El hilo conductor y la trama de la novela es la llegada a Madrid de un joven inglés, especialista en pintura española del Siglo de Oro, Velázquez, Murillo y Zurbarán, que"acabará metido en un avispero del que no tenía la menor idea"
El escritor barcelonés Eduardo Mendoza lleva a un inglés al Madrid de la primavera de 1936 en su última novela, "Riña de gatos", una trama de "intriga, aventuras y espías" con la que el autor reflexiona sobre ese momento histórico, sin un enfoque maniqueo.
El hilo conductor y la trama de la novela es la llegada a Madrid de un joven inglés, especialista en pintura española del Siglo de Oro, Velázquez, Murillo y Zurbarán, que conoce y ha vivido en su juventud en la ciudad y que es reclamado para hacer unas tasaciones, pero que, como explica Mendoza en una entrevista a Efe, "acabará metido en un avispero del que no tenía la menor idea".
"Todos los protagonistas de mis novelas acaban siendo el mismo personaje -confiesa el autor barcelonés-, gente que está fuera y, de repente, se encuentra metido en un mundo del que desconoce muchas cosas, pero no todas, y con las pocas que conoce, su ingenio y su esfuerzo tiene que adaptarse y salir adelante, como el de la 'Cripta embrujada' o el de 'Sin noticias de Gurb', que sería el máximo exponente de esa extranjería".
Aunque todos conocen el desenlace final de la novela, la Guerra Civil, Mendoza ha tratado de ser "optimista", de lanzar el mensaje que "aunque todo es un desastre, podemos salir indemnes o con heridas pequeñas".
Al respecto, considera que "Riña de gatos" es "una novela doblemente melancólica", porque se sabe como acaba, y hay una larga reflexión sobre lo que podría haber sido, que "no era necesario que sucediera el hecho terrible que pasó y que acabó afectando a todo el mundo".
"Riña de gatos" sucede en un Madrid lleno de conjuras, misterios y espías, y en ese marco coinciden un personaje de ficción, "un inglés despistado" que desembarca en Madrid para resolver un asunto, y "un personaje real, fundamental para la historia de España, pero poco estudiado", que prefiere mantener anónimo para que sea el lector quien lo descubra.
El joven inglés es, según Mendoza, "un personaje clásico de novela de intriga, el hombre que creyendo que hace una cosa, se encuentra haciendo otra de la que no tenía la más mínima idea".
Como paradigma de los escritores que convirtieron con su obra a Barcelona en una personaje literario más, en esta ocasión Mendoza viaja con la novela ganadora del Planeta a Madrid, una oportunidad a la que llegó al elegir el momento histórico de la trama.
Sin embargo, confiesa: "No hago la misma operación con Madrid que con Barcelona, porque no puedo y porque Madrid ya tiene grandes escritores que lo han tratado", pero sí se permite "algunas reflexiones sobre lo que es Madrid visto por un inglés".
"Riña de gatos" es además un libro muy documentado, pues para su escritura Mendoza ha tenido que "leer muchos documentos de la época", si bien ha procurado que el lector no se sintiera abrumado por los datos históricos.
Sin ser un tema fundamental de la novela, el mundo del arte planea por su trama y, como el propio autor reconoce, ir de la mano de su hermana (Cristina Mendoza, subdirectora del MNAC) le ha enseñado mucho de "cómo se ha de ver el arte y lo que significa".
Añade que "en ese momento tan crítico, el arte aparece para el protagonista como el lugar donde uno puede refugiarse siempre: el pobre inglés cuando está desesperado va al Museo del Prado y allí se siente acogido por el arte de otro siglo, con el que puede dialogar a una escala humana".
La novela utiliza como voz narradora la tercera persona, pues Mendoza considera que "la primera persona debe ser para las novelas cortas de humor, mientras que la tercera es la adecuada para la novela larga", que le permite además "alternar distintos personajes y otros lugares, y variar el tiempo verbal entre el pasado y el presente".
El autor de "La verdad sobre el caso Savolta" intenta mantener el humor porque "incluso en momentos dramáticos se producen situaciones verdaderamente disparatadas y, sin embargo, reales y posibles".
A su juicio, los momentos divertidos pueden aparecer "en el momento en que se cruza la pequeña anécdota trivial del personaje costumbrista y los grandes personajes históricos que van a marcar el rumbo de la historia".
Mendoza piensa que, a pesar de esos elementos humorísticos que atraviesan la novela, el resultado final es "un libro serio, que plantea dilemas morales al lector", a quien obliga a posicionarse respecto a muchos aspectos colaterales de la trama.
Jose Oliva
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