11.11.10

Nielsen: “Escribo visceralmente. Y todo lo que tenga vísceras al aire es clase B”

El autor de La otra playa, novela que acaba de ganar el Premio Clarín, cuenta que espera saber qué se siente figurando en una lista de bestsellers. Y que no es muy maduro en sus temas: le interesan el horror, la velocidad y los cuerpos

Nielsen dice que aún no se despierta del "milagrito" de recibir el Premio Clarín de Novela.foto.fuente: Revista Ñ

Agotado y sin voz, pero feliz, Gustavo Nielsen no cae todavía en la cuenta de que acaba de ganar el Premio Clarín con su novela La otra playa . Pero la afonía creciente, el teléfono que no para de sonar y la casilla de mails desbordada le indican que algo cambió en su vida. Escritor experimentado, con cuatro novelas y otros cuatro libros de cuentos publicados, Nielsen se había presentado ya cuatro veces antes a este premio. Pero fue esta vez, que asistió al acto en el Malba sin discurso preparado y sin pilchas para la ocasión, cuando, al fin, se le dio. Feliz y sorprendido, habló con Clarín de algunas claves de la novela ganadora, en la que el amor, la muerte y el género fantástico se cruzan de manera muy especial.

¿Qué significa este premio? Bueno, todavía no me desperté del milagrito. Creo que mi horizonte se ampliará, eso espero. Nunca antes estuve en ninguna lista de best sellers , me gustaría saber qué se siente. Por los mails que me están llegando, ya veo que el público se me agrandó, y eso nunca puede ser negativo.

La novela toca el tema de la muerte sin patetismo, con melancolía y cierta placidez. ¿Creés que marca un corte con otros libros tuyos más revulsivos, como "Auschwitz"? No. Lo veo como una continuidad. La muerte a veces es agresiva y repugnante, a veces es un camino de salvación, de suavidad. Con Auschwitz transité el camino del odio, aquí hay un manso puente de reconciliación.

Me pareció muy atractiva la forma en que aparece la fotografía. ¿Qué lugar tiene la fotografía en tu vida? Aprendí a sacar fotos y a revelar con la revista Lúpin, a los once años. Siempre me gustó el cuarto oscuro, con su luz roja y los olores picantes de los químicos. No pensé en teoría para este libro, porque ya lo había hecho para el anterior, El corazón de Doli . Aquí utilicé solo mi experiencia como aprendiz de fotografía. Uso la cámara como herramienta de retiro de muestras de la realidad. Por otra parte, la aparición de una persona en el papel sensible adentro de la cubeta de revelado y la desaparición gradual en las fotografías mal fijadas debe ser lo más parecido a ver y dejar de ver un fantasma.

En la novela también aparece el escritor comercial, más cercano al lugar común del género, que curiosamente se llama Gustavo. ¿Te identificaste con él? Bueno, es un nombre que tenía a mano. Y es un escritor de clase B, de género, quien haya leído mis cuentos notará el por qué de la identificación automáticamente.

¿Sos un escritor clase B? No es lo mismo ser un escritor de clase B que tocar temas de clase B. No soy muy maduro en mis temas. Me interesan…el horror, la velocidad, los cuerpos. Después trato de darles un contexto de amor o de cordura. No soy un teórico. Escribo porque quiero contar historias; escribir es una de mis formas de llevar la vida. La otra es dibujar. Necesito hacer esas dos cosas visceralmente. Y todo lo que tenga vísceras al aire es clase B.

¿Qué desafíos literarios te planteó esta novela? Normalmente busco un equilibrio entre el horror y la ternura. En esta novela hay una inclinación diseñada hacia la ternura: suspenso sin susto, digamos, ni mal gusto, cosas en las que caigo fácilmente a la hora de narrar. Ser sutil para mí es un esfuerzo.

La noche del premio hiciste un homenaje a Fogwill: ¿fue un tributo personal o literario? Fogwill y Saer fueron dos modelos literarios argentinos a los que seguí siempre de cerca. Dos capos. Mi homenaje a "Fog" fue literario y personal.

¿Qué te dijeron los jurados? Yo admiro a este jurado. A Juan Cruz, además, lo conocí una vez en España, el mismo día que a Susan Sontag. Me encantaría conectarme pronto con Cozarinsky y Rosa, me pareció que querían decirme algo más en el momento de la fiesta, pero yo estaba tan aturdido que no les entendí mucho. ¡Espero poder hablar, comer o meilearme con ellos en cuanto mis teléfonos dejen de sonar!

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