas. La literatura, como dice Carlos Fuentes, transforma la experiencia en conocimiento. Una novela es una manera muy ambigua y nada dogmática de explorar una realidad compleja y salir del libro sintiendo que la "malentendemos" mejor.

yordano

Saludos, ¿Cómo es el proceso de escritura de una novela para ti?, ¿métodos y horarios de escritura? Muchas Gracias, y éxitos!!

Yo creía antes que sabía cómo era el proceso. Ya no lo sé. Escribir una novela es difícil porque escribir es, precisamente, descubrir cómo es el proceso. Éste es el único oficio del mundo en que no se aprende de lo que uno ya ha hecho, porque cada libro es distinto. Qué oficio tan malagradecido y antipático. Eso sí, hay que escribir todos los días, varias horas seguidas. Siempre he dicho que pasar cuatro horas sin escribir una palabra es la única forma de pasar la quinta hora escribiendo veinte líneas, o lo que sea.

José Luis.

Juan Gabriel, siempre se suele hablar de la "generación de relevo". Acudo a la visión de cajón para preguntarte sobre el panorama de la literatura joven en América Latina vis a vis lo que fue la época del llamado Boom. Mil gracias.

Verás, yo nunca he pensado que haya relevo en literatura. ¿Quién releva a Onetti? Ya que estamos, ¿quién releva a Cervantes? Siguen ahí, corriendo, con mejor estado físico que muchos escritores, más jóvenes que yo, que ya parecen cansados... Yo creo que la literatura latinoamericana, si es que semejante cosa existe, goza de buena salud: de Rodrigo Fresán a Jordi Soler, de Horacio Castellanos Moya a Carlos Franz o Jorge Eduardo Benavides, por nombrar a poquísimos escritores, se están haciendo cosas muy interesantes.

Isabel

Querido Juan Gabriel: Nos conocimos en Cartagena este verano y estuvimos charlando, pero nunca le pregunté: ¿Cómo hace para dotar a sus libros de tanta emoción? ¿Son las propias experiencias las que se cuelan en los resquicios que quedan entre las líneas del texto o es pura imaginación echada a volar? Le deseo mucha suerte con todo lo que realice. Un saludo. Isabel.

Isabel, un novelista echa mano de lo que puede: la experiencia mezclada con la observación, y con otras lecturas, y con lo que haya disponible. Supongo que el reto es no mentir, ¿verdad? Es decir, no manipular las emociones del lector, no hacer melodrama barato ni efectos vacíos, no "tomar prestada" la emoción de otras partes. No es sencillo. Pero gracias por los buenos deseos.

Pere Sureda

Hola Gabriel... Imagino que siempre estás escribiendo. ¿Terminaste algo? ¿Cuentos? ¿novela? ¿En que fase estás? Gracias...

¿En qué fase estoy, Pere? Ya me gustaría a mí saberlo...

Marcelo

Hasta dónde llega la documenta histórica para ficcionalizar esa misma historia, partiendo de que "los informantes" es una novela que documenta una especie de campo de concentración,al revés, de un grupo de judios, supuestamente simpatizantes de los nazis, en plena Segunda Guerra Mundial. Y "Costaguana" trata de contar los intringulis íntimos de cómo Colombia, o mejor políticos vendepatrias, entregaron el canal y por supuesto, el departamento de Panamá, constituyendo así esa pérdida irreparable

La documentación es siempre menos de lo que parece. Lo esencial (y esto parece una obviedad) es el destino de los personajes, ponerlos a jugar con la historia, o más bien a chocar contra ella, ver cómo reaccionan en tanto que individuos cuando se topan con eso que llamamos historia. Uno siempre acaba investigando y sabiendo más de lo necesario, pero ya decía Hemingway aquello del iceberg, ¿no?

Mensaje de despedida

Me dicen que se acaba el tiempo. Lamento no haber contestado a todas las preguntas, pero espero que la respuesta se haya colado en la pregunta de otro internauta. Muchas gracias a todos y un saludo.

1.2.11

Un escritor ofrece gratis su novela en Internet y obtiene 20.000 descargas

foto:archivo.fuente:lavanguardia.es

El pediatra y escritor almeriense Bruno Nievas ha decidido ofrecer de forma gratuita en internet su novela 'Realidad Aumentada' que ya ha alcanzado más de 20.000 descargas en 25 días, según ha informado a Europa Press el propio autor, que decidió 'colgar' la obra en la red al no encontrar una editorial que quisiera publicarla.

Nievas ha asegurado que está "tan sorprendido como encantado" con que esta iniciativa haya tenido un número tan alto de descargas en la red, así como con el hecho de que más de 700 internautas se hayan hecho seguidores de la página de la obra en la red social Facebook. 'Realidad Aumentada' es un thriller con tintes de ciencia ficción, que ha recibido "unas cuantas críticas positivas", otro de los aspectos que motivó al autor a 'subirlo' a internet.

Entre ellas la del director de 'Negro sobre Blanco, Richard Sabogal, que ha dicho de la obra que la "fina pluma" del autor deja "un final que rompe los paradigmas y satisface más de un paladar exigente". Por su parte, Juan Gómez-Jurado, VII Premio de Novela Ciudad de Torrevieja con 'El emblema del traidor' y que ha vendido más de tres millones de ejemplares de sus novelas, ha destacado que 'Realidad Aumentada' es "un viaje salvaje a los confines de la tecnología y de la mente, narrado con el pulso de un escritor que dará mucho que hablar".

La obra puede descargarse de forma gratuita, en versión PDF o EPUB, para dispositivos Iphone o Ipad, entre otros, en la pagina web www.realidadaumentadalanovela.com