31.5.11

Navarro:"Los escritores olvidamos a veces el enorme poder de las palabras"

El autor granadino presenta esta semana en Cádiz y Jerez su última novela, 'El espía', la historia del poeta fascista Ezra Pound
Justo Navarro Escritor, periodista y traductor español.foto.fuente:lavozdigital.es

Reconoce que ha firmado mejores novelas que 'El espía' (Anagrama) -tal vez sea 'Accidentes íntimos', la que le sirvió para alzarse con el Herralde-, pero lo cierto es que las críticas que está cosechando gracias a la historia del poeta fascista Ezra Pound son más que positivas. La humildad de Justo Navarro (Granada, 1953) es proporcional a su gusto literario y su ingenio para plantear una obra que es un juego. Una prueba que huye de la simpleza de las novelas de espionaje para gritarle al lector una de las máximas universales: «no todo se divide en buenos y malos».
En 'El espía' cuenta la historia de Ezra Pound, un poeta fascista que, al parecer, fue un agente doble traicionado por todos.
-Ezra era un fascista radical, enamorado de Mussolini, lo admiraba porque creía ver en él a un personaje literario. El fascismo tenía mucho de teatro y representación de masas. Creía que era un condotiero, un personaje de folletín; que estaba encantado con el fascismo es indudable, así que dudo de que lo engañaran. Lo sorprendente de este hombre es comprobar cómo una persona en teoría sensible e inteligente se dedicó a hacer propaganda antisemita y más, sabiendo que tenía amigos judíos.
Insinúa que no se daba cuenta de lo que hacía...
-Creo que nunca percibió que estaba participando de esa aberración. Olvidó algo que suelen olvidar los escritores y los periodistas, que las palabras tienen un poder enorme. De todas formas, no es raro que pase eso. En esa época había mucha gente en Europa y en Norteamérica que quedó fascinada por el antisemitismo, que yo lo entiendo más como un asunto religioso. Ahora pasa igual, hay mucho odio hacia los extranjeros. Pound se dejó embriagar por la época que le tocó vivir, aunque no fuera algo normal.
Se topó con la historia en Pisa, casi por casualidad.
-Yo ya conocía la historia de la jaula, pero lo demás fue una casualidad. Pound pasó en Pisa los mismos meses que yo, la primavera, el verano y el otoño, aunque él estuviera más de sesenta años antes. Esa coincidencia fue la que me movió a tirar del hilo. Investigando, descubrí que los servicios secretos mussolianos, al comprobar el fervor de Pound en sus discursos radiofónicos, creyó que el poeta era en realidad un espía que utilizaba las ondas para mandar mensajes cifrados a los aliados. Me pareció una historia fantástica, casi increíble.
La crítica ha alabado el desarrollo novelístico de 'El espía', ¿cuánto hay de ficción en la obra?
-Hay un agente imaginario italiano que aporta las pruebas de que Ezra era un agente doble pero, como digo, es ficción. También son totalmente inventados los personajes de J. N., sí mis iniciales, que está en Pisa; y el de Carlo Trenti, un autor de novelas de misterio. Esos personajes aparecen en 'Finalmusik' y 'El alma del controlador aéreo' y todo lo que cuentan ellos en esta obra es totalmente inventado.
J. N., usted a lo Hitchcock, ¿no?
-(Risas) La verdad es que no lo había pensado, yo siempre apareciendo en un rincón, tocando un contrabajo...
¿Qué hay que creerse entonces?
-Todo lo que cuento de Enra Pound es real. Todos los datos y pruebas están localizados, sus discursos y declaraciones ante los agentes de la CIA están documentados.
¿Y por qué queda esa sensación después de leerse el libro de que tiene un final abierto?
-Me gustó la idea de hacer un juego a propósito de las novelas de aventuras y espionaje, que siempre suelen resolver todos los enigmas. Yo no quería hacer una novela de evasión y fácil, sino contar una historia que hiciera pensar.
A quien dice que ha tratado de justificar a Ezra Pound...
-Sí, dicen que trato de hacer ver que no era un fascista, sino un agente doble, pero yo no trato de justificar a nadie. Fue un personaje al que no juzgaron porque decían que estaba loco. Lo mandaron a un manicomio y cuando salió de ahí, tras doce años, lo primero que hizo fue ir a Italia y levantar el brazo. Yo lo único que quiero demostrar es que la historia no es tan simple como la pintan, no es algo maniqueo, no se divide solo en buenos y malos.
Otros insisten en que ha contado una trama desde la buena conciencia de quien se sabe en el lado acertado de la Historia, ¿qué le parece?
-Yo no sé si estoy del lado de los buenos o de los malos, no me preocupa. Ahora bien, tengo la conciencia clara de que lo que hizo Pound fueron actos perversos y diabólicos. He escrito un libro desde la conciencia de que el antisemitismo es incomprensible. No puedo entender que se llegue a exterminar a parte de la humanidad, es maligno y absurdo.
Lo que sí ha ganado con esta obra es el redescubrimiento del poeta.
-Sí, volví a leer sus 'Cantos' , los versos que escribió durante su cautiverio, y me parecieron muy interesantes.
Al Pound escritor sí que le cambió el fascismo...
-Totalmente, llevaba cinco o seis años sin escribir un poema en su lengua materna y fue en su prisión, en la soledad de la compañía múltiple, y entre las clases populares, cuando su poesía convulsionó. De pronto se vio pensando y escribiendo desde su propio ser. Siempre había tenido una voz inclasificable y propia, imponente, posesiva e intolerable que mucha gente no soporta, pero en prisión sufrió un cambio impresionante.
Hace años dijo que la política municipal interesaba a los escritores de novela negra. Desinflada la burbuja inmobiliaria y en este periodo de crisis, ¿qué tema daría a la literatura la situación actual?
-Daría para una crónica social, la crónica de la escasez y de la cobardía por no tener nada en los bolsillos. Estos periodos son muy productivos para la literatura, ya que ésta surge de la sorpresa que nos causa la realidad. Estoy seguro de que en los próximos años se pueden dar grandes obras.
¿Firmará alguna usted? ¿Tiene nuevos proyectos?
-Yo sí que estoy en crisis y ceguera, y asombrado de su profundidad.

La educación intelectual

La edición de sus cuadernos de notas, escritos entre 1947 y 1964, permite rastrear el desarrollo de una de las figuras del pensamiento occidental
Sontag. Este sería el primer tomo de los diarios de la escritora.foto.fuente: Revista Ñ

¿Quién era Susan Sontag antes de convertirse en Susan Sontag? "Una autodidacta heroica", afirma ella misma, repasando sus comienzos en una entrevista con The Paris Review. En el epílogo a Contra la interpretación, amplía la definición a "esteta beligerante y moralista apenas disimulada" y, también, a "combatiente de nuevo cuño en una batalla muy antigua: contra el filisteísmo, contra la superficialidad y la indiferencia estéticas". Más allá de cierto ronroneo de vanidad, esas declaraciones tienen un problema fundamental: son retrospectivas, por lo que no dicen gran cosa sobre la formación del carácter, ni documentan el día a día del aprendizaje. Pero la publicación de sus diarios invierte la perspectiva. Los lectores encontrarán en ellos una descripción de la lucha literaria contemporánea a los hechos.

Sontag llevó un diario toda su vida adulta, desde los doce años hasta el año de su muerte, 2004. Para entonces había llenado un centenar de cuadernos, que se alineaban en el vestidor de su habitación junto a otros objetos personales como fotografías y recuerdos de familia. No formaban exactamente un proyecto secreto, pero sólo unos pocos amigos tuvieron conocimiento (indirecto) de esos escritos. La autora nunca publicó un extracto, ni dejó tampoco instrucciones precisas sobre qué debía hacerse con la colección cuando ella ya no estuviese. Su hijo y editor, David Rieff, recuerda una solo conversación sobre el tema durante la enfermedad final de Sontag. Las palabras maternas: "Ya sabes dónde están los diarios".

Saber dónde están los diarios, por supuesto, no es lo mismo que saber qué hacer con ellos. Pero Rieff, como explica en el prólogo sobrio a Renacida, no tuvo muchas opciones, porque el soporte material de los cuadernos no le pertenecía. Sontag había vendido su archivo a la biblioteca de la Universidad de California en Los Angeles y, por contrato, correspondía entregarlos con el resto de sus papeles, como se hizo. Si el hijo no publicaba, otro lo haría. Aunque es muy consciente de que la divulgación viola "la intimidad" de la autora, Rieff no parece haber dudado del valor intrínseco de los papeles. "Afirmar que estos diarios son reveladores es un drástico eufemismo", escribe, con lo que yo llamaría una pequeña hipérbole.

Hay que ser claros, entretanto, en cuanto a qué tipo de textos tenemos. Rieff los llama " diaries " (diario íntimo), lo que es un poco más personal que "journal" (diario), pero por momentos se acercan a los "cuaderno de notas", como por ejemplo los carnets de Camus, que Sontag reseñó. Las anotaciones son mayormente parcas e inconexas. Abundan las listas de palabras, títulos y nombres de autores. Más aún, las anécdotas jugosas o los autoanálisis de fondo comúnmente asociados con la escritura íntima están ausentes. Comparadas con los inspirados diarios de una Hélène Berr, por mirar a otra joven intelectual en ciernes, estas notas echan en falta amplitud. Sontag escribe además con la razón siempre encendida; no hay desarreglos emocionales ni destellos lingüísticos como los que aparecen, por dar otro ejemplo juvenil, en los diarios de Sylvia Plath (Sontag evalúa desarreglos, lo que es muy distinto). Aunque sorprendentemente madura, la prosa es casi siempre instrumental, por lo que rara vez alcanza a grandes diaristas de la lengua inglesa como Katherine Mansfield o Virginia Woolf. El interés del diario hay que buscarlo, más bien, en la historia de un aprendizaje.

Primero de tres volúmenes planeados, Renacida. Diarios tempranos, 1947-1964 se extiende desde la adolescencia de la escritora hasta el año en que publica "Notas sobre lo camp", quizás su ensayo más famoso. Rieff tuvo el buen gusto de no poner "Continuará", pero calculó los cortes con la destreza de un folletinista. En el comienzo, Sontag es una chica de 14 años que desea escapar de las constricciones de la monótona vida de familia en compañía de su madre y su padre adoptivo, Nathan Sontag (su verdadero padre había muerto cuando ella tenía cinco años). Apenas si aparece la novela familiar; pero hay acotaciones elocuentes: "Malgasté la noche con Nat[han]. Me dio una lección de conducir y después lo acompañé y fingí que disfrutaba una película en Technicolor de sangre y truenos". Nada de compañía vulgar para esta quinceañera que ya está escuchando la grabación del director Fritz Bush de Don Giovanni y, al mismo tiempo, leyendo el diario de Gide: "Gide y yo hemos alcanzado tal perfecta comunión intelectual que siento los mismos dolores de parto de cada idea que alumbra".

Uno reconoce, por supuesto, la pretensión sin límites de frases como la anterior, pero la ambición intelectual de la diarista es tan urgente que enternece. Al mismo tiempo, su sensibilidad no está aún disociada en reacción emocional y evaluación razonada. La curiosidad de Sontag, que nunca la abandonaría, es por ahora impulsiva. Al anotar qué autores ha de leer, sinfonías de escuchar, u obras de teatro de ver, Sontag expone su deseo casi bulímico de consumir cultura, de apropiársela. En diciembre de 1948, por ejemplo, hace planes de lectura:

Los monederos falsos
–Gide
El inmoralista –"
Las aventuras de Lafcadio –"
Corydon –"
Tar – Sherwood Anderson
The Island Within –Ludwig Lewisohn
Santuario –William Faulkner
Esther Waters – George Moore
Diario de un escritor – Dostoievski
Al revés – Huysmans
El discípulo – Paul Bourget
Sanin – Mijail Artzybashev
Johnny cogió su fusil – Dalton Trumbo
La salvación de un Forsyte – Galsworthy
El egoísta – George Meredith
Diana de las encrucijadas –"
La ordalía de Ricardo Feverel –"

Hasta ahí, la prosa. Pero también le interesa la poesía: "Dante, Ariosto, Tasso, Tibulo, Heine, Pushkin, Rimbaud, Verlaine, Apollinaire". Y, naturalmente, el teatro: "Synge, O'Neill, Calderón, Shaw, Hellman..." Todavía no ha cumplido los dieciséis. Anota Rieff para dejar en claro la amplitud mental de su madre: "Esta lista prosigue otras cinco páginas y se mencionan más de un centenar de títulos". Quizás no es una impertinencia señalar que nadie sabe a cuántos de todos esos nombres ilustres Sontag leyó entonces. Pero aún así. ¡Mijail Artzybashev! A los dieciséis años, la lectora precoz parte a la Universidad de Berkeley, California. "Quiero escribir", anota a poco de llegar. Pero escribir no es un mero deseo profesional, sino que conlleva una reinvención de sí misma. De ahí el título elegido por Rieff, en alusión a una frase consignada en mayo de 1949: "RENAZCO EN LA EPOCA REFERIDA EN ESTE CUADERNO". De hecho, las listas como las anteriores son una afirmación de la personalidad, incluso de la voluntad. Por esa época despunta la convicción de Sontag de que un escritor no está atado a sus orígenes ni a una cultura en particular. Debe, antes bien, "interesarse por todo". Y cuando anota que va a concentrarse en "Aristóteles, Yeats, Hardy y Henry James", reconocemos el alba de la futura ensayista panóptica: he aquí a la joven Sontag frotando en la misma frase las connotaciones de un clásico y tres grandes modernizadores; sólo falta la mención de algún oscuro dramaturgo japonés para que lleguemos al mediodía de su método. Es también notable que, mientras se dedica a los escritores de la modernidad, sus opiniones sobre literatura empiezan a hacer eco de las vanguardias. "La técnica[...] la exuberancia verbal me atraen con gran intensidad" (01/03/49). Sontag no sólo quiere leer, oír y mirar; busca estar al día en sus apreciaciones.

La precocidad no siempre se vive felizmente. Sontag se refiere desde temprano a la "angustiosa dicotomía de cuerpo y mente", y no sorprende ver que, en su adolescencia, encuentra en el intelecto un refugio a sus "temores e inhibiciones". Anota con "renuencia" sus "tendencias lésbicas" (25/12/ 48), aunque en California descubre el sexo gozoso con una mujer a la que se refiere como H. Y exclama: "Ya conozco la verdad –sé cuán bueno y correcto es amar– se me ha dado, de algún modo, permiso para vivir". De pronto le parece "posible vivir a través del cuerpo y evitar todas esas horribles dicotomías". Hasta se permite exclamar: "Estoy viva... Soy hermosa... ¿hay algo más?" Y en la misma entrada: "Sé lo que quiero hacer con mi vida, todo esto es muy sencillo, pero en el pasado me era muy difícil saberlo. Quiero acostarme con muchas personas.Quiero vivir y aborrezco la muerte. No daré clases, ni obtendré un máster después de graduarme... ¡No tengo la intención de dejar que mi intelecto me domine, y lo único que no quiero es venerar el conocimiento o a la gente que lo posee!" Es uno de los pasajes más conmovedores del diario, precisamente porque ninguna de las autopromesas va a cumplirse. Sontag se embarcaría en relaciones largas y desgastantes, daría clases y obtendría no uno sino dos másteres (aunque nunca completaría su doctorado). Por supuesto, resulta de lo más irónico, en retrospectiva, que "la mujer más inteligente de Estados Unidos", como la llamó Jonathan Miller, se proponga no venerar a los poseedores de conocimientos. En 1949, Sontag se propone también "aceptar mi homosexualidad" y llevar una "vida desarraigada, frenética". Pero, una vez más, la historia le arruina los planes. En 1950, se cambia de la universidad de California a la de Chicago, donde se le ofrece "una maravillosa oportunidad–hacer algún trabajo de investigación para un profesor asociado de soc[iología] llamado Philip Rieff". En diciembre de ese año, con apenas 17 años, se casa con Rieff. Anota: "Me caso con Philip con plena conciencia + temor a mi voluntad de autodestrucción".

Fechada el 3 de enero, la frase anterior es la única entrada de 1951. David Rieff anota que no ha encontrado, salvo ella, "ningún cuaderno correspondiente a 1951 o 1952". Y el silencio habla del comienzo de un período difícil, que se extenderá por siete años. Para Sontag, el matrimonio llegará a ser "una institución comprometida con el embotamiento de los sentimientos" (4/9/56) y la "perdida de la personalidad". (14/2/57). Leemos constantes alusiones a peleas y discusiones, aunque ninguna descripción de una, ni asignaciones de culpas. Característicamente, Sontag empieza a proyectar por esta época unas "notas sobre el matrimonio", que nunca recopila. De las desavenencias matrimoniales no la salva la escritura, pero sí el estudio. En 1958 una beca le permite partir a la universidad de Oxford, Inglaterra, desde donde a su vez seguirá camino a París y a la Sorbona.

En París llega la apoteosis de Sontag, una eurófila declarada. Y los años 1958-59 son quizás los más ricos del diario. En lo personal, Sontag retoma su relación, profundamente infeliz, con H. y conoce a la dramaturga Maria Irene Fornes, con quien conviviría de regreso a Nueva York a principio de los sesenta (para complicar las cosas Fornes y H habían sido amantes), tras divorciarse de Philip Rieff. Pero lo más interesante es que se acelera su maduración intelectual. Ya no leemos meras listas, sino despiertas observaciones críticas, algunas plenamente sontaguianas, como la siguiente sobre artes autoreferenciaes: "Pirandello, Brecht, Genet –para los tres, de un modo ejemplar y contrastante, el tema del teatro– es el teatro. En cuanto a los action painters , el tema de la pintura es la acción de pintar. Compárese Esta noche se improvisa [de Pirandello], Las criadas [de Genet], El círculo de tiza caucasiano …" Sontag, en efecto, no puede dejar de comparar: "Racine es más ajeno que el teatro Kabuki [...] La obra consiste en una serie de enfrentamientos de dos o a lo sumo tres personajes (¡sin derroches shakespearianos!); el medio intelectual no es ni el diálogo ni el soliloquio, pero algo intermedio, que me pareció desagradable – la diatriba".

Uno vuelve, al leer estas entradas, a la idea de que el escritor tiene que interesarse "por todo". Ahora, ¿qué quiere decir interesarse por todo, como escritor? En el caso de Sontag, estudiar sin pausa las diversas manifestaciones del arte, la música, la política, la historia, la filosofía, la historia de la religión... Pero David Rieff, quizá sin darse cuenta, introduce una salvedad importante al contrastarla con el novelista John Updike: "Es imposible imaginar que [ella] afirmara que debía 'contar todo sobre Tucson' [...] del mismo modo en que Updike afirmó respecto de sus comienzos como escritor que tenía que 'contar todo sobre Shillington [...]', su pueblo natal." El problema es que, al escribir para definirse, "en diálogo conmigo misma, con los escritores vivos y muertos que admiro, con los lectores ideales..." (1962), Sontag desatiendía su relación con el mundo material. Demostraba las mejores cualidades de un novelista al escribir ensayos, considerando las ideas como personajes y retratándolas amorosamente; por desgracia, no demostraba el mismo grado de curiosidad al escribir novelas. Escribo, dice Sontag en 1957, "por egotismo. Porque quiero ser ese personaje, una escritora, y no porque haya algo que deba decir", lo cual es una afirmación bastante extraña. Difícilmente se le oiría a Updike, que tanto tuvo que decir sobre Sillington.

Que Sontag era consciente de esas limitaciones lo prueba una entrada crucial de diciembre de 1961: "El escritor debe ser cuatro personas:
1) El loco, el obsédé.
2) El tarado
3) El estilista
4) El crítico
1 suministra el material; 2 permite que aflore; 3 es el gusto; 4 es la inteligencia. Un gran escritor es los cuatro – pero puedes ser aún un buen escritor con 1) y 2) solamente; son muy importantes."

La intimación que flota por sobre esa lista es la de saberse mayormente 3) y 4). Y ahí reside quizá la tragedia privada de Sontag. Los diarios, como nota Rieff, fluctúan entre "el dolor y la ambición": dolor personal, ambición intelectual. Pero está también el dolor de la ambición. En Renacida aparece, contra los pronósticos de la autora, no una gran escritora de ficción, sino una ensayista ejemplar, que en la época en que termina esta selección puede escribir un diagnóstico como el siguiente: "Es tiempo de que la novela se convierta en lo que no es en Inglaterra y Estados Unidos: una forma seria de arte que las personas de gusto serio y refinado en otras ramas del arte puedan tomarse en serio" ("Nathalie Sarraute y la novela", 1962). A Sontag, cuya mejor novela sería un romance histórico, El amante del volcán, no le tocaría participar de esa revolución estética; pero nadie como ella para apreciar la seriedad del mandato

28.5.11

Vivir del cuento es posible

Considerado un género menor, el relato vive en España uno de sus mejores momentos: aumentan los lectores, la oferta de autores y los premios
Autores durante la presentación de Pequeñas resistencias 5.foto:Daniel Mordzinski.fuente:eldiariomontanes.es

Marcos Giralt Torrente se alzó, el pasado 31 de marzo, con el II Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero. Dotado con 50.000 euros, es el más cuantioso de las letras españolas y está llamado a convertirse en el referente del género. En su discurso de agradecimiento, el recién galardonado reconoció que el cuento era un género «acostumbrado al maltrato» y que con premios como el que recibía se generaban las condiciones para consagrar a futuras reencarnaciones de Borges, Cortázar o Chéjov. El propio Raymond Carver, referencia del relato realista norteamericano, gozó de una beca de 35.000 euros anuales durante cinco años consecutivos, para dedicarse a tiempo completo a la literatura. El apoyo es importante.
¿A qué se refería el nieto de Gonzalo Torrente Ballester con lo de género maltratado? «Maltratado por los grandes editores, que salvo excepciones, prefieren abstenerse de publicarlos; maltratado por los lectores, que los leen poco, y maltratado por la prensa que no les dedica la misma atención que a la novela». Un panorama sombrío que empieza a oler a pasado, como demuestra la creación de este premio. De entrega bianual, el primero en resultar galardonado, en 2009, fue el cuentista vitoriano Javier Sáez de Ibarra, con su 'Mirar al agua. Cuentos plásticos', una obra compleja y ambiciosa sobre la relación entre literatura y arte contemporáneo.
«Con sólo una edición, el premio ya está considerado el más importante en cuanto a relato inédito», asegura Juan Casamayor, responsable editorial de Páginas de Espuma, que hace gala, desde hace años, de ser capaz de «vivir del cuento» con toda dignidad. Este sello es el promotor, junto con el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera de Duero, de este certamen.
Se crea así un galardón de referencia que sobresale entre todos aquellos premios búfalo, como los llamaba Roberto Bolaño, de poca entidad, pero que contribuyen a la supervivencia económica del autor precario. Como la ingente cantidad de premios locales, regionales, ecologistas, solidarios, a los que rindió un cómico homenaje Fernando Iwasaki en 'España, aparta de mí estos premios'.
A este impulso del relato, se unen proyectos como 'Chéjov comentado', que supone una vuelta de tuerca a las antologías tradicionales que, por otra parte, siguen editándose a buen ritmo. Del autor ruso, la editorial Nevski Prospects (Colección Perspectivas) publicó en otoño una recopilación de cuentos que incluía una selección de relatos y las aportaciones de 16 cuentistas de referencia y expertos en el escritor de Taganrog. Nombres como Jon Bilbao, Matías Candeira o Eloy Tizón figuran en una lista confeccionada por el editor y prologuista Sergi Bellver, que recuerda que en la nómina del libro aparecen «muchos de los mejores escritores de relatos del presente, pero también traductores, eslavistas e incluso un poeta». Un acercamiento distinto al autor de 'Tío Vania', que escapa de una perspectiva convencional para «convocar una particular experiencia de lectura». El propio título da una idea de que son relatos más comentados, que abordados desde una sesuda óptica academicista. El antólogo se alegra de que muchos lectores jóvenes se estén acercando a la obra de un clásico como Chéjov gracias a esta recopilación. «Sólo por eso ya habrá valido la pena el esfuerzo».
El bilbaíno Juan Carlos Márquez, que ha publicado libros como 'Llenad la Tierra' (Menoscuarto, 2010) y quedó finalista en la primera edición del premio Ribera de Duero, considera que el relato vive un momento excepcional, «con un número de autores mayor que nunca». Y cita como muestra dos antologías significativas, 'Siglo XXI', de Menoscuarto, y 'Pequeñas Resistencias 5', de Páginas de Espuma, en las que aparecen cincuenta autores que hay que tener en cuenta. Por cuestiones de espacio, muchos se quedaron fuera, sin olvidar tampoco a los que escriben en otras lenguas oficiales distintas al castellano.
Además de esta emergencia de escritores de relato, se da una similar actividad en las editoriales, que hoy no temen dedicarse en exclusiva al relato o concederles un espacio mayor que antes, lo que se traduce también en un aumento de lectores. «El relato ha salido de la extravagancia y se aproxima a la normalidad», asegura Márquez, que próximamente publicará, en cambio, una novela. Se titula 'Tangram' y, a ritmo de 'thriller', narra la historia de una obesa mórbida que mantiene cautivos a dos estudiantes en el sótano de un palacete de Getxo.
De un modo similar opina Marcos Giralt Torrente, cuya última obra larga, 'Tiempo de vida', gozó de buenas críticas. «No cabe duda de que, gracias a un grupo de editoriales independientes, que han descubierto un filón en lo que otras más grandes despreciaban, los escritores cada vez tenemos más la sensación de que no es imposible publicar cuentos», dice.
Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, no se atreve a hablar de 'boom', pero sí reconoce un crecimiento sostenido del cuento, que está creando una base de autores firmes que en cambio sí que pasan por un «momento creativo excelente». Se refiere a autores nacidos a partir de los años sesenta que se han sabido separar del 'boom latinoamericano'. Han buscado sus propias voces, pero recuperando la tradición de nombres como Medardo Fraile, autor de la década de los cincuenta al que se ubica en la órbita de Ignacio Aldecoa. También siguen la estela de José María Merino, Luis Mateo Díez o Cristina Fernández Cubas.
Orgullosos
Un punto que destaca Casamayor es que esta hornada de autores jóvenes y no tan jóvenes no reniegan de su condición de cuentistas sino que se sienten «orgullosos» de serlo. El editor de Páginas de Espuma cita tres nombres como figuras a las que seguir en el universo del cuento. Uno, Hipólito G. Navarro, publica en su editorial y su 'El pez volador' ha concitado muy buenas críticas. El segundo, Eloy Tizón, es profesor en la escuela madrileña Hotel Kafka y autor habitual de Anagrama. El tercero que destaca Casamayor es Andrés Neuman, conocido por obras de 'largo aliento' como 'El viajero del siglo', pero que ha hecho una importante contribución a la buena salud actual del género corto. Como creador, pero también como director de la colección, antes citada, 'Pequeñas Resistencias 5'.
Otro nombre que comienza a hacer ruido es el de Matías Candeira, presente en la selección de 'Chéjov comentado' y que, pese a su juventud (nació en 1984) está demostrando maneras. Se estrenó en 2009 con 'La soledad de los ventrílocuos' y acaba de publicar 'Antes de las jirafas', un conjunto de relatos que huye de lo solemne. José Luis Pereira, responsable de la librería madrileña Tres Rosas Amarillas, la única de España dedicada en exclusiva al cuento, reconoce su talento.
Los nombres son muchos más: Jon Bilbao, Carlos Castán, Esther García Llovet o Víctor García Antón, Patricio Pron, Norberto Luis Romero, Sergi Pàmies, venerado por Enrique Vila-Matas, y todos los que vendrán.

24.5.11

El hombre que dibuja las letras

Günter Grass escribe en completo silencio en medio de una atmósfera renacentista
El escritor Günter Grass.foto: Bernardo Pérez.fuente.elpais.com

Escribe de pie, como Hemingway; y su máquina de escribir no está tan lejos de aquellas máquinas que utilizaba el autor de El viejo y el mar. Su estudio (el de Alemania y el de Dinamarca) es el lugar de trabajo de un artista total, de un orfebre y de un fumador en pipa. Esta última característica no es accidental en la vida cotidiana de Günter Grass (Danzig, actual Gdansk, 1927; premio Nobel de Literatura 1999), pues la pipa es como el diapasón de su pensamiento, el elemento que precisa para que su timidez de adolescente asustado oculte un rato su ansiedad o su silencio. Se despierta muy temprano en su casa de Lübeck, Alemania, se enfunda su ropa marrón, de colores diluidos, se pone sus zapatones de andar por el bosque, desayuna y atraviesa como un forzado el paseo verde que divide su lugar de sueño, asueto y cocina, y se instala en este estudio en el que siempre ha habido un aguafuerte de Goya mirándole escribir. Escribe en cuadernos enormes, y con una letra ilegible que recuerda algunos manuscritos de la era de Goethe, como si dibujara las letras, como si en ellas pusiera el empeño de un niño superdotado que ha aprendido a escribir pintando. Es un perfeccionista incluso escribiendo su diario, que tiene abierto por la última página, como si el día ya escrito le diera el tono del día siguiente. Su pasión es escribir manchando, es decir, creando geografías escritas o dibujadas, pero siempre sintiendo el latido de un cuadro como inspiración de lo que hace. Escribe escenas como si las dibujara; es algo así como un viejo director de cine que tuviera en la cabeza todo lo que ha de suceder en un filme, y así hace las novelas, dibujándolas, y muchas se leen como dibujos; es más, a algunos de sus libros les ha añadido sus dibujos, que hace aquí también, o sobre todo, bajo la advocación de su amigo Francisco de Goya. Por decirlo así, es un artesano que, cuando toma en la mano un lápiz, una pluma o un pincel, tiene en la memoria un suceso, un árbol, un pez o un pájaro, y aunque luego la historia sea tan dramática como su propia vida de protagonista de la peor historia de su país, siempre hay en su escritura o en sus dibujos la voluntad de perpetuarse, de dejar fijas sus señales. Esta sala en la que escribe es contigua a otra mucho más luminosa en la que están los libros que más consulta o que más quiere; ahí tiene un saloncito donde recibe a los periodistas cuando vamos a interrumpir su relación con las imágenes que le animan la vida. Con las gafas cortadas y caídas, ahí dentro se puede ver a Grass luchando contra el tiempo con las armas de la escritura, el dibujo y el silencio.

21.5.11

15 escritores hispanoamericanos para seguir en twitter


Pantallazo de la cuenta de twitter de la escritora mexicana Elena Poniatowska.foto.fuente:revistaarcadia.com

A continuación una lista de quince escritores hispanoamericanos que han entrado en la onda 2.0 y usan twitter para difundir su trabajo y para acercarse a sus lectores

1. Elena Poniatowska http://twitter.com/Eponiatowska

¿Quién es? Tal vez una de las escritoras mexicanas vivas más importantes. Autora de Querido Diego, te abraza Quiela, El tren pasa primero y, más recientemente, Leonora.

¿Por qué seguirla? Porque en sus pocos trinos, Poniatowska ha compartido con sus seguidores algo del proceso de creación de su última novela. Además, lentamente se está familiarizando con neologismos de esta red social como el tradicional #FF de los viernes.

2. Arturo Pérez- Reverte http://twitter.com/perezreverte

¿Quién es? Escritor español autor de La reina del sur, El club Dumas y de la serie Las aventuras del capitán Alatriste.

¿Por qué seguirlo? Porque es uno de los autores más involucrados en el mundo 2.0, Pérez- Reverte se encuentra en constante conversación con sus seguidores.

3. Jorge Volpi http://twitter.com/jvolpi

¿Quién es? Escritor mexicano perteneciente a la Generación del Crack. Autor de Días de ira, El fin de la locura y El jardín devastado.

¿Por qué seguirlo? Porque es un tuitero sesudo y en sus trinos comenta temas de política, cultura y literatura con un tono propio.

4. Iván Thays http://twitter.com/moleskinelit

¿Quién es? Escritor peruano creador del exitoso blog de literatura Moleskine literario. Autor de Un lugar llamado oreja de perro.

¿Por qué seguirlo? Porque esta cuenta muestra las actualizaciones de su blog que siempre está al tanto de las últimas noticias de las letras mundiales.

5. Ricardo Silva Romero http://twitter.com/rsilvaromero

¿Quién es? Novelista bogotano. Colaborador de Arcadia y crítico de cine de Semana. Autor de Autogol, En orden de estatura y Parece que va a llover.

¿Por qué seguirlo? Porque desde su cuenta comparte links sobre cine comentarios sobre actualidad y a veces hace listados sobre las mejores películas de la historia de acuerdo a distintos géneros. Además, siempre tiene un reply amable para sus seguidores.

6. Alberto Ruy Sánchez http://twitter.com/albertoruy

¿Quién es? Escritor mexicano autor de Los nombres del aire, Nueve veces el asombro y La mano del fuego,

¿Por qué seguirlo? Porque desde esta cuenta Ruy Sánchez comparte impresiones y fotografías de sus viajes. Además, siempre está pendiente de las notas de prensa de sus libros y de sus seguidores.

7. Guillermo Arriaga http://twitter.com/g_arriaga

¿Quién es? Guionista, productor, director de cine y además novelista mexicano. Autor de El búfalo de la noche y director de Amores Perros (elegida como la mejor película latinoamericana por Revista Arcadia)

¿Por qué seguirlo? Porque es una cuenta personal en donde el afamado director da sus impresiones sobre su cotidianeidad.

8. Juan Esteban Constaín http://twitter.com/Aulogelio

¿Quién es? Historiador y novelista payanés. Autor de El naufragio del imperio y ¡Calcio!

¿Por qué seguirlo? Con la gracia que lo caracteriza, Constaín tuitea sobre su cotidianeidad, comparte vínculos y hasta polemiza con el columnista Alejandro Gaviria.


9. Francisco Hinojosa
http://twitter.com/panchohinojosah

¿Quién es? Poeta y narrador mexicano, invitado al pasado Hay Festival. Autor de El tiempo apremia.

¿Por qué seguirlo? Porque en esta cuenta Hinojosa hace divertidos aforismos para comentar notas de política y actualidad.

10. Cristina Rivera Garza http://twitter.com/criveragarza

¿Quién es? Novelista y académica mexicana ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Autora de Nadie me verá llorar y La muerte me da.

¿Por qué seguirla? Otra tuitera sesuda. Rivera Garza reflexiona sobre la literatura y la escritura y también comparte links de interés sobre blogs, arte y música.

11. Juan Villoro http://twitter.com/juanvilloro56

¿Quién es? Escritor y periodista mexicano. Autor de Dios es redondo, Safari accidental y Llamas de Ámsterdam.

¿Por qué seguirlo? Porque es una cuenta llena de aforismos y comentarios sobre la actualidad, hechos con la gracias particular de este gran cronista.

12. Alberto Salcedo Ramos http://twitter.com/salcedoramos

¿Quién es? Reconocido cronista barranquillero. Autor de El Oro y la Oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé y, más recientemente, La eterna parranda.

¿Por qué seguirlo? Porque es un tuitero que comparte notas de actualidad, citas de grandes maestros de periodismo y hasta comentarios sobre fútbol.

13. Quim Monzó http://twitter.com/quim_monzo

¿Quién es? Escritor y periodista catalán. Autor de Gasolina, La magnitud de la tragedia, El porqué de las cosas y Guadalajara.

¿Por qué seguirlo? Fiel al humor negro que usa en sus ficciones, la cuenta de Monzó está llena de humor y de noticias extrañas sobre deportes y farándula. No es de extrañar que frecuentemente le haga RT a Justin Bieber, David Bisbal o Alejandro Sanz.

14. Alberto Chimal http://twitter.com/albertochimal

¿Quién es? Escritor mexicano autor de la novela Los esclavos. También hizo el cómic Horacio en las ciudades, ilustrada por Ricardo García.

¿Por qué seguirlo? Porque desde esta cuenta Chimal comparte maravillosos hallazgos de Internet que van desde lecturas interesantes hasta videos musicales.

15. Jordi Soler http://twitter.com/jsolerescritor


¿Quién es? Escritor mexicano autor de Bocafloja, La mujer que tenía los pies feos y La fiesta del oso.

¿Por qué seguirlo? Porque desde su cuenta de twitter comparte capítulos de sus novelas, citas de escritores y recomendaciones de lectura.

Hallan material inédito de Anthony Burgess, autor de "La Naranja Mecánica"

Un grupo de investigadores ha encontrado relatos, guiones, cartas y composiciones musicales hasta ahora desconocidas del escritor británico Anthony Burgess, el autor, entre otros, de la novela La Naranja Mecánica ("Clockwork Orange")

Portada de La naranja mecánica de Anthony Burgess.foto.fuente:revistaarcadia.com


Los materiales han sido encontrados en la Fundación Internacional Anthony Burgess de Manchester (Inglaterra), a la que la viuda del escritor, fallecida en 2007, entregó la documentación que había en las tres casas que fueron propiedad de la pareja.

Anthony Burgess (1917-1993), escritor y compositor, se hizo famoso mundialmente gracias "La Naranja Mecánica", sobre todo después de que Stanley Kubrick la adaptara al cine en 1971.

Burgess escribió otras 33 novelas y compuso decenas de piezas musicales, en una prolífica trayectoria que ahora se completa con el hallazgo realizado en la Fundación que lleva su nombre.

Entre otras obras, los investigadores han encontrado 20 relatos cortos, una película sin producir, varios guiones de teatro y un guión para una película sobre Napoleón Bonaparte que también iba a dirigir Stanley Kubrick para la gran pantalla.

Además, se ha encontrado el guión original que Burgess escribió para la película de Kubrick, que el cineasta rechazó por ser excesivamente violenta, según manifestó a la BBC Andrew Biswell, biógrafo del autor y director de la Fundación.

Biswell explicó que la versión para el cine "es un poco más violenta que la novela. Hay una escena inicial en la que Alex abre el armario de su dormitorio que está lleno de drogas y agujas hipodérmicas, y en el que también hay la calavera de un niño".

Otro hallazgo interesante son los fragmentos de un guión que Burgess escribió para una obra de teatro sobre el legendario mago Harry Houdini, en el que estuvo trabajando con Orson Welles.

Entre las piezas literarias hay una copia de un escrito no publicada sobre Londres, que mezcla realidad y ficción, y un trabajo sobre la historia de la literatura inglesa, que sí se había publicado.

Algunos de los relatos cortos han sobrevivido solo como grabaciones en cinta magnetofónica.

Según explicó Biswell, Burgess solía grabar las historias para saber "si eran interesantes de escuchar".

"Burgess era conocido como alguien que escribía novelas realmente larga, por lo que es una gran sorpresa encontrar que también escribía en formatos más cortos", dijo su biógrafo.

"Muchas de las historias son muy desagradables y tienden hacia lo sobrenatural también. Muchas historias de fantasmas y sobre dioses que bajan a la tierra", añadió el profesor Biswell.

20.5.11

Notas en un diario: El Oso

Los diarios de Ricardo Piglia, tantas veces mencionados en entrevistas y artículos al punto de haberse erigido a la categoría de mito, ya suman decenas. Son cuadernos de tapa negra de cuerina sintética, que el escritor va a buscar a una librería de La Boca porque ya casi no se consiguen
Quinta entrega. De las Notas en un diario de Ricardo Piglia.ilustración.fuente:Revista Ñ

Martes
Han visto un oso en el bosque, al costado de una hondonada, no lejos de aquí. Era una mancha entre los árboles, una niebla en el aire. Se abrió paso y apareció en un descampado, en el borde de Mountian Avenue. Alzado en dos patas, alterado por el ruido de los automóviles, con un brillo asesino en los ojos, se movió en círculos y por fin se alejó hacia la espesura.

Me hizo acordar al oso de un circo ambulante que se instaló en un baldío en los fondos de mi casa, en Adrogué, cuando yo era chico. Lo observé durante horas desde el cerco de ligustro. Atado con una cadena, también se movía en círculos y a veces lo escuchaba aullar en la noche.

El circo cerraba la función con un espectáculo teatral. Las obras eran adaptaciones de piezas costumbristas y de radioteatros populares. Los actores le pidieron prestado unos muebles a mi madre para armar el decorado. Cuando asistí a la representación, los sillones de madera clara del jardín de casa que aparecían en el escenario me impidieron creer en lo que veía. El oso merodeando en las cercanías del campus me produce el efecto inverso.

Miercoles
Estoy leyendo Letters de Saul Bellow. Escritas entre 1932 y 2005 las cartas se pueden ver como la historia de un escritor que construye –o inventa– su propia tradición.

Bellow es el primer traductor de Isaac Bashevis Singer al inglés (el relato "Gimpel, the fool", traducido por él, se publica en Partisan Review en 1952) pero se distancia del retrato realista de las víctimas (los schimazl) y los grises hombres vencidos de la tradición judía a la Bernard Malamud.

"En alguna parte de mi sangre judía e inmigrante hay claras huellas de duda sobre si tengo o no derecho de ser un escrtitor", dice Bellow. El momento de ruptura fue Las aventuras de Augie March (1953) donde encuentra su voz y descubre que no tiene por qué forzarse a escribir "siguiendo las reglas de nuestro querido establishment blanco, anglosajón y protestante como si yo fuera un inglés o un colaborador del New Yorker".

El héroe de sus grandes novelas es un intelectual: lo que importa no es cómo la realidad construye la conciencia de los personajes, sino cómo la conciencia de los personajes define –y da forma– a la realidad. Herzog es el punto más alto en esa línea.

Entre nosotros el que realiza esa operación de ruptura es Roberto Arlt: escribía en contra de la tradición central y por eso inaugura un modo nuevo de hacer literatura. Su hija, Mirta Arlt lo ha definido con claridad: "Mi padre era amigo de Güiraldes, que era un señor paquetísimo, pero mi padre no tenía ninguna aspiración de parecerse a la gente paquetísima a la que en el fondo despreciaba. Entre otras cosas porque a la gente paquetísima le parecía que a un hijo de inmigrantes no le correspodía ser escritor sino guardiacárcel".

Jueves
Empecé a ir al gimnasio. La categoría en el boxeo no se define por la edad sino por el peso. He sido un welter (66,00 kg) pero ahora soy un peso mediano (72,00 kg). Los que se entrenan aquí son chicos de catorce o quince años que se preparan para los Golden Gloves. Algunos sin embargo vienen a fortalecer su brazo para los lanzamientos de bola rápida del béisbol. Practican el jab y el directo contra la bolsa de arena y ejercitan el impulso del hombro y el giro del cuerpo para poder lanzar la bola a cien millas por hora sin desgarrarse. Las rutina de los ejercicios sigue el ritmo de las peleas: tres minutos de entrenamiento riguroso y uno de descanso.

El instructor es un viejo cubano exiliado que dice haber sido campeón pluma en unos remotos campeonatos socialistas de boxeo en Moscú. Mulato y muy tranquilo, es admirador de Kid Gavilán y de Ray Sugar Leonard. En el pugilato, dice, el estilo depende de la vista y de la velocidad, es decir, de lo que él llama, "científicamente", la visión instantánea.

Todos sospechan que vine acá para escribir una crónica sobre los gimnasios y me cuentan sus historias. Varios dicen ser conocidos de la novelista Joyce Carol Oates que ha escrito un buen libro sobre el box y a quien, con simpatía, llaman Olivia por su parecido con la mujer de Popeye.

Viernes
Releo el Journal de Stendhal. Recuerdo la visita a la biblioteca de Grenoble con Michèle Lafont. En los sótanos tuve acceso al original del Diario . La encargada de los manuscritos era una figura stendhaliana, una mujer severa y atractiva, de un erotismo helado, que trajo el cuaderno sobre un almohadón de terciopelo rojo. Tuve que calzarme un par de guantes de látex blanco para poder tocar las páginas mientras sentía la respiración de la dama francesa a mis espaldas.

Stendhal acompaña con dibujos y bocetos las escenas que narra en su Diario . Cuenta una cena con amigos y luego hace un croquis minucioso de la sala y de la disposición de los comensales sentados a la mesa. Tenía una imaginación espacial, cartográfica. Basta recordar la panorámica del pueblo de Verriéres en el comienzo de Rojo y Negro .

Anota en el Diario , el 23 de agosto de 1806: "He aquí la razón por la que creo tener algún talento: observo mejor que nadie, veo más detalles, veo con más justeza, incluso sin necesidad de fijar la atención..." El Diario de Stendhal, otro ejercicio de "visión instantanea".

Sábado
La primera traducción al chino de Don Quijote fue obra del escritor Lin Shu y de su ayudante Chen Jialin. Como Lin Shu no conocía ninguna lengua extranjera, su ayudante lo visitaba todas las tardes y le contaba episodios de la novela de Cervantes. Lin Shu la traducía a partir de ese relato. Publicada en 1922, con el título de La historia de un caballero loco , la obra fue recibida como un gran acontecimiento en la historia de la traducción literaria en China. Sería interesante traducir al castellano esa versión china del Quijote. Por mi parte, me gustaría escribir un relato acerca de las conversaciones entre Lin Shu y su ayudante Chen Jialin mientras trabajan en su transcripción imaginaria del Quijote.

Domingo
El suicidio de Antonio Calvo, encargado de la enseñanza de la lengua española en Princeton University, ha producido una conmoción en la comunidad académica. Tres días antes de su trágica muerte, Calvo había sido cesanteado por la administración, que no sólo decidió la suspensión inmediata de sus clases sin mediar explicación alguna, sino que envió a un guardia de seguridad a bloquearle el acceso a su oficina, como si se tratara de un merodeador peligroso.

Las autoridades utilizaron para tomar su decisión las observaciones y opiniones vertidas en algunas de las cartas de evaluación pedidas por la administración a estudiantes y a colegas de Calvo. Lo que está en juego en este penosísimo acontecimiento no es el contenido de esas cartas –que habitualmente circulan en los procesos de evaluación, multitudinarias y kafkianas–, sino el modo de leerlas. En los diez años de trabajo de Calvo en la universidad no hubo un solo hecho que justificara esa decisión: se trató básicamente de una cuestión de interpretación de metáforas, dichos y estilos culturales.

Los académicos encargados de leer las cartas actuaron como aquel campesino del cuento clásico que interrumpe una obra de teatro para avisarle al héroe de que se encuentra en peligro. Antonio Calvo era un joven intelectual español, formado en los debates de la transición democrática en su país. Nada explica un suicidio, pero nada explica tampoco la decisión arrogante de los encargados de juzgar a colegas que pertenecen a tradiciones culturales diferentes a las que dominan en la academia norteamericana.

Los héroes de la tragedia clásica pagaban con su vida la comprensión equivocada de la palabra oracular, en la actualidad son otros quienes leen tendenciosamente los textos que cifran los destinos personales. La significación de las palabras –diría alguno de los discípulos de Wittgenstein que abundan en el campus– depende de quien tenga el poder de decidir su sentido.

Lunes
El pianista que vive enfrente, del otro lado de la calle, ensaya todas las tardes la última sonata de Schubert. Avanza un poco, se detiene y vuelve a empezar. Sensación de una ventana que tarda en abrirse. Hoy lo he visto, de pie frente a su auto, el capot levantado, en estado de quietud. De vez en cuando se inclinaba y escuchaba el sonido del motor en marcha. Volvía a erguirse y persistía, inmóvil, en su espera, indescifrable y tranquila.

17.5.11

Los 1.500 metros de la literatura

Jorge Volpi publica un volumen con tres relatos de "media distancia" - El género necesita "paciencia de novelista y agilidad de cuentacuentos"

El escritor mexicano Jorge Volpi, fotografiado en Madrid.foto:Álvaro García.fuente:elpais.com

Ni dictadura ni anarquía: democracia. Ni novela corta ni cuento largo: todo cuento largo es "un mal cuento" y toda novela corta es "casi siempre, una historia larga que ha sufrido una amputación". Ni maratón ni cien metros lisos: media distancia. ¿Condiciones necesarias para practicarla? "Paciencia de novelista y agilidad de cuentacuentos". Jorge Volpi (México, 1968) abre su nuevo libro con seis brillantes páginas en las que, zigzagueando, trata de definir la ambigua poética de los tres textos que contiene. Los editores, entretanto, parecen tener las cosas más claras y al lado del título del volumen -Días de ira (Páginas de Espuma)- han colocado una palabra inequívoca: cuentos.

Volpi no le da mayor importancia al detalle y admite que, vistos los ejemplos que él mismo enumera -La metamorfosis, Los muertos, Pedro Páramo-, no se trata de un género con mala reputación sino mal definido: "La media distancia ha dado obras maestras a la literatura universal. Para muchos, Aura es la obra mayor de Carlos Fuentes. Y tiene 62 páginas". El autor de En busca de Klingsor dice que no escribió los tres "híbridos" reunidos ahora buscando un sentido unitario. Solo al verlos juntos reparó en que tenían algo en común: "Hablan de relaciones de pareja que terminan de forma turbia por la intervención de una tercera persona".

El primero de ellos -A pesar del oscuro silencio- se centra en la obsesión del protagonista por el mexicano Jorge Cuesta, poeta y químico, loco y suicida. Volpi recuerda que el primer texto que publicó en su vida fue un ensayo sobre ese enigmático personaje, al que Octavio Paz consideraba el hombre más inteligente que había conocido. "Por entonces, finales de los ochenta, todavía no se hablaba de autoficción, pero algo de eso hay", cuenta el novelista. ¿Algún autor que ahora cause en él el mismo efecto que Cuesta hace 20 años? "Sí, J. M. Coetzee".

Por su parte, El Juego del Apocalipsis, el relato que cierra Días de ira narra el viaje de una pareja, otra, a Patmos, la isla en la que san Juan escribió su famosa revelación. La cercanía del 31 de diciembre de 2000 dota a ese viaje de un halo, efectivamente, apocalíptico. "Estuve en Patmos, sí", dice el escritor, "pero el resto es ficción". Esa ficción es un paseo por el delirio de la verdad: "Su exceso lleva a la muerte o a la locura". Las tres historias de Volpi hablan de locos. También de lectores. Como se dice en el texto central, que da título al volumen: "Crees que eres lector y eres personaje".

Narrador y ensayista, Volpi sabe mucho de promoción de la lectura. Después de años de dirigir Canal 22, la cadena cultural de la televisión pública mexicana, acaba de dejar el cargo para incorporarse como agregado a la Embajada de su país en Roma. ¿Son incompatibles televisión y cultura? "En absoluto. Nosotros comprobamos que para mucha gente Canal 22 es su único contacto con la cultura. No van al teatro o a conciertos pero los ven en televisión. Nuestro gran éxito fue un reality show de ópera y ballet".

Además, el concepto de minoría se vuelve relativo: "El programa dedicado a poesía lo ven 50.000 personas. La audiencia es catastrófica para la televisión comercial, pero si pensamos que en México los libros de poemas tiran 500 ejemplares... También abrimos el único programa de la televisión mexicana dedicado a la diversidad sexual. Fue un éxito. Y eso en una sociedad que, excepto en la Ciudad de México, sigue siendo muy conservadora".

13.5.11

Franco:“En este oficio hay un requisito: ser buen lector”

El escritor antioqueño Jorge Franco participó en el XVII Congreso de Literatura organizado por el Colegio Granadino. El tema central del evento fue El cine en la literatura, y quien más indicado para hablar sobre este tema que Franco, quien ha visto como dos de sus novelas han sido adaptadas al cine

El autor de Rosario Tijeras estuvo en el Congreso de Literatura del Colegio Granadino.foto.fuente:lapatria.com

¿En qué está trabajando?

Estoy avanzando en una nueva novela que comencé a escribir este año y paralelamente estoy escribiendo una serie de 13 capítulos para HBO.

¿Sobre qué es la nueva novela y la serie?

Una tragedia que conmovió a Medellín hace 60 años. Fue un secuestro y posteriormente un asesinato. Es una historia en la que quiero mezclar la fantasía con la realidad. De la serie no puedo dar detalles, lo único que puedo adelantar es que es una historia de narcotráfico, violencia y amor, muy colombiana.

En el país hay muchos críticos de estas historias, ¿qué opina?

Hay muchos prejuicios, pero también hay algo muy importante, toda sociedad tiene que contarse a través del arte, contar sus dolores, sus tragedias. Estados Unidos ha hecho procesos de catarsis a través del cine con temas como Vietnam, Europa lo ha hecho con la Segunda Guerra Mundial. Creo que son procesos naturales en el que las sociedades tienen que contarse así mismas, a mi no me extraña que en Colombia se siga produciendo literatura sobre narcotráfico, porque todavía sucede eso.

¿Qué opina de la adaptación de novelas al cine?

El cine y la literatura es un matrimonio, a veces afortunado y en ocasiones no funciona, pero van de la mano porque tienen el mismo objetivo de contar historias. Es un riesgo que hay que correr, a ver que pasa con una historia vista desde otro arte.

¿Quedó satisfecho con la adaptación de Paraíso Travel y Rosario Tijeras al cine y la televisión?

Quedé contento con las dos producciones cinematográficas, casi todo me gustó, por supuesto habían cosas que yo habría hecho diferente, pero como no es mi trabajo, respeto las decisiones de los directores.

En cuanto a la de televisión soy amigo de las producciones más cortas, hubiera funcionado mejor con menos capítulos, antes me alegré de que no hubiera sido más larga. Fue una adaptación mucho más libre que las otras. Cuando me contaron que eran 60 capítulos, sabía que mi historia se contaba en ocho.

¿Qué se debe tener para ser un escritor?

En este oficio hay un requisito, y es el de ser un buen lector. Uno con un bagaje bueno de lectura da ese salto a la escritura, es tal vez el único requisito que se necesita. Hay que armarse de mucha disciplina, obstinación y paciencia.

¿Qué tan disciplinado y obstinado es usted?

Creo en el hábito diario de escribir, lo hago de lunes a viernes, después del almuerzo. Y muy obstinado porque siempre me siento al frente del computador, a veces pasa mucho, otras veces no pasa nada.

¿En qué momento se dio cuenta que quería ser escritor?

Cuando entendí que no podía vivir sin hacerlo. La decisión difícil fue dejarlo todo por la escritura, aunque me di cuenta que lo que estaba haciendo tenía eco, gustaba. Había quedado finalista en algunos premios de literatura y fue muy importante el apoyo económico y moral de mi familia.

¿Qué le gusta leer?

Leo de todo. En la mañana periódicos, en las noches libros, a veces por gusto, otras veces por obligación puede ser algo que me puede servir para lo que estoy escribiendo.

¿Y qué está leyendo?

En este momento leo un libro que tiene un título horrible que se llama Nunca me abandones, su autor es Kazuo Ishiguro, hasta ahora me ha encantado, incluso lo adaptaron al cine, ya compre la película, pero no me la he querido ver hasta que no termine el libro.

¿Qué tanto hay de realidad y de ficción en sus novelas?

Hay más de ficción que de realidad. Santa suerte, que fue mi última novela, es 90% ficción, Paraíso Travel al igual que Rosario Tijeras, tienen un 70% de ficción. Siempre le apuesto mucho más a la ficción porque creo que ese es el gran propósito de la literatura, para contar la realidad existe el periodismo.

Intimidades
¿Cuál ha sido su más mala noche?

Han sido muchas (risas), no soy un hombre de buen dormir, soy trasnochador, me cuesta madrugar, entonces son bastantes, pero creo que son las noches de espera, cuando estas esperando que el día siguiente te resuelva algo.

¿El melodrama de su vida?

Todas mis historias amorosas han sido un melodrama completo, todas juntas (risas).

¿La historia a la que le ha echado más tijera?

La última, Santa Suerte, fue la más difícil de escribir, por el hecho de ser más basada en ficción que en realidad. Cuando uno tiene una historia real en que apoyarse puede ir avanzando de la mano de ella, cuando no la tiene uno no sabe cómo seguir levantando el muro de esa historia. Santa suerte la escribí mirando a la pared, fue una novela que tuve que editar mucho, recortar, añadir, armarla de muchas maneras, de hecho es la que más me ha costado que me publiquen.

¿Es difícil sentarse a escribir después de haber publicado una novela exitosa?

Hay que pasar la página, un éxito no garantiza el siguiente, hay que empezar de nuevo. Lo que si genera es más compromiso. Eso es como la frase que Gabriel García Márquez dijo de mí, que era uno de los escritores colombianos a quien deseaba pasarle la antorcha, es mejor olvidarme de las flores y el garrote que me dan.

¿De su generación que escritores destaca?

Hay muchos, Fernando Vallejo, Tomás González, que se lee poco, Mario Mendoza, Santiago Gamboa y Ricardo Silva.

¿Qué recomienda leer?

De todo, hasta libros de autoayuda, eso es mejor que no estar haciendo nada o que empuñando un arma, matando o estorbándole en la vida a los demás. Recomiendo leer novelas, poesía, todo libro sirve.

El escritor

Nació en Medellín en 1962. Estudió Literatura en la Universidad Javeriana, y Dirección y realización de cine en The London Internacional y Film School, en Inglaterra. Fue miembro del taller literario de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, que dirigió Manuel Mejía Vallejo.

En 1996 fue finalista en el Concurso de cuento Carlos Castro Saavedra, y ganó el Concurso Nacional de Narrativa Pedro Gómez Valderrama con el libro de cuentos Maldito amor.

En 1997 recibió el primer premio en el XIV Concurso Nacional de Novela Ciudad de Pereira con la novela Mala noche, obra que fue finalista del Premio Nacional de Novela de Colcultura. Obtuvo la Beca Nacional de Novela del Ministerio de Cultura con su última obra Rosario tijeras (1999).

8.5.11

Ernesto Sabato, después del fin

"No puedo atenderlo. Me siento muy deprimido y angustiado. No tengo ánimo para hablar con nadie", decía el contestador telefónico del autor de El túnel, un hombre que -según su propio hijo- vivió la tristeza con franca exageración

RETRATO DEL HOMBRE ATORMENTADO. Los ensayos de Antes del fin fueron parte de una especie de "epílogo o testamento espiritual" de un mensaje ya conocido y desesperanzador.foto.fuente:Revista Ñ

No se puede estar triste todo el tiempo, angustiado todo el tiempo... Todo era una exageración. Vivió esa exageración". Lo dijo su hijo, Mario Sábato, en el homenaje al autor de El túnel que se realizó la semana pasada en la Feria del Libro.

Ernesto Sábato hizo de esa exageración su estandarte. Eligió iluminar su vida con esa antorcha a media luz. Hace muchos años, si uno llamaba a su casa de Santos Lugares, la voz de Don Ernesto podía escucharse en su contestador telefónico con mensajes que decían más o menos así: "No puedo atenderlo. Me siento muy deprimido y angustiado. No tengo ánimo para hablar con nadie". Su esposa, Matilde Kusminsky-Ritcher, había muerto en setiembre de 1998 y su hijo mayor, Jorge Federico, había perdido la vida tres años antes en un accidente automovilístico. Si el fatalismo perpetuo de Sábato no había tocado fondo, estas muertes terminaron de empujarlo hacia el más oscuro de los abismos.

Por entonces el escritor sumaba 86 años y había terminado de escribir Antes del fin , su primer libro después de décadas de silencio de imprenta. Se trataba, según su propia definición, de un "testimonio, epílogo o testamento espiritual". Allí, y a lo largo de poco más de doscientas páginas, Sábato recorre los capítulos fundamentales de su "atormentada existencia". Desmenuza encuentros y desencuentros que dejaron demasiadas dudas y pocas certezas en su vida. Habla poco de sus libros anteriores, y cuando los menciona, será sólo para explicar cuánto sufrió haciéndolos. En esas páginas sufre, también, por la ecología, los desocupados, los maestros, los desamparados y el destino sombrío hacia el que se dirige la humanidad. Pero sufre, sobre todo, por sí mismo.

Las tempestades que azotan Antes del fin son interminables. Tanto como la autocompasión que Sábato despliega en abundancia. Con eso ha sostenido sus últimos años de vida pública, transformado en el pasajero de una pesadilla. El autor de El escritor y sus fantasmas había abandonado un cuarto de siglo antes la palabra impresa para dedicarse a ser un pensador mediático, la voz de la conciencia nacional.

No le faltaron cámaras ni micrófonos: siempre fue una especie de símbolo ético para la mayoría de los argentinos y un referente moral para las nuevas generaciones, sobre todo después de haber presidido en 1984 la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que investigó los crímenes cometidos durante la última dictadura militar en la Argentina, cuyo informe está contenido en el libro Nunca Más.


El escritor y su obra

Las generaciones más jóvenes –a quienes el escritor se dirigía especialmente en Antes del fin – lo conocieron más por sus apariciones públicas que por el valor de su literatura. Sábato supo circular por la era de la información con buena cintura: no le escapaba a los programas especiales que le rendían homenaje ni a las entrevistas de primera plana. Los diarios argentinos, además, publicaban con frecuencia en sus correos de lectores las abundantes reflexiones que él enviaba, y que podían tener como destinatarios tanto a Diego Armando Maradona o las Madres de Plaza de Mayo como a su propia realidad: en 1993 explicó en una carta abierta por qué estaba sumergido en la pobreza y no le alcanzaba el dinero para vivir. De más está decir que logró una cruzada nacional que lo auxilió en estas tribulaciones domésticas. Sábato también echaba mano a estos eventuales gemidos epistolares cuando quería responder a cada línea publicada que invocara su nombre en vano o simplemente para retomar los problemas existenciales que lo tenían a mal traer.

Esos mensajes mediáticos, en su mayoría fatídicos, fueron el plato principal de Antes del fin . No había nada nuevo en este libro, ni siquiera las condolencias que Sábato se dispensa a sí mismo eran una novedad. Su mensaje ya era conocido: la humanidad avanza hacia la autodestrucción y él se vio forzado a viajar en este barco a pesar de su temprana vocación por el suicido, de la que también da cuenta. Tanto desánimo, sin embargo, no opacó el éxito comercial que sus editores sospechaban. A pocas semanas de su aparición en las librerías argentinas, el 10 de diciembre de 1998, el libro tuvo varias reimpresiones y durante semanas permaneció inamovible en el primer puesto de las listas de best-séllers.

Es lógico que su "testamento espiritual" generara tantas expectativas. Más allá de algunos ensayos con viejas ideas recicladas, publicados esporádicamente, su último libro de ficción había sido Abaddón el exterminador , en 1974. Sus otras dos novelas – El túnel (1948) y Sobre héroes y tumbas (1961)– lo catapultaron con justicia a un lugar de privilegio dentro de la literatura y a un reconocimiento internacional que le valió, entre otras distinciones, el Premio Cervantes en 1984. El resto de sus libros tomaron la forma de ensayos, y en ellos desplegó su notable agudeza de pensador.

Pero en este caso, más que hacerse esperar, Sábato se hizo rogar: en el prólogo de Antes del fin aclara que se vio forzado a publicarlo porque los jóvenes –eso es lo que le decían– necesitaban de su mensaje. Seis años le tomó llegar al último párrafo, y en ese tiempo se embriagó con las súplicas que lo empujaban a la máquina de escribir. Sólo así, aseguraba Sábato, pudo afrontar la angustia que le produjo concebirlo. "No quiero morirme sin decirles estas palabras", les disparaba a los jóvenes en el Epílogo que, como una diminuta luz en el camino, intenta dejarles una cuota de esperanza. Si no fuera por el título que le puso a ese capítulo, "Pacto entre derrotados", tal vez la llama de la fe cobraría más fuerza en vez de avivar una fogata de apocalipsis y desesperanzas sin retorno. Pero se sabe: Sábato supo ser una exageración de sí mismo.

6.5.11

Los libros que encontraron el canon de la mejor literatura universal

Muchos críticos han buscado un listado perfecto para compilar una memoria literaria imprescindible para los lectores venideros. Bloom fue uno de ellos. Se acercó al éxito de poder lograrlo, apartándose, eso sí, de los vaivenes ideológicos que entierran y resucitan escritores

Jorge Luis Borges, uno de los escritores universales.foto:archivo.fuente:aviondepapel.tv

La búsqueda de obras y escritores imprescindibles de la literatura universal siempre ha sido un reto para críticos y académicos. Muchos lo han intentando, pero sólo Harold Bloom, Vladimir Nabokov o Stefan Zweig se acercaron al éxito de enumerar un listado de clásicos imprescindibles.

William Shakespeare es el escritor más grande que podamos llegar a leer, dadas la originalidad y la extrañeza de su obra. No hay dos lectores que presuman de haber leído el mismo Quijote, de Cervantes, porque sus varias interpretaciones están a la altura de Hamlet. Los fundadores de la literatura latinoamericana del siglo XX fueron el laberíntico Jorge Luis Borges, Pablo Neruda –el Withman chileno- y Alejo Carpentier, cuyas literaturas superaron a las norteamericanas.

Son algunas de las afirmaciones que el crítico estadounidense Harold Bloom estableció en su ensayo El Canon Occidental (Anagrama, 1995). Es, quizás, uno de los libros de referencia que catalogan cuáles son los escritores más importantes de nuestro acervo y por qué sus obras perduraron como clásicos literarios universales.

Muchos críticos han buscado un listado perfecto para compilar una memoria literaria imprescindible para los lectores venideros. Bloom fue uno de ellos. Se acercó al éxito de poder lograrlo, apartándose, eso sí, de los vaivenes ideológicos que entierran y resucitan escritores.

El crítico estadounidense trazó en su peculiar canon un mapa geográfico por las diferentes literaturas y otorgó el pasaporte de "cruciales" a Chaucer, Shakespeare, Wordsworth y Dickens, por Inglaterra; además de Montaigne y Molière por Francia o Dante, Tolsoti y Goethe por Italia, Rusia y Alemania, respectivamente. Por España y Latinoamérica, los ya mencionados Cervantes, Borges, Neruda y Carpentier.

Obviamente, este ensayo se centra en la literatura anglosajona, sin descuidar otras lenguas. Por ello, ubica al Shakespeare como el epicentro sobre el cual se expande el resto de autores.

"Shakespeare, el más grande escritor que podremos llegar a conocer, a menudo da la impresión contraria: nos lleva a la intemperie, a tierra extraña, y nos hace sentir como en casa", detalló Bloom.

Su lista de 26 autores clave para un canon literario también se amplía hacia literatos de renombre universal, como Chéjov, Kafka, Joyce, Henry James o Dostoievski.

"Los autores han sido elegidos por su sublimidad: se puede escribir un libro sobre 26, pero no sobre 400", explicó Bloom en su prólogo.

El crítico, con cierto desdén, recomendó que El Canon Occidental no se viera como un plan de lectura "para toda una vida". Tampoco era su interés el de crear un compendio de libros para eruditos, porque -según expuso- sólo un escaso número de académicos continúa leyendo "por amor a la lectura".

"Como rama de la literatura, la crítica sobrevivirá, pero no en nuestras instituciones de enseñanza", apostilla Bloom en El Canon... Sentencias como ésta, y su particular Olimpo literario, fueron objeto de polémica en los años 90 en Estados Unidos.

Si Bloom alzó a una veintena de autores, otro crítico y escritor, Vladimir Nabokov, resucitó el canon como género ensayístico a lo largo de su vida narrativa. El creador de Lolita ejerció como profesor universitario en EE UU en las décadas de los 40 y 50. Sus clases eran lecciones magistrales de cómo escribir y a quién leer.

Sus alumnos eran unos privilegiados. Hasta que Fredson Bowers reconstruyó los apuntes de Nabokov para que se editaran en varios ensayos. Uno de ellos, Curso de Literatura Europea (RBA, 2010), definió quién es quién en la literatura indispensable del Viejo Continente.

En él, Nabokov abarcó al autor, pero también nos señaló la novela-esencia que deberíamos leer: la enunció, la destripó y nos la hizo entender de otra manera más profunda, más artística.

Jane Austen (Mansfield Park), Charles Dickens (Casa desolada), Gustave Flaubert (Madam Bovary), James Joyce (Ulises) o Frank Kafka (La metamorfosis) estaban entre sus siete magníficos. Si un escritor en ciernes busca en los clásicos su referencia, este libro le allanará el camino.

"Las novelas que hemos estudiado no os enseñarán nada que podáis aplicar a ningún problema evidente de la vida. No ayudarán en la oficina, ni en el ejército, ni en la cocina (…) Pero puede que os ayuden a sentir la pura satisfacción que transmite una obra de arte", escribió Nabokov en su ensayo.

Menos extenso, pero más subterráneo es también el tercer canon literario del crítico austriaco Stefan Zweig. En Tres maestros (Acantilado, 2007), apuntó, centró el tiro y enunció a tres figuras excepcionales de las letras. Balzac, Dickens y Dostoievski. Aquí, el canon regresa al siglo XIX y deja huérfanas las dos centurias siguientes.

Zweig eligió de Balzac la "esfera" social de sus obras. Analizó de Dickens su mundo literario que pivota sobre la familia. Del autor ruso Dostoievski, el escritor y crítico austriaco destacó su poderío para ser Uno y Todos. Zweig rescató en su ensayo sus biografías y las vinculó directamente a sus obras. Cuajó así un canon decimonónico en forma de trinidad inseparable.

Para terminar este recorrido por los ensayos que buscan un canon inigualable a ninguno, habría que regresar, de nuevo, a Harold Bloom y a una de sus sentencias en su prólogo de El Canon Occidental.

"La literatura no es simplemente lenguaje. El deseo de hacer una gran obra [literaria] es el deseo de estar en otra parte, en un tiempo y un lugar propios, en una originalidad que debe combinarse con la herencia, con la angustia de las influencias".

Nada mejor que un canon para obtener de él las influencias, o para estudiarlo y apartarse, como lectores, o como escritores.