30.5.14

Valenzuela: "Aquí hay un fervor literario extraordinario"

Luisa Valenzuela. La escritora, que será nombrada Ciudadana Ilustre de Buenos Aires el próximo mes, pondera la vitalidad del mundo editorial local

COMPROMISO. Luisa Valenzuela es una de las autoras más activas con el relanzamiento del Pen Club, que abrirá una sede local./revista Ñ
Tal vez porque vivió una buena parte de su vida en Argentina y otra en el extranjero, la escritora Luisa Valenzuela cuenta, con orgullo, que el 6 de junio será nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad. Y que, por estos días, fue una anfitriona activa de las reuniones de la Asociación Mundial de Escritores, PEN, que se proponen ser la antesala de la apertura de su sede en Buenos Aires.
–¿Para qué fueron las reuniones del PEN en Buenos Aires?
–Lo que quiere hacer este centro acá es revivir. Porque hay un importante reconocimiento de los argentinos en el ámbito de la literatura. No se trata de un sindicato para apoyar a los escritores individualmente, sino que una de las grandes misiones del PEN es defender la libertad de prensa, la libertad de escribir, la libertad de la palabra, los derechos humanos en los escritores. El presidente actual, John Ralston Saul, es sumamente activo. Es un politólogo canadiense que también es novelista, muy buen novelista. Entonces aúna las dos cosas y trabaja en la defensa los derechos humanos de los escritores, en países donde hay escritores y periodistas muertos, perseguidos. Es una herramienta global para defenderlos, porque aisladamente no podés hacer nada.
–¿Cree que la literatura está en crisis?
–Justamente en estos días, con la gente del PEN, reconocíamos que acá anda mucho mejor el libro publicado en papel que en otras partes del mundo. Porque acá hay un respeto a las pequeñas editoriales, que tienen el mismo nivel que las grandes, en la difusión, en la librería. En los Estados Unidos no reseñan un libro en paper . Acá hay algo mucho más democrático y el libro sobrevive, muchas veces gracias a los pequeños editores. Y los jóvenes escritores tienen la posibilidad de publicar.
–¿Cómo era la relación literaria con su mamá, la escritora Luisa Mercedes Levinson?
–Era unilateral. Yo estaba muy entusiasmada con las cosas de ella, ella era más reservada con las mías. Pero a mí me encantó cuando empezó a publicar, le hice un álbum enorme de recortes. Mi madre decía que éramos Alejandro Dumas padre e hijo, y a mí me ofendía porque yo quería ser Alejandro Dumas padre.
–Su hija también es artista, la pintora Ana Lisa Marjak. ¿O sea que ustedes el ADN artístico lo transmiten de madres a hijas?
–Hay una línea matrilineal muy fuerte. Mi abuela, creo que mi bisabuela también, era hija única. A mí me interesaba mucho el ambiente que se vivía en mi casa, a mi hija no le interesó tanto. Yo espiaba eso y después me iba de aventuras. Me casé a los 20 años, muy joven, creo que para escaparme de mi casa. Yo no quería ser escritora, me parecía interesante lo que decían pero eran muy pasivos. Había tenido mucho contacto con Borges, quien escribió un cuento en colaboración con mi madre, y conocí a otros grandes escritores de la época: Sabato, Bioy Casares, Mallea.
–¿Cómo se fue dando en sus textos la narración de los temas políticos?
–Son cosas que se te cuelan, que no podés evitar. Estás viviendo aquí todos esos años tan violentos, y el tema se te impone. Porque aunque yo crecí al lado de estos escritores que creían que era un anatema hablar de política en la literatura, uno también es un animal político, y no podés vivir en la torre de marfil. Entonces me invadió de a poco, y escribí algunas cosas. Sobre todo ese libro que se llama Cuidado con el tigre . Pero cuando aprendí realmente, fue cuando volví al país, después de haber estado viajando un tiempo, en el 73-74. Me encontré con la Argentina de la Triple A que no era la que yo había dejado. Entonces ahí entendí que escribía o no podía pertenecer. Y para mí, el entender, el escribir, hace que pueda integrarme a lo que está sucediendo, aunque sea pésimo.
–¿Qué está escribiendo ahora?
–Ah, nunca lo había hecho, pero ahora me metí en libros por encargo. Yo escribía novelas tranquila, alguna vez me dijeron, “bueno, la queremos rápido”. Con La máscara sarda , por ejemplo, me apuré muchísimo, porque pensé que el tema iba a saltar y me lo iban a robar, pero nadie se interesó tanto, nadie quiso enterarse de esta leyenda de que Perón había nacido en Cerdeña. Pero me apuré y en cinco meses el libro estaba impreso. Ahí aprendí a escribir muy rápido. Entonces se me ocurrió decirle a la gente de Alfaguara que tenía un libro sobre Cortázar y Fuentes, y me lo pidieron. Mientras tanto tengo en la hornalla de atrás, como dicen los ingleses, un libro de sobre máscaras que es lo que más me apasiona en la tierra.
–¿De qué trata el libro de Fuentes y Cortázar?
–Se llama Entrecruzamientos. Yo ya había presentado muchos libros de Fuentes, y también trabajé con textos de Cortázar, a quien conocí, y pensé que iba a encontrar tres o cuatro entrecruzamientos, entre otros que Fuentes hizo la Cátedra Cortázar en Guadalajara. Entonces propuse eso, Fuentes de un lado, Cortázar del otro. Y cuando empecé a escribir, encontré millones de momentos en los que se cruzan, de una manera u otra. Se convirtió en una cosa exploratoria de la relación entre ellos y de los temas que tocaron separadamente, y de sus encuentros, que eran muchos más de lo que yo pensaba.
–¿Cómo influyeron en su carrera los diez años que vivió en los EE.UU., cuando muchos escritores argentinos se iban a Europa? ¿Tuvo que ver con que su obra se conociera menos acá?
–Sí, posiblemente. A mí me invitaron a Estados Unidos como escritora residente, a Nueva York. Pero yo ya tenía un grado de amor, de fascinación con ese país cuando escribí El gato eficaz , y conocí por primera vez Nueva York, una ciudad a la que le tenía mucho miedo. Yo no quería ir, extrañaba Europa, pero Nueva York me fascinó, en su violencia, en su locura, en los aspectos más oscuros, que son tan literarios. También creo que soy una escritora un poco incómoda. No toco los temas de las mujeres, en general, y el ir y venir al país también incomodó. Igual siento que hay un reconocimiento inesperado, ahora voy a ser Ciudadana Ilustre de la Ciudad.
–¿Cómo ve el mundo literario argentino?
–Lo que me da lástima es que esté atomizado, porque es riquísimo, pero tenemos poco contacto los unos con los otros. Y después empiezan estas grescas de si alguien es K o no es K, y eso me parece atroz, y muy poco conducente. Pero la riqueza es fantástica. Hay un fervor literario extraordinario en este país, por eso me interesa también lo de rearmar el PEN porque podríamos reagruparnos, hacer un poco una cierta hermandad, apolítica, donde no haya intereses personales.

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