Alexandra Mayorga Monsalve
Relato
Juanita, mi niña querida, ¿A quién habrás salido negrita, crespa, regordeta, y alegre?...
Juegas en la calle saltaretas y escondidas con los otros niños, un dos tres por mí, un dos tres por ti, uno dos tres por todos…
Desde que sabes qué es octubre no dejas de preguntar: ¿Y quién seré este año?, mamá. ¿Qué disfraz me harás?
El año pasado elegiste tú disfraz, fuiste una astronauta, te sentías tan orgullosa que querías llevarlo a todas partes, hasta dormir vestida con él. Antes de ser astronauta la abuela y yo te hicimos ese disfraz que tanto nos gustó, el de abeja. ¿Recuerdas? ¿Pero cómo lo puedes olvidar? Acuérdate que con el disfraz te vino esa idea de que no podías tomar el remedio casero para el resfriado que la abuela te preparaba con miel, insistías en tu pataleta que la miel era el popó de las abejas. ¡Vaya en las que nos vimos para convencerte de que estabas en un error!
Este año me toca el turno de elegirte el disfraz. Habrá que elegir uno que te guste, que te haga destacar…y por supuesto que yo te pueda hacer.
Te vestiré de princesa. ¡Hacía tanto que quería hacerte ese disfraz! Como quiero hacer el vestido de tú matrimonio…porque por supuesto, te casarás, y tendrás hijos y yo nietos…
¿Blanca Nieves? o ¿Cenicienta? o ¿La Bella Durmiente? ¿Cuál te vendría bien? No me decido cuál de la tres. ¡Eso sí serás una bella princesa blanca y de rubios rizos! ¿Qué tús rizos son más bien crespos y que tú tez es morena? No te preocupes, ese es el arte del disfraz, no tiene chiste disfrazarnos de lo que somos. Pero, ¡cuidado mi pequeña! Hay quienes a fuerza de mantener puesto el disfraz se olvidan de su naturaleza…
¿A qué se dedicaban esas princesas? me preguntas… A ver si lo recuerdo…¡Qué vocación la de Cenicienta y Blanca Nieves! Levantarle el desorden y limpiar el mugre a los demás; la una a su madrastra y a sus medias hermanas. La otra a siete enanos! Y La Bella Durmiente… por meter las narices donde no la han llamado encontró su muerte. ¡Suerte que como todas las princesas contaba con una bruja! Luego te relataré las historias con más detenimiento, por ahora me urge hacerte el disfraz.
¿Qué sin son heroínas?..mmm. No, más bien la vida les pasa como quien no quiere la cosa, los acontecimientos le suceden. ¡Así como de la nada! O por lo menos, de esa manera lo hace ver el cuento. Pues nada parece hacer la Bella Durmiente para dormir cien años salvo hurgar en los cachivaches prohíbidos y escondidos de su padre. Allí, ella y su reino encuentran su detención. Nada parece hacer Blanca Nieves salvo hablar con extraños y aceptarle manzanas envenenadas a brujas que tocan a su puerta. Nada parece hacer Cenicienta, salvo andar por la vida echando globos, imaginando que vive una otra vida, esperando que una calabaza se convierta en carruaje, la hada le fabrique un vestido vistoso y la saque del encierro.
¡A eso sí! Las tres esperan que el príncipe las rescate de su destino y les creé otro futuro posible! Tal parece que para ser princesa basta con no ser artífice de la propia historia, ese es el truco de ese disfraz. Si hay princesa que haga algo distinto a dejar que la vida le pase por encima, ya no es princesa.
¿Qué este disfraz te queda ajustado? ¿Qué el encaje no es de tu gusto? Le suelto un poquito aquí y si aún así no te queda, no comerás golosinas una semana, harás dieta; esa que me empecino en iniciar hace más de un año... Pues ¡Las princesas son esbeltas y espigadas! ¿Qué te sientes chaparrita y tus compañeros en el cole te dicen fea? No te preocupes, harás como si, -esa es la magia del disfraz-, por un día sueñas el sueño de la abuela y el mío.
Juanita, ¿por qué insistes en que quieres otro disfraz? ¡Qué ya te he dicho que superman es hombre y tú eres una mujer! ¿Por qué quieres un disfraz de muerta? ¡Hábrase visto tal cosa en nuestra familia! Qué dirá la abuela, mejor que no se entere, le romperías su sueño, le rasgarías su disfraz.
Uno dos tres por mí que estoy aquí en este disfraz, uno dos tres por ti que estas detrás de ese disfraz, uno dos tres por todos…
Comentario sobre la elaboración del relato ¿Qué es un disfraz?Quise plasmar en un escrito el malestar que siento porque los semblantes que hoy se ofrecen a las mujeres como referentes para la construcción de su identidad son semblantes precarios, para la época histórica a la que asistimos. Semblantes que se encuentran a mitad de camino entre el modelo decadente de roles tradicionales de género y los semblantes propicios al mercado.
Entonces muchas mujeres trabajan de 8 a 12 horas, luego llegan a casa a continuar con las labores domésticas y el cuidado de los hijos mientras sus compañeros ven la televisión, escuchan música, navegan en internet o salen con sus amigos a tomar unas polas “porque los pobres están cansados”. Algunos que creen ser responsables y generosos “colaboran” con las tareas o el cuidado de los hijos y su labor la sitúan en el nivel de la “colaboración” como si se tratara de un favor que hacen y no de una responsabilidad que les compete.
Mi labor consiste en visitar personas o familias cuando sufren alguna forma sistemática de violencia y no deja de sorprenderme, que esas mujeres que están adheridas a esos modelos decadentes de feminidad, soporten además, que sus compañeros las golpeen y/o maltraten verbalmente y psicológicamente durante periodos considerables de sus vidas. En algunos casos extremos, lo que pone tope a esa situación, es su propia muerte a manos de su conyuge, o la muerte de un hijo o la muerte de su conyugue a manos de ellas. Es una vida de horror a la que se someten y someten a sus crías. En aras de un goce mortífero no interrogado, viven una vida de mierda ellas y sus hijos. Por eso mi referencia en el relato al popó de las abejas, que se trasmite de una generación a otra, modelo de feminidad eternizado por un ideal que ha precarizado históricamente la vida de personas, porque esa vida de mierda la viven niños y niñas indiscriminadamente, que luego tenderán a reproducir esas formas de goce, claro está que por fortuna habrá excepciones.
Esas formas de violencias precarizan la trasmisión cultural y la construcción de las identidades de las nuevas generaciones. Pero quizás el mayor agravante lo constituye el manejo que la sociedad y el estado dan a este fenómeno, reduciendo a estas mujeres a “víctimas”, ampliando así la brecha hacia un cambio de situación. Quitándoles cualquier forma de responsabilidad, se cierra con ello la posibilidad de que ellas asuman un cambio, construyan salidas, alternativas sin terminar enajenadas en un discurso del odio, o de algunos feminismos radicales, y puedan reinventar su feminidad, sus lazos amorosos, escapando de la repetición sistemática de relaciones fracasadas donde la dosis de violencia fue la misma.
Eso intentaba transmitir en el relato: ¿Qué es un disfraz? Elaborar una llamada de atención o una invitación. ¿Lo logré? El lector lo dirá. He comprendido que es un riesgo escribir, cualquier frase puede estar sujeta a múltiples interpretaciones.
Elaborado por Alexandra Mayorga Monsalve
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