A los 70 años, retratando a un detective neoyorquino, acaba de crear un bestseller del género policial estadounidense. Aquí explica cómo aprendió a escribir novelas y a construir sus propios personajes de misterio
John Verdon recomienda leer, El sabueso de los Baskerville para aprender a escribir novelas de misterio. foto.fuente: Revista Ñ
Por su pinta, por su voz y por sus buenos modales, John Verdon bien podría pasar por un actor de Mad Men. No es casual. Su vida laboral transcurrió en agencias de publicidad den Manhattan. Ahora tiene 70 años, pero luce una década menos. Hace unos quince años, más o menos, se jubiló y se fue a vivir al campo del estado de Nueva York con su esposa. Allí, para comenzar a hacer cosas que realmente disfrutaba, se puso a construir muebles. Y estuvo en eso por unos diez años. Amobló su casa nueva con sus propias manos. Luego su esposa le dijo, más o menos, "Che John, a vos que te gustan tanto las novelas de misterio, ¿Por qué no intentas escribir uno?" Le hizo caso y ahora es una de las nuevas estrellas del género policial-thriller. Sus dos libros ya están en las librerías de argentinas. Y son buenas. Muy buenas.
El protagonista de ambas novelas — Sé lo que estás pensando y No abras los ojos (Roca editorial)— es un ex detective de homicidios de la policía de Nueva York, un tal Dave Gurney. Si entran a la página de Amazon para ver los comentarios de los lectores verán que Gurney ya ha generado una especie de adicción. La gente quiere más. Pero por ahora Verdon tiene un contrato por sólo dos libros más.
Una de las claves de su éxito es que ha disfrutado de escribir. No quiere caer en fórmulas o sentir que escribir es una tarea. Un asiduo lector del género de policiales y misterios, conoce todos los trucos y clichés, y los maneja (y evita) con maestría. El problema es que este Dave Gurney no solo ha atrapado la imaginación de los lectores amazónicos, sino también a los críticos más duros. Suponemos que falta poco para que Hollywood con un Brad Pitt o DiCaprio lleve a Gurney a la mega fama. Y allí va ser difícil no segur con las entregas. Pero por ahora Verdon es un jubilado de perfil bajo que esta disfrutando de un inesperado éxito: un hobby convertido en bestseller.
Hablamos con él en la penumbra del bar de un hotel boutique de la calle Posadas, mientras que afuera la primavera bonaerense cedía a un calor prematuro de alto verano. Tomamos agua.
¿Cómo se le ocurrió escribir esta novela?
Cuando trabajaba en la industria de la publicidad escribía un poco y siempre tenía la idea que me gustaría escribir ficción. Entonces, cuando me jubilé trabajé fabricando muebles por un rato —hice todos los muebles para nuestra casa— pero en un momento mi esposa me empujó un poco, diciéndome que podría escribir una novela, y lo hice. Pero no creía que se iba a publicar…
¿En serio? ¿Si me hago el cínico y le digo que no le creo?
Cuando comencé a escribir tenía 65 años y no había publicado una palabra en mi vida. Hubiera estado satisfecho con que a mi esposa le gustara. Mientras trabajaba en publicidad escribía unos cuantos cuentos que, de vez en cuando, mandaba al New Yorker. Porque era el New Yorker o nada. Pero lo único que hice es coleccionar cartas de rechazo.
¿Cómo explica su escritura entonces? ¿Cómo aprendió a escribir una novela?
Creo que viene de leer novelas de misterios. Porque me meto mucho en ellas. Leo muy lento, pero me meto mucho en la lectura. Y creo que con las novelas de misterio hay algo en su estructura que funciona bien con mi mente. Tienen algo que me resulta muy natural. Entonces, leyendo treinta o cuarenta o cincuenta de ellas, me ilumine y por fin me di cuenta qué estaban haciendo los escritores. Llegué a comprender cómo estaban estructurando estos libros. Y no me pareció tan descabellado intentar escribir una. Mi esposa le dio su bendición: dijo, "esto está bien." Su apoyo me dio la fortaleza como para intentar, probar si se podía publicar.
¿Y cómo lo hizo? ¿Escribía todos los días? ¿Se ponía metas? ¿Escribía en la computadora?
Escribo sobre fichas. Hace muchos años leí un libro sobre escribir guiones y recuerdo que la persona que escribió el libro había sugerido que era útil hacer bocetos de escenas… Encontré que eso era una forma muy útil para pensar una novela. De pensarla en términos de pequeñas escenas. Entonces esencialmente escribo sobre fichas. A veces si se me ocurre una idea para una conversación escribo sobre un bloque. La última versión, por supuesto, la paso a la computadora.
¿Y lo pasa usted mismo desde las fichas?
Oh, sí.
¿Y juega con las fichas, modificando el orden?
Sí. Ese es el valor y la belleza de escribir así: las puedes ir rearmando. Pero también pienso en la novela en términos de una estructura de tres actos. Entonces algo que escribí pensando que estaba en el Acto 1 puede pasarse al Acto 3 y tal. Son muy flexibles las fichas. Así lo armo.
¿En este tipo de libro la trama es lo fundamental?
Es importante pero, no se. Es como si creciera por su cuenta. La trama para la primera novela comenzó con la idea de alguien con un pasado oscuro pero con un presente muy brillante y exitoso. Este es el personaje de Mark Mellery. Y comienza a recibir estas cartas inquietantes que describen eventos en su pasado. Y entonces pienso: ¿A quién buscaría por ayuda? Y allí entra el personaje de Dave Gurney. Emerge desde la pregunta: ¿qué tipo de persona ayudaría a otra persona que tuviera todos estos miedos? Bueno, tal vez un tipo muy lógico. Entonces, bien: Dave Gurney es un tipo muy lógico. Entonces, ¿con quién estaría casado?
Y en todo esto, en algún momento, recuerdo haber leído que la clave para cualquier cosa que escribes es el conflicto. OK. Entonces, quiero que Gurney sea muy distinto a Mellery. Hago a Madeleine muy distinto que Dave Gurney; entonces ella es muy espontánea e intuitiva… Así emergen los personajes: siempre estoy buscando un contrapunto. La trama crece de cosas simples, como, a ver: Mellery recibe estas cartas extrañas y amenazantes. Bueno, ¿Por qué las recibiría? ¿Qué tipo de persona le mandaría estas cartas y por qué? La trama crece al hacerse este tipo de preguntas sobre los personajes.
¡Escuchándolo parece muy entretenido!
Oh, sí lo es. Ya soy lo suficientemente viejo, hago sólo las cosas que me divierten.
El protagonista de ambas novelas — Sé lo que estás pensando y No abras los ojos (Roca editorial)— es un ex detective de homicidios de la policía de Nueva York, un tal Dave Gurney. Si entran a la página de Amazon para ver los comentarios de los lectores verán que Gurney ya ha generado una especie de adicción. La gente quiere más. Pero por ahora Verdon tiene un contrato por sólo dos libros más.
Una de las claves de su éxito es que ha disfrutado de escribir. No quiere caer en fórmulas o sentir que escribir es una tarea. Un asiduo lector del género de policiales y misterios, conoce todos los trucos y clichés, y los maneja (y evita) con maestría. El problema es que este Dave Gurney no solo ha atrapado la imaginación de los lectores amazónicos, sino también a los críticos más duros. Suponemos que falta poco para que Hollywood con un Brad Pitt o DiCaprio lleve a Gurney a la mega fama. Y allí va ser difícil no segur con las entregas. Pero por ahora Verdon es un jubilado de perfil bajo que esta disfrutando de un inesperado éxito: un hobby convertido en bestseller.
Hablamos con él en la penumbra del bar de un hotel boutique de la calle Posadas, mientras que afuera la primavera bonaerense cedía a un calor prematuro de alto verano. Tomamos agua.
¿Cómo se le ocurrió escribir esta novela?
Cuando trabajaba en la industria de la publicidad escribía un poco y siempre tenía la idea que me gustaría escribir ficción. Entonces, cuando me jubilé trabajé fabricando muebles por un rato —hice todos los muebles para nuestra casa— pero en un momento mi esposa me empujó un poco, diciéndome que podría escribir una novela, y lo hice. Pero no creía que se iba a publicar…
¿En serio? ¿Si me hago el cínico y le digo que no le creo?
Cuando comencé a escribir tenía 65 años y no había publicado una palabra en mi vida. Hubiera estado satisfecho con que a mi esposa le gustara. Mientras trabajaba en publicidad escribía unos cuantos cuentos que, de vez en cuando, mandaba al New Yorker. Porque era el New Yorker o nada. Pero lo único que hice es coleccionar cartas de rechazo.
¿Cómo explica su escritura entonces? ¿Cómo aprendió a escribir una novela?
Creo que viene de leer novelas de misterios. Porque me meto mucho en ellas. Leo muy lento, pero me meto mucho en la lectura. Y creo que con las novelas de misterio hay algo en su estructura que funciona bien con mi mente. Tienen algo que me resulta muy natural. Entonces, leyendo treinta o cuarenta o cincuenta de ellas, me ilumine y por fin me di cuenta qué estaban haciendo los escritores. Llegué a comprender cómo estaban estructurando estos libros. Y no me pareció tan descabellado intentar escribir una. Mi esposa le dio su bendición: dijo, "esto está bien." Su apoyo me dio la fortaleza como para intentar, probar si se podía publicar.
¿Y cómo lo hizo? ¿Escribía todos los días? ¿Se ponía metas? ¿Escribía en la computadora?
Escribo sobre fichas. Hace muchos años leí un libro sobre escribir guiones y recuerdo que la persona que escribió el libro había sugerido que era útil hacer bocetos de escenas… Encontré que eso era una forma muy útil para pensar una novela. De pensarla en términos de pequeñas escenas. Entonces esencialmente escribo sobre fichas. A veces si se me ocurre una idea para una conversación escribo sobre un bloque. La última versión, por supuesto, la paso a la computadora.
¿Y lo pasa usted mismo desde las fichas?
Oh, sí.
¿Y juega con las fichas, modificando el orden?
Sí. Ese es el valor y la belleza de escribir así: las puedes ir rearmando. Pero también pienso en la novela en términos de una estructura de tres actos. Entonces algo que escribí pensando que estaba en el Acto 1 puede pasarse al Acto 3 y tal. Son muy flexibles las fichas. Así lo armo.
¿En este tipo de libro la trama es lo fundamental?
Es importante pero, no se. Es como si creciera por su cuenta. La trama para la primera novela comenzó con la idea de alguien con un pasado oscuro pero con un presente muy brillante y exitoso. Este es el personaje de Mark Mellery. Y comienza a recibir estas cartas inquietantes que describen eventos en su pasado. Y entonces pienso: ¿A quién buscaría por ayuda? Y allí entra el personaje de Dave Gurney. Emerge desde la pregunta: ¿qué tipo de persona ayudaría a otra persona que tuviera todos estos miedos? Bueno, tal vez un tipo muy lógico. Entonces, bien: Dave Gurney es un tipo muy lógico. Entonces, ¿con quién estaría casado?
Y en todo esto, en algún momento, recuerdo haber leído que la clave para cualquier cosa que escribes es el conflicto. OK. Entonces, quiero que Gurney sea muy distinto a Mellery. Hago a Madeleine muy distinto que Dave Gurney; entonces ella es muy espontánea e intuitiva… Así emergen los personajes: siempre estoy buscando un contrapunto. La trama crece de cosas simples, como, a ver: Mellery recibe estas cartas extrañas y amenazantes. Bueno, ¿Por qué las recibiría? ¿Qué tipo de persona le mandaría estas cartas y por qué? La trama crece al hacerse este tipo de preguntas sobre los personajes.
¡Escuchándolo parece muy entretenido!
Oh, sí lo es. Ya soy lo suficientemente viejo, hago sólo las cosas que me divierten.
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