DEL TEMA EN EL ESCRITOR.I.
¿El amor?
Tenía que escribir un libro. Pensaba que sería una novela, porque le permitía desarrollar con hondura y amplitud el tema; pero, ¿cuál tema?
Y andaba leyendo.
Leía libros, que escogía al azar que hablaban de todo, menos de cómo escribir un libro. Le contaban sobre el egoísmo del amor, y su necesidad imperiosa en los seres humanos, porque la gente se enamora fácilmente, se fecunda proliferadamente y se reproduce infinitamente. Otro escritor, le recordó, según el heresiarca, que los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres.
Esa necesidad gregaria de estar entre varios prójimos. Serían maricones, pensó. Bueno, se consolaba, Platón filosofó que el amor no tiene sexo. Tal vez un trío de rigor para amar verdaderamente. Dos contra una, o uno contra dos, pero como el sentimiento no tiene género cabría invitar a otro y se haría un cuarteto de tres contra una. La cosa se iba complicando porque ahí habría que preguntar, como en las orgías: ¡organicémonos!
Pensaba que su libro sería una bella historia de amor entre dos amantes encontrados en su más ruidosa soledad. Una historia más bien blanquita...
Si en la tierra quedara un solo hombre en un extremo y en el otro: una sola mujer; su atracción sería tan fuerte, que se buscarían hasta encontrarse, según una antigua sentencia árabe.
Su memoria inventariaba, con los libros puestos sobre una estantería en rigor a recordar todas las bellas historias de amor: Abelardo y Eloísa, ¿Rojo y negro, es una historia de amor? Dudaba. La inolvidable Romeo y Julieta, que esquematizó los amores contrariados, los amores difíciles, los que tanto satisfacen, o con los que tanto sufre la gente carente de amor.
¿ Por qué la gente que sublima el amor es la que más desea el amor?
A veces se compran un perro y se le entregan en cuerpo y alma y otras intimidades...
Escribiría un melodrama puro, para ponerse a tono con los tiempos de la actualidad, que después se produciría con él una telenovela, donde por cualquier hendija sentimental pondría un perro...para que moviera la cola a su amo que lo odia porque le brinda más atenciones al can que al hombre que es muy perro. Recordaba que cuando era niño tuvo y cuido perros y ahora, que es ya grande sólo tiene perras!
Bueno, sigue complicándose, igualmente esquematizaría el conflicto esencial, se convertiría en un producto para las lágrimas, se transformaría en un producto parecido a la visina, que se vendería en frasquitos, y lubricaría los ojos de los televidentes tras la pantalla.
El amor es un producto que se vende bien, pensó. Pero si caía en las manos de un productor (de la telenovela, por ejemplo) comentaría, que tendría que haber un protagonista bien apuesto de origen noble (el productor carecía de palabras y trataba de referirse a que era rico, o sea que hacía el rico) pero que en el momento que se cuenta el dramón de la telenovela, él supera todas las dificultades de la pobreza de su origen, porque su padre era muy joven y a su vez sus padres no iban a permitir que el vástago de sus desvelos fuera a caer en las manos, más bien entre las piernas de la sirvienta, donde ya había estado y probó de esas rijosidades tan livianas, descubriendo la lubricidad y otras maromas con las que con ella no había futuro.
La pobre mucama pobre salió muy contrariada de esa casa de familia y regresarse, otra vez, a su pueblito y descubre que está embarazada del vástago de los patrones. El niño nace con rasgos nobles y notables entre la indiamenta del pueblo y es sobresaliente, aunque era de mal corazón y muy cruel sobre todo con los perros y los gatos, a los primeros les ponía entre los panes vidrio molido y se extasiaba viéndolos agonizar. A los gatos los metía entre bolsas y los pateaba como balones. Después se quedaba viendo las roturas de huesitos, los ojitos brotados de su orbitas. Me les reservo el resto de crueldades infantiles del heredero del ricacho de la gran ciudad.
El futuro de estos padres era, que son sus fortunas fueran enriquecidas, no importaba a qué costos sociales, en fin, era más o menos la trama del melodrama, pues si iba a escribir ya no un libro sobre el amor sino una novela de amor; quiero decir una telenovela; porque el tema del amor va a existir entre los seres humanos y su vigencia será perenne como la yerba.
Recordaba que ahora la gente ya no se muere de amor, se muere de sus consecuencias, de la enfermedad que produce el amor: el sida. Pensó en un título: El amor en los tiempos del sida.
Sufrió una larga y profunda depresión al hallar el título de su telenovela entre una antología de cuentos eróticos.
Se consoló inventariando ahora todos los títulos de los libros.
Pensaba en Un libro de autoayuda, por ejemplo. Y esos si que se venden muy bien. Casi recetarios para vidas simples que no pueden tener una visión sencilla de su tristes vidas Le hablaban del sexo y sus perversiones, que las cargamos pacientemente; pero algunos se desesperan tanto y van donde las putas para poder vivirlas, sentirlas, porque su mujer, que es católica, apostólica y bogotana, y colombiana y latinoamericana; no los deja navegar por su cuerpo con tanta sutileza de piel, y prefiere solamente una vez y eso, si no tiene dolor de cabeza...
Preocupado de la soledad del escritor. ¡PROXIMAMENTE!
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