31.5.11

Navarro:"Los escritores olvidamos a veces el enorme poder de las palabras"

El autor granadino presenta esta semana en Cádiz y Jerez su última novela, 'El espía', la historia del poeta fascista Ezra Pound
Justo Navarro Escritor, periodista y traductor español.foto.fuente:lavozdigital.es

Reconoce que ha firmado mejores novelas que 'El espía' (Anagrama) -tal vez sea 'Accidentes íntimos', la que le sirvió para alzarse con el Herralde-, pero lo cierto es que las críticas que está cosechando gracias a la historia del poeta fascista Ezra Pound son más que positivas. La humildad de Justo Navarro (Granada, 1953) es proporcional a su gusto literario y su ingenio para plantear una obra que es un juego. Una prueba que huye de la simpleza de las novelas de espionaje para gritarle al lector una de las máximas universales: «no todo se divide en buenos y malos».
En 'El espía' cuenta la historia de Ezra Pound, un poeta fascista que, al parecer, fue un agente doble traicionado por todos.
-Ezra era un fascista radical, enamorado de Mussolini, lo admiraba porque creía ver en él a un personaje literario. El fascismo tenía mucho de teatro y representación de masas. Creía que era un condotiero, un personaje de folletín; que estaba encantado con el fascismo es indudable, así que dudo de que lo engañaran. Lo sorprendente de este hombre es comprobar cómo una persona en teoría sensible e inteligente se dedicó a hacer propaganda antisemita y más, sabiendo que tenía amigos judíos.
Insinúa que no se daba cuenta de lo que hacía...
-Creo que nunca percibió que estaba participando de esa aberración. Olvidó algo que suelen olvidar los escritores y los periodistas, que las palabras tienen un poder enorme. De todas formas, no es raro que pase eso. En esa época había mucha gente en Europa y en Norteamérica que quedó fascinada por el antisemitismo, que yo lo entiendo más como un asunto religioso. Ahora pasa igual, hay mucho odio hacia los extranjeros. Pound se dejó embriagar por la época que le tocó vivir, aunque no fuera algo normal.
Se topó con la historia en Pisa, casi por casualidad.
-Yo ya conocía la historia de la jaula, pero lo demás fue una casualidad. Pound pasó en Pisa los mismos meses que yo, la primavera, el verano y el otoño, aunque él estuviera más de sesenta años antes. Esa coincidencia fue la que me movió a tirar del hilo. Investigando, descubrí que los servicios secretos mussolianos, al comprobar el fervor de Pound en sus discursos radiofónicos, creyó que el poeta era en realidad un espía que utilizaba las ondas para mandar mensajes cifrados a los aliados. Me pareció una historia fantástica, casi increíble.
La crítica ha alabado el desarrollo novelístico de 'El espía', ¿cuánto hay de ficción en la obra?
-Hay un agente imaginario italiano que aporta las pruebas de que Ezra era un agente doble pero, como digo, es ficción. También son totalmente inventados los personajes de J. N., sí mis iniciales, que está en Pisa; y el de Carlo Trenti, un autor de novelas de misterio. Esos personajes aparecen en 'Finalmusik' y 'El alma del controlador aéreo' y todo lo que cuentan ellos en esta obra es totalmente inventado.
J. N., usted a lo Hitchcock, ¿no?
-(Risas) La verdad es que no lo había pensado, yo siempre apareciendo en un rincón, tocando un contrabajo...
¿Qué hay que creerse entonces?
-Todo lo que cuento de Enra Pound es real. Todos los datos y pruebas están localizados, sus discursos y declaraciones ante los agentes de la CIA están documentados.
¿Y por qué queda esa sensación después de leerse el libro de que tiene un final abierto?
-Me gustó la idea de hacer un juego a propósito de las novelas de aventuras y espionaje, que siempre suelen resolver todos los enigmas. Yo no quería hacer una novela de evasión y fácil, sino contar una historia que hiciera pensar.
A quien dice que ha tratado de justificar a Ezra Pound...
-Sí, dicen que trato de hacer ver que no era un fascista, sino un agente doble, pero yo no trato de justificar a nadie. Fue un personaje al que no juzgaron porque decían que estaba loco. Lo mandaron a un manicomio y cuando salió de ahí, tras doce años, lo primero que hizo fue ir a Italia y levantar el brazo. Yo lo único que quiero demostrar es que la historia no es tan simple como la pintan, no es algo maniqueo, no se divide solo en buenos y malos.
Otros insisten en que ha contado una trama desde la buena conciencia de quien se sabe en el lado acertado de la Historia, ¿qué le parece?
-Yo no sé si estoy del lado de los buenos o de los malos, no me preocupa. Ahora bien, tengo la conciencia clara de que lo que hizo Pound fueron actos perversos y diabólicos. He escrito un libro desde la conciencia de que el antisemitismo es incomprensible. No puedo entender que se llegue a exterminar a parte de la humanidad, es maligno y absurdo.
Lo que sí ha ganado con esta obra es el redescubrimiento del poeta.
-Sí, volví a leer sus 'Cantos' , los versos que escribió durante su cautiverio, y me parecieron muy interesantes.
Al Pound escritor sí que le cambió el fascismo...
-Totalmente, llevaba cinco o seis años sin escribir un poema en su lengua materna y fue en su prisión, en la soledad de la compañía múltiple, y entre las clases populares, cuando su poesía convulsionó. De pronto se vio pensando y escribiendo desde su propio ser. Siempre había tenido una voz inclasificable y propia, imponente, posesiva e intolerable que mucha gente no soporta, pero en prisión sufrió un cambio impresionante.
Hace años dijo que la política municipal interesaba a los escritores de novela negra. Desinflada la burbuja inmobiliaria y en este periodo de crisis, ¿qué tema daría a la literatura la situación actual?
-Daría para una crónica social, la crónica de la escasez y de la cobardía por no tener nada en los bolsillos. Estos periodos son muy productivos para la literatura, ya que ésta surge de la sorpresa que nos causa la realidad. Estoy seguro de que en los próximos años se pueden dar grandes obras.
¿Firmará alguna usted? ¿Tiene nuevos proyectos?
-Yo sí que estoy en crisis y ceguera, y asombrado de su profundidad.

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