21.9.13

Jo Nesbo: "Muchos se suben a la ola del éxito de la novela negra con libros malos"

El escritor noruego que publica El muñeco de nieve analiza la parte menos amable de su país y de cómo manejar el éxito. Nesbo augura un final para su detective Harry Hole y no se esconde a la hora de hablar de la parte menos amable de Noruega

Jo Nesbo, este miércoles en Madrid / Claudio Alvarez./elpais.com
“Cuando tenía 17 años marqué mi primer gol con el equipo de fútbol de mi pueblo, una pequeña localidad en la costa oeste de Noruega. Siempre digo que es ahí cuando alcancé mi cima como celebridad: de repente todo el mundo hablaba conmigo y me invitaba a tomar algo y nada podrá nunca competir con eso. Desde entonces, he tratado de compensar esa pérdida y por eso empecé a escribir libros”. Entre la ironía y la melancolía, Jo Nesbo (1960, Oslo) aborda así su relación con el éxito, “algo con lo que es más fácil de lidiar que con el fracaso”, que disfruta desde hace años gracias a las novelas del detective Harry Hole, de la que se acaba de publicar en España El muñeco de nieve (RBA y Proa en catalán), séptimo libro de una serie que ha vendido más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo. 
Nesbo no rehúye ningún tema y no tiene inconveniente en cargar contra quienes “se suben a la ola del éxito de la novela negra para escribir libros muy malos”, en reconocer que su país tiene heridas del pasado por afrontar y que la noruega es una sociedad exitosa pero en la que “los nuevos ricos creen que derrochar es una obligación, como los oligarcas rusos”. 
"Puedo prometer a los lectores que Harry Hole no tendrá una vida eterna y que cuando muera no va a resucitar"
En un inglés pausado y con respuestas largas y meditadas, el autor de Némesis se muestra optimista sobre su país y la integración de los inmigrantes y sobre la responsabilidad de los que son muy ricos, “una especie exótica cuando yo era un niño”- en una sociedad que ha perdido parte del igualitarismo que le caracterizaba. Nesbo no cree que Breivik, el autor de los atentados de Utoya, represente a nadie y avisa: “No creo que Noruega sea una sociedad cada vez más violenta. La extrema derecha ha perdido poder. Habría estado menos sorprendido si los atentados hubieran ocurrido en los ochenta e incluso en los noventa. Tras el ataque, los noruegos nos dimos cuenta de si hay demasiada seguridad para defenderse de esas amenazas, igual creamos una sociedad en la que no sería muy deseable vivir”.
En un arranque de sinceridad, el autor de Headhunters muestra cierto cansancio cuando se le pregunta por el éxito del género negro, que no atribuye sólo a “su marcado carácter de crítica social” sino también a “la magia de la novela negra, en la que el lector pacta con el escritor y no solo conoce su mundo y su casa, sino que llega hasta la cocina y se sirve una copa”. Sin embargo, avisa: “hay muchos autores malos y muchos libros malos”. Metido de lleno en la literatura, el autor muestra su adoración por Jim Thompson - “sigue siendo el mejor”- y apuesta por tres autores noruegos fuera del género: “Un par de clásicos: Knut Hamsun y la Nobel Sigrid Undset, y un escritor nuevo y muy interesante, Karl Ove Knausgärd, autor de la serie Mi lucha, seis novelas sobre su vida, que es una vida muy normal, pero que ha descrito de una manera tan dolorosamente honesta que ha logrado convertir un experimento en un gran éxito”.
El brillo en los ojos que se puede percibir a través de las gafas de sol naranjas cuando habla de sus pasiones, vuelve al rostro de Nesbo cuando aparece Harry Hole. Un policía solitario, alcohólico, visceral, honesto e incapaz de no dejarse la piel para castigar el mal. Un personaje que, asegura, creó en el avión que le llevó de Oslo a Sidney para pasar cinco semanas en las que escribió su primera novela, The Bat. Hole es un comisario marcado por el dolor, creado a partir de Batman, un excéntrico entrenador de fútbol (Nils Arne Eggen) y partes “cada vez más, de lo bueno y de lo malo, para qué negarlo”, del propio autor. “Es interesante ver cómo la novela negra consiste en una manipulación del escritor a los lectores y una de las mayores manipulaciones que se pueden dar es la de conseguir que la gente ame a alguien porque sufre aunque caiga en el lado oscuro. Nunca intenté que la gente amase a Harry, pero lo hacen. Él sufre, los lectores le perdonan y siguen con él”, asegura.  "Nunca intenté que la gente amase a Harry Hole", añade. "En el primer libro tuvo sexo con prostitutas y cuando escribí esto dije: 'Vale, ahora a las mujeres no les va a gustar' y me parecía bien, porque quería que le odiasen un poco".
"La magia de la novela negra, en la que el lector pacta con el escritor"
En El muñeco de nieve, su nueva novela. el lector siente desde el principio el miedo por la figura de un asesino en serie que no ve ni conoce. “Creo que el asesino en serie representa al monstruo. Y toda historia sobre un monstruo es un relato sobre la gente que lucha contra él y que temen también sus elecciones y su propia moral. Las motivaciones del asesino terminan reflejándose en el protagonista y dejándole huella”.

El futuro de Harry Hole

El autor no se esconde al dar pistas sobre el final de Harry Hole: “Cuando escribí Petirrojo escribí una línea de vida para Harry Hole. Y todavía no hemos llegado al final pero si siento que el personaje se acaba antes de llegar a ese final, me prometí que terminaría antes la serie.Tengo un plan para él. Puedo prometer a los lectores que no tendrá una vida eterna y que cuando muera no va a resucitar”. 
Nesbo, que fue líder de un exitoso grupo musical noruego antes de convertirse en escritor, es el productor ejecutivo de la adaptación cinematográfica de esta novela, proyecto detrás del que está Martin Scorsese. Aquel gol debió ser brutal para superar todo esto.

20.9.13

Echenoz: "Hay que evitar a toda costa ser tu propia parodia"

Con la breve pero estremecedora novela 14, llena de su habitual prosa minimalista e incisiva, el autor francés ganador del premio Goncourt regresa al pasado y bucea en la gran carnicería de la Primera Guerra Mundial

Jean Echenoz, fotografiado en una lavandería cercana a su casa, en el distrito IX de París. / Daniel Mordzinski./elpais.com
Escritor exquisito y eremita, Jean Echenoz (Orange, 1947) es quizá uno de los últimos artesanos de la novela contemporánea. Aunque se instaló en París en 1970, nunca ha frecuentado los salones literarios ni los estudios de televisión, apenas pontifica en tertulias o periódicos, se declara un “pésimo pensador político”, y pasa la vida en un piso modesto y ordenado, lleno de libros y fotos, y más bohemio que burgués, situado en el distrito nueve de París, a tiro de piedra de los locales falsamente canallas de Pigalle, barrio mestizo y borrachín que vio tiempos mejores.
El sello de Echenoz es su escritura: minimalista, incisiva y delicada, tiene la virtud de la brevedad, y esconde tras una capa de descuidada ligereza un gusto por el fogonazo insólito que recuerda a Augusto Monterroso y una fibra de melancolía decimonónica —Flaubert es su pasión— punteada por una irresistible ironía, por un humor sombrío y gamberro y por unas certeras descripciones.
Desde la incómoda silla de madera en la que escribe —“¡por eso mis libros son tan cortos!”, bromea—, Echenoz va decantando palabra por palabra sus novelas, marcadas por su obsesiva devoción por la documentación y por una imaginación de viajero romántico, y tal vez por pura envidia o por necesidad vital suele colocar a sus personajes en momentos de cambio, o hacerlos vagar por el mundo sin una meta clara.
Tras ganar el Goncourt en 1999 con Me voy —“el premio me vino de lujo, porque estaba completamente tieso”, recuerda mientras enciende un pitillo inglés—, Echenoz fue abandonando poco a poco la exploración geográfica del presente para bucear en algunas vidas ejemplares del pasado y escribió tres celebradas ficciones sobre el músico Maurice Ravel (Ravel), el atleta checo Émil Zatopek (Correr) y el inventor Nikola Tesla (Relámpagos).
Lo último que ha escrito y publicado es lo que él llama su “aproximación a la gran carnicería”, a la I Guerra Mundial. Titulada 14, por el año en que empezó el conflicto, aunque algún crítico ha apuntado que este es también su libro número 14, la novela, que publica ahora Anagrama en español, cuenta en apenas 100 páginas el estupor, el dolor y la transformación que genera en cinco amigos de provincias la repentina llegada a Francia, el sábado 1 de agosto de 1914, de “la primera guerra industrial”, o como dice la novela, de “aquella sórdida y apestosa ópera”.
El relato de Echenoz, siempre sobrio, a ratos burlón y nada complaciente, arranca con un bucólico paseo en bicicleta del protagonista, Anthime, y enumera los gestos y las rutinas que la guerra cambiará de un día para otro.
¿Qué le empujó a escribir sobre la I Guerra Mundial?
Como me pasa a menudo, un azar. Nunca pensé escribir sobre esa guerra. Pero un día se murió un pariente de mi mujer y apareció el diario de su tío abuelo, que estuvo movilizado desde el primer día hasta 1919, un año después del final de la guerra. Era un diario muy púdico, parecía escrito para el censor. Lo leí y lo transcribí, aunque sin intención de escribir sobre él. Poco a poco empecé a interesarme por la guerra, me puse a investigar, leí a varios autores alemanes y franceses que habían combatido, y decidí reconstruirla mezclando lo que aprendí y lo que imaginé.
¿Por qué Nantes?
Esa región fue una de las más tocadas, y además una parte de mi familia nació allí. Durante mi infancia, los excombatientes hablaban muy poco de aquella guerra. Yo nací en el 47, y la guerra del 14 siempre me pareció muy lejana. Se hablaba mucho de la Segunda pero muy poco de la Primera. Eso fue cambiando, y ahora la presencia del horror de la Primera se siente mucho más. Nos damos cuenta de su verdadera dimensión, sabemos que fue la primera guerra industrial, la peor carnicería de la historia, el momento en el que irrumpe el armamento moderno, la aviación, el gas… Es la guerra que cambió la historia de las guerras.
¿El hecho de escribir sobre hechos ocurridos hace un siglo le obligó a modificar su escritura, su lenguaje, su estilo?
No lo hice intencionadamente, pero una vez la terminé me di cuenta de que había cambiado. Muchas veces la manera de escribir la decide el tema que eliges. Y curiosamente este libro tiene frases más largas que los libros anteriores, hay más adjetivos y está construido de otra forma, seguramente porque para contar una historia así tienes que asumir una forma de ceguera… Sobre el lenguaje, hay palabras que no se pueden utilizar, y cometí un error que detecté al acabar: al citar la fábrica de zapatos, hablé de los tacones de aguja, que nacieron mucho más tarde.
La novela está llena de pequeños detalles sobre la rutina de la época. ¿De dónde los sacó?
De las lecturas y de las películas, sobre todo. Pero también de entrevistas. Como no sé hacer otra cosa que escribir, y es una actividad bastante solitaria, me gusta documentarme, buscar fotos, sonidos, papeles... En realidad es la fase que prefiero, es fantástica y estimulante. Trabajas pero no escribes, lo cual ayuda mucho a limpiar la conciencia. Así que salgo de casa y voy a bibliotecas, o a hablar con gente. Lo grabo y transcribo todo, aunque al final solo utilizo un dato, o dos adjetivos que alguien ha dicho...
Un trabajo artesanal…
Se parece mucho al trabajo del artesano, sí. No sé si escribir es un oficio, creo que es sobre todo un estado. O quizá sea un oficio especial. Cada vez que empiezo un libro es como si no hubiera escrito nada, se ve que no aprendo de lo que he hecho antes. Lo que intento es no repetirme, no utilizar frases que suenen demasiado como yo; hay que evitar a toda costa ser tu propia parodia.
Lleva varios años escribiendo sobre el pasado, pero siempre de cosas reales.
Todos mis libros parten de lo real porque me paso la vida mirando lo que pasa alrededor. Llevo varios años en el pasado, con Ravel, Zátopek y ahora la guerra. La sensación es que soy un ladrón que roba cosas aquí y allá y luego reconstruye. No tengo motivos para escribir de mi vida porque no tiene un interés especial.
¿Forma parte de una generación determinada? ¿Lee a sus coetáneos?
Bueno, indudablemente hay escritores franceses de mi edad (risas). Aunque no los frecuento. Sí leo lo que se edita, sobre todo lo mi editor (Minuit), pero cada vez leo más clásicos y releo más. Flaubert, Proust, Joyce… A Flaubert lo podría releer indefinidamente.
Lleva en París más de 40 años. ¿Le gusta?
Siempre es dura y poco hospitalaria. Pero tengo una vida social muy limitada. Paso la mayor parte de mi vida aquí metido…
¿Ha cambiado mucho Francia en este tiempo?
La miseria es cada vez más perceptible, y eso resulta muy inquietante. Manifiestamente, el estado social francés ha fracasado.

Bibliografía

  • 14 (2013)
  • Relámpagos (2011)
  • Correr (2010)
  • Ravel (2006)
  • Al piano (2003)
  • Me voy (1999)
  • Un año (1997)
  • Rubias peligrosas (1995)
  • Nosotros tres (1992)
  • Lago (1989)
  • La aventura malaya (1986)
  • Cherokee (1983)
  • El meridiano de Greenwich (1979)

Andahazi: "La ficción reconstruye la verdad"

El psicoanalista argentino que se convirtió en éxito de ventas con El anatomista ha sido una de las figuras en la VII Fiesta del Libro de Medellín

Federico Andahazi en la Fiesta del Libro de Medellín. / elespectador.com

La voz de Federico Andahazi es distinta a la de sus libros. Habla con el tono matizado, perfectamente controlado, de un psicoanalista.
Son las 9 a.m. Mi encuentro con el escritor tiene lugar en el lobby de un hotel: la gente lo mira, tal vez por su fama, porque luce gafas oscuras en un espacio interior o por la apariencia pintoresca que le dan su barba de mosquetero y su posición corporal, siempre erguida. Nos dedicamos a buscar lo imposible: un lugar silencioso para grabar.
¿Por qué un psicoanalista cambia el diván por la literatura?
Llego al psicoanálisis por una pasión previa por la literatura. Vengo de una familia de editores; mi abuelo materno era editor. Me crié en una biblioteca realmente fantástica, que tuvo que ser destruida durante la dictadura militar. Cuando estudié psicología me acerqué a Freud, porque como el psicoanálisis no contaba con un corpus teórico previo para hacer la construcción fantástica que él hizo, echó mano de lo que había: la literatura. Cuando uno lee a Freud lee a Goethe, Shakespeare, la mitología griega. Tuve una relación bastante traumática con el psicoanálisis. Por una parte, yo tenía en mi consultorio particular a mis neuróticos, que por lo general son bastante aburridos, y en instituciones públicas, a pacientes muy delicados. Afortunadamente, para mis pacientes sobre todo, decidí dejar el psicoanálisis y dedicarme por completo a la literatura. Fue una apuesta importante porque para un autor inédito no es fácil publicar. Me di un año para ver si podría abrir esa puerta, y ese año escribí El anatomista. Y afortunadamente las cosas funcionaron bien.
Volvamos a la biblioteca de su abuelo.
Mi abuelo era un inmigrante ruso que llegó a la Argentina siendo muy jovencito, en los albores del siglo XX, sin siquiera hablar el castellano. Venía de Ucrania. En esa época hubo una corriente migratoria muy grande hacia Buenos Aires. Ellos eran de origen judío, había muchísima persecución, estaban los pogroms; fue un anticipo muy temprano de lo que iba a desembocar en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Eran muchísimos hermanos, llegaron con lo puesto y terminaron disgregados en distintos países. Muchos no volvieron a encontrarse nunca más. Su primer trabajo, siendo casi un niño, fue como canillita (vendedor de diarios): aprendió el español para vocear los titulares de los diarios. De vender diarios pasó a vender libros y de vender libros, ya como joven adulto, a editarlos. Llegó a ser un editor muy bueno, tenía un catálogo muy cuidado, publicaba realmente lo que le gustaba: literatura de ficción y política. Al tener una biblioteca que contenía libros políticos, era muy fácil ser rotulado: no tenían una visión muy fina de lo que significaban las distintas tendencias en política. El mismo 24 de marzo de 1976, la noche del golpe de Estado, pude presenciar cómo bajaba todos esos libros de la biblioteca, armaba unos atados y, en frente de nuestra casa (había un terreno baldío que hoy es un garaje, en el centro de Buenos Aires), pude ver cómo a la madrugada, cuando ya no había nadie en la calle, cruzó hacia ese terreno y quemó todos esos libros. Era como verlo inmolarse, era la historia de su vida. De hecho, sobrevivió pocos años a la quema de su biblioteca. Pero en ese momento descubrí el valor que tiene el libro para una persona, el valor que tiene una biblioteca, y de alguna manera en ese momento decidí ser escritor. Yo tenía trece años. Cada vez que le pongo punto final a un libro tengo la ilusión de estarle devolviendo un volumen a esa biblioteca perdida.
A los trece años, en la adolescencia, es cuando muchos nos enganchamos definitivamente con la lectura...
El golpe de Estado coincidió con mi ingreso a la secundaria, donde imperaba un régimen casi castrense: nos hacían cortar el pelo a la altura de la nuca, nos medían con los dedos a ver si el pelo tocaba el cuello de la camisa. Yo me escapaba de la clase de literatura, con un grupo de amigos, a las librerías de la calle Corrientes. Las primeras lecturas eran en las librerías de viejo, con autores como los rusos; eran libros de saldo, además, porque disponíamos de muy poco dinero. Fue en esa época cuando conocimos a García Márquez. Así se formó el escritorio: con las ofertas; no podía comprar las novedades, ni creo que me interesaran. Afortunadamente lo mejor está en los saldos, son los clásicos de la literatura.
Ya como escritor, su primera obra falló y no falló...
Mi primer libro es una novela fallida que se llamó El oficio de los santos. Fueron mis primeros escritos, y realmente yo creía tener un tesoro entre mis manos: había pasajes del libro que a mí me resultaban realmente queribles y entrañables, pero no funcionaba como novela. Muchos años después lo descompuse y lo convertí en un libro de cuentos. Y te tengo que confesar que es el libro que más me gusta. El libro de esos primeros textos es audaz: uno está experimentando y no tiene ningún compromiso con nadie, ni siquiera conjetura la posibilidad de un lector, entonces uno hace lo que le place. Me parece que esa frescura, ese desenfado, está presente, y eso hace que ese libro me resulte el más querible de todos. Cuando decidí editar, lo que hice fue presentar todas mis obras a distintos concursos, y para mi sorpresa los gané, a la vez que presentaba El anatomista al concurso de la Fundación Fortabat. Me lo gané y después me lo retiraron; se consideró que el libro era pornográfico. Es curioso cómo se va perfilando un escritor por circunstancias totalmente aleatorias.
Me sorprende su respuesta, porque a diferencia de usted, algunos escritores se avergüenzan de sus primeras obras. Y también me dice algo interesante: antes hacía lo que quería porque no conjeturaba “la posibilidad de un lector…”.
Es imposible no pensar en el lector. Un libro no se diferencia mucho de una carta: está dirigido a alguien, si no, sería una actividad completamente desquiciada. ¡Claro que uno escribe para alguien! Ese lector es una conjetura, una hipótesis. No sé cuánto coincide con quien lee la novela, por eso el encuentro con el lector en las distintas ferias es tan importante para mí: ahí es donde uno descubre que por más que se esfuerce en imprimirle un sentido al libro, el que cierra el libro, el que le da el sentido último, es el lector. Y cada libro tiene un lector diferente. Yo sé quién era el lector de mis primeros cuentos: era García Márquez, yo escribía para él. ¿Qué pensaría él si leyera este texto? Cuando me encontré con él, muchos años después, lo que hizo fue felicitarme por El anatomista. ¡Había leído el libro que no estaba escrito para él! Casi me muero de vergüenza: no pude articular palabra, el tipo debió pensar que yo era medio estúpido, y no se equivocaba. Hay una novela policíaca, inédita, que decidí no publicar, y no por vergüenza, le tengo muchísimo cariño. Yo sostengo que un escritor se gradúa como tal cuando está en condiciones de escribir una novela policíaca; por más que algunos piensen que es un género menor, necesita de cierta normativa muy estricta: si no cierra, si tiene cabos sueltos, no está bien escrita. Con ese libro que se llama Las horas del mundo me propuse demostrarme que podía escribir una novela policíaca. Esa novela no tiene ningún lector, es un ejercicio para probarme a mí mismo. Mi mujer ya me prometió que no la va a publicar; por suerte mi mujer no es María Kodama. Sencillamente creo que no tiene valor para un lector.
A usted le gustan los temas polémicos, en los cuales entrecruza ficción y realidad: lo leímos desde ‘El anatomista’ hasta ‘El libro de los placeres prohibidos’.
Siempre hay algo que enlazar con la mera coincidencia. Hay un ejemplo muy ilustrativo: descubrí la existencia de Mateo Colón, el descubridor del órgano del placer femenino, y me pareció increíble, novelesco, que este órgano tuviera descubridor y que se llamara Colón. Me puse a investigar y encontré muy poco: fue el primero en establecer las leyes de circulación sanguínea y pulmonar, antes que (William) Harvey, a quien falsamente se le atribuye el descubrimiento del órgano del placer femenino. Cuando presenté El anatomista a los concursos Fortabat y Planeta, retiré el libro de Planeta porque el Fortabat falla primero y Planeta no aceptaba obras ya premiadas. Tomás Eloy Martínez era uno de los jurados de Planeta; entonces me dijo: “Yo sé de dónde sacaste el personaje de Mateo Colón”. Tomás Eloy lo vio en la misma historia del cuerpo humano que yo lo vi, lo descubrió, pero no le otorgó ninguna importancia (estaba escribiendo Santa Evita, el proceso del cadáver de Eva Perón. Consultó el libro para ver cómo se embalsama). Él se saltó ese descubrimiento, pero para mí fue completamente azaroso. Me dije: “Si no escribo esta novela, la va a escribir otra persona”. Yo creo en el valor restitutivo de la literatura: los escritores han conseguido restituirle a la historia varias páginas que los historiadores no han sabido cómo hacer. La ficción a veces sirve para reconstruir la verdad.
¿Considera que un psicoanalista podría tener una ventaja sobre otros escritores, que ha recorrido una buena parte del camino para construir un personaje?
No solamente creo que no otorga ninguna ventaja, sino que, al contrario, la prosa psicoanalítica es muy pregnante, no le hace ningún favor a la prosa literaria. Ignoro por qué en Argentina somos tantos psicoanalistas, se nota esta procedencia en cierta terminología que contamina el texto.

10.9.13

Consejos de Truman Capote para escribir un buen relato

Truman Capote desgrana unos consejos sobre la disciplina de escribir cuentos

Truman Capote aconseja disciplinarse para escribir./sinjania.es

¿Qué fue lo primero que usted escribió?
Cuentos. Y mis más desaforadas ambiciones aún giran alrededor de este género. Me parece que cuando es explorado con seriedad el cuento es la forma más difícil de escritura, y la que exige la mayor disciplina. Todo el control y la técnica que tengo los debo completamente a mi experiencia con este medio de comunicación.
¿A qué se refiere exactamente al decir “control”?
Me refiero a mantener una preeminencia estilística y emocional sobre el material. Llámelo algo precioso y olvídelo, pero creo que un cuento puede hundirse por un ritmo inadecuado en una frase —especialmente si se presenta cerca del final— o por un error en la organización de los párrafos, o incluso por la puntuación. Henry James es el maestro del punto y coma. Hemingway es un organizador de párrafos de primera clase. Desde el punto de vista del oído, Virginia Woolf nunca escribió una frase mala. No quiero decir con ello que yo practico lo que predico. Sólo trato de hacerlo, eso es todo.
¿Cómo llega uno a la técnica del cuento?
Puesto que cada cuento presenta sus propios problemas técnicos, obviamente no se pueden hacer generalizaciones al estilo de dos-y-dos-son-cuatro. Para encontrar la forma adecuada para tu cuento, simplemente tienes que descubrir la forma más natural para contar la historia. La forma de comprobar si el escritor ha adivinado la forma natural para contar su historia es la siguiente: después de leerla, ¿puedes imaginarla de manera diferente, o bien silencia a tu imaginación y te parece absoluta y final? De la misma manera como una naranja es algo definitivo. De la misma manera como una naranja es algo que la naturaleza ha hecho simplemente bien.
¿Hay recursos para mejorar la propia técnica de escritura?
El único recurso que conozco es el trabajo. La escritura tiene leyes de perspectiva, de luz y sombra, igual que la pintura o la música. Si naces conociéndolas, perfecto. Si no, apréndelas. Y entonces reacomoda las reglas para que se adapten a ti. Incluso Joyce, nuestro más extremo inconforme, era un espléndido artesano; él pudo escribir Ulises precisamente porque pudo escribir Dublineses. Demasiados escritores parecen considerar que escribir cuentos es una especie de ejercicio con los dedos. Bueno, en tales casos lo único que hacen es ejercitar sus dedos…
Fuente: Entrevista a Truman Capote en The Paris Review

6.9.13

Revelaciones de un Borges inédito

Investigadores de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Argentina descubrieron las anotaciones para un final alternativo del cuento Tema del traidor y del héroe

En el manuscrito se pueden apreciar muchas anotaciones, palabras tachadas, marcas y borrones del célebre escritor./ bn.gov.ar
El folio fue hallado en el interior del ejemplar 112 de la revista Sur. El hallazgo forma parte del Programa de investigación y búsqueda de fondos borgeanos de la Biblioteca Nacional./bn.gov.ar
En los depósitos de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires se encontró un manuscrito que presenta un final alternativo del cuento Tema del traidor y del héroe, que Jorge Luis Borges publicó en Ficciones en 1944.
Según Ezequiel Grimson, director de Cultura de la Biblioteca, "se trata del primer manuscrito importante de Borges que está en custodia del Estado argentino, ya que todos los otros se han vendido al exterior o se encuentran en manos privadas". Sara Facio.

Bibliotecarios manejan la hipótesis de que el argentino pretendía "dejar señales a futuro", saltar esas fronteras entre realidad y ficción que le gustaba socavar en todo sentido, para generar un texto circular, infinito. /bn.gov.ar
La interrogante que genera este hallazgo es si toda su obra sea una combinatoria dominada por la idea de que la literatura es un texto infinitamente variable y ninguno de sus fragmentos puede aspirar al nombre de texto original. Paulina Lavista./eluniversal.com.mx
“Faltan pormenores, rectificaciones, ajustes; hay zonas de la historia que no me fueron reveladas aún”, dice Borges en su cuento “Tema del traidor y del héroe”, del libro Ficciones, publicado en 1944.
Ahora que las hipótesis de relectura están a la orden del día, sucede que en los depósitos de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Argentina acaban de encontrar un manuscrito que presenta un final alternativo a la historia.
El folio se encontró en el interior del ejemplar 112 de la revista Sur, pero el hallazgo no fue mera obra del destino (o sí, según como se mire) sino que forma parte del trabajo realizado por el Programa de investigación y búsqueda de fondos borgeanos de la Biblioteca Nacional.
Esto continúa la tarea que dio como resultado la colección Jorge Luis Borges y el catálogo que la describe, publicado con el título Borges, libros y lecturas (2010), aunque lo más significativo del descubrimiento, cuenta Ezequiel Grimson, director de Cultura de la Biblioteca, es que “se trata del primer manuscrito importante de Borges que está en custodia del Estado argentino, ya que todos los otros se han vendido al exterior o se encuentran en manos privadas”.
Germán Álvarez y Laura Rosato, bibliotecarios que siguen los vestigios que dejó el reconocido escritor en los libros esparcidos por la Biblioteca, manejan una hipótesis: que el autor utilizaba sus escritos originalmente aparecidos en publicaciones periódicas como soporte de nuevas correcciones: la reescritura como base de la trama, el texto circular, infinito.
Así, este ejemplar de Sur formaría parte de un corpus mayor que incluye, hasta ahora, seis números intervenidos por el autor.
El argumento de “Tema del traidor y del héroe” es conocido: Ryan es un investigador que descubre la coincidencia de algunos párrafos del Julio César de Shakespeare con la crónica que sigue los pasos del héroe Kilpatrick, de quien es descendiente, antes de recibir un balazo en un teatro dublinense. Ryan introduce, a su vez, a otro personaje, Nolan, quien descubre que Kilpatrick, jefe del movimiento insurgente, es el traidor.
Como era un héroe para el pueblo irlandés, su condena de muerte —firmada por él mismo— establece que morirá sentenciado por su traición sin que quede afectada su condición de héroe. Se le prepara entonces un guión teatral en el que antes de su ajusticiamiento debe pronunciar frases de lucha, y precisamente éste es el descubrimiento de Ryan.
Las modificaciones
Hasta aquí, pues, la versión que conocemos. ¿Qué cambios ofrece la inédita? Básicamente, corrige levemente lo anterior. Como los pasajes de Shakespeare son “los menos dramáticos”, Ryan sospecha que fueron intercalados para que un lector futuro diera con la verdad. Y para silenciar ese descubrimiento, decide publicar un libro que engrose la fama del héroe.
Metáfora intertextual pocas veces vista, el acto de “dejar señales a futuro” se duplica ahora, saltando esas fronteras entre realidad y ficción que a Borges le gustaba socavar en todo sentido. “Es un juego al que Borges mismo nos ha invitado”, resume Grimson.
Es que de alguna manera, el autor parece haber esparcido huellas que ratifican la idea que señaló Beatriz Sarlo con respecto a Historia Universal de la Infamia: el uso de la repetición con variaciones de historias que no le pertenecen. Acaso toda su obra sea una combinatoria dominada por la idea de que la literatura es un texto infinitamente variable y ninguno de sus fragmentos puede aspirar al nombre de texto original.
Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, concluye lo siguiente: “No sabemos por qué Kilpatrick hizo lo que hizo, su conciencia es inexplicable desde el punto de vista de una psicología, pero no desde una tesis de la ilusoria continuidad de lector.
“El ‘hallazgo’ dice al mismo tiempo que el traidor y el héroe quisieron ser un “yo vital”, saliéndose del libreto shakesperiano. Y ese “anhelo” es apenas una débil señal en el tiempo, que en este momento se ha puesto nuevamente en circulación, como si hubiera estado a la espera en esos suplementos que, como señaladores del destino, Borges dejaba esparcidos en el refugio impenetrable de libros y revistas”.
Suceso inesperado
Así, el manuscrito de Jorge Luis Borges plantea correcciones al final de “Tema del traidor y del héroe”. Ficciones fue publicado en 1944 por Editorial Sur y consta de dos secciones, “El jardín de los senderos que se bifurcan” y “Artificios”, en la que se incluye “Tema del traidor y del héroe”.
La historia transcurre en Irlanda en 1894 y cuenta el asesinato del abuelo de Ryan, el narrador.
La traición y la conspiración son los temas centrales del relato.

4.9.13

Conversando con Sergio De La Pava

Sergio de la Pava acaba de ganar el PEN 2013 por su novela A naked singularity, publicada por University of Chicago Press

Sergio de la Pava, y su ópera prima de novela: A Naked singularity./elespectador.com
De origen colombiano, la novela de unas 800 páginas que rodó de una editorial a otra, fue editada primero con su propio dinero, por este abogado que por 42 años ha defendido a más de diez mil personas en los estrados de Manhattan, y que ha sido comparado con Don Delillo, David Foster Wallace o Thomas Pynchon. A Naked Singularity es una disección del sistema de justicia de EE. UU, "especialmente la justicia para los olvidados", a través de la historia de Casi, un abogado de Manhattan, hijo de inmigrantes colombianos, cuyas creencias comienzan a resquebrajarse cuando pierde su primer juicio. Claramente influido por su propia experiencia cotidiana, De la Pava asegura que el mundo jurídico es para él mucho más que una fuente de inspiración. "Ese trabajo (de abogado) es para mí más importante que escribir", dice, porque se trata de "ayudar a los más desfavorecidos, y eso es más valioso que el arte", su otra pasión "de toda la vida".
Sergio de la Pava concedió esta entrevista el 22 de agosto y fue conducida en dos idiomas como bilingües son el entrevistado y el entrevistador.
¿Qué sentiste al enterarte de tu nominación?
Vino de nada y allá regresará un día.

El PEN en cierta medida confirma la decisión de University of Chicago Press: que eres un autor serio, consagrado por así decirlo pero de público limitado
Verdaderamente, el tamaño de mi público me importa menos que nada. Lo que importa, finalmente, es la obra y nada más. Hasta menos importa la educación del lector; el libro mismo está supuesto a educar de alguna manera, y si falla en eso no es productivo pensarlo es la culpa del lector.

Quién es Sergio de la Pava? Un Latino en Estados Unidos? Un hijo de un inmigrante que escribe en un lenguaje adpotado? Por qué escribir en Inglés? Cree que eso limita la relación entre el autor y el texto literario?
No estoy listo para adoptar ninguno de estos rótulos por el momento. Yo escribo en inglés porque hago lo mejor que puedo pensando en ese idioma. Supongo que el futuro podré decidir que ese pensamiento no es tan primordial y, tal vez, escriba en español.
¿Podrías compartir algunos datos personales con nuestros lectores?
No.
 ¿Has pensado escribir en español?¿No crees que el ver tus palabras saliendo de boca de otro te pueda enloquecer (y enloquecer al traductor).
Nada me puede enloquecer, solo enloquecer más. Espero que mis huellas se vayan a encontrar en esa traducción, pero veremos.
Colombia en EUA se presenta como país de coqueros, guerrilleros, violencia, hasta hace muy poco como una nación macondiana de corrupción y soledad centenaria, ¿figura en tu obra?
¡Mejor! Que nos presenten así para que les dé medio miedo y no nos molesten con estupideces. Y Colombia sí figura en las obras pero es secreto cómo.
Usted es un abogado penalista y aparece en la lista de la 'Legal Aid Society'. Defiende, como lo entendemos, los segmentos más pobres de una sociedad que, usando los términos del procurador general, Eric Holder, se ha torcido en contra los negros, los pobres y los latinos. ¿Cómo se traslada a su obra esa injusticia social y racial?
Yo no trabajo para la ‘Legal Aid Society’, aunque puedo argumentar por qué es la firma de abogados más importante del país. La injusticia tóxica de la sociedad americana es algo que animó casi todo suspiro novelístico que solté en ANS.
Turcos que escriben en alemán; africanos y magrebíes que escriben en francés; latinos que escriben en inglés — Junot Diaz es un ejemplo de ello. Usando lo anterior como un esquema simplificado, ¿dónde encaja tu obra?
Lo que importa es la literatura y que la obra sea como un puño al alma del lector, lo demás es chisme.
Flaubert dijo “Madame Bovary c’est moi”. ¿Es Casi (uno de los protagonistas de “A Naked Singularity”) Sergio de la Pava?
[El protagonista] Casi es como Sergio De La Pava — portándose bien, así que imagínate.
Su escritura ha sido descrita como un juego entre una variedad de estilos lingüísticos, moviéndose sin esfuerzo entre la jerga legal y el discurso común – una habilidad excelente tratándose de un libro que está bombardeado con diálogo. Su estructura ha sido denominada maximalista. Como si el escritor no fuera a escribir un libro nunca más, parafraseando a Slate. Todo escritor tiene influencias, ¿quién ha moldeado su escritura? Los críticos han mencionado a De Lillo, a Pinchon y a Melville. Por favor explique. ¿Algún latinoamericano? Y la estructura de su novela a quién corresponde , ¿a Vargas Llosa?
No me importan las influencias, lo siento. Es el dominio de los críticos preocuparse si ellos quieren.
En tu libro mencionas ajedrez, filósofos, la búsqueda de la perfección, escribes 700 páginas en una época en que la gente lee en pantallas de 144 caracteres, publicas en línea por cuenta propia, cuando es precisamente la gente que lee en línea la que no compra libros y, aun así, has llegado muy lejos. ¿Suerte o reconocimiento merecido?
 Lo que va a determinar qué tan lejos llego no es algo visible; pero en mi poca experiencia sí he tenido mucha suerte en esta área.
 Los jugadores de ajedrez y los abogados son criaturas de estrategia, que siempre piensan dos o tres movidas adelante. ¿Dónde estará Sergio de la Pava en 5 años?
 Probablemente con su nariz escondida detrás de un libro, sólo porque esa es siempre suposición.