28.10.10

Siete autores trenzan un juego literario a partir de una fotografía

Baixauli, Camps y Usó presentan en Barcelona la obra colectiva Subsòl

Camps, Baixauli y Usó, en Barcelona.foto: FERRAN NADEU.fuente:elperiodico.com
Una «inquietante y misteriosa» imagen en blanco y negro (calificativos de Vicent Usó que la describen a la perfección) del interior de un vagón del metro de París, realizada por el fotógrafo Peter Turnley en 1979, es el lazo de unión entre los siete ¿relatos? ¿capítulos? de Subsòl (Bromera), un juego literario, «un libro-aventura, un experimento divertido y fresco, sin conservantes», explica Manuel Baixauli, que está «entre la novela y el libro de cuentos», apunta Usó, pero que «no es una antología», aclara Esperança Camps. Lo seguro es que es fruto de la iniciativa de siete escritores del panorama literario valenciano que comparten generación: nacieron entre 1962 y 1967.

Además de Baixauli, Usó y Camps, que el lunes presentaron Subsòl en Barcelona, las otras plumas de este proyecto a 14 manos son Àlan Greus, Urbà Lozano, Vicent Borràs y Pasqual Alapont. Tanto el libro como su génesis están cargados de pequeños misterios-juegos-guiños: firman colectivamente con el seudónimo de Unai Siset -«una fórmula matemática cuyo significado es muy fácil de descifrar...», revela, enigmática, Camps-; el lector no conoce quién es el autor de cada relato aunque puede intentar adivinarlo por el estilo que caracteriza a cada uno; las 14 manos recibieron un día, hace año y medio, un correo electrónico anónimo invitándoles a unirse a este juego, y aunque es seguro que fue uno de ellos quien lo mandó, todos aseguran aún hoy no saber quién fue.

'E-MAIL' ANÓNIMO / Los siete, que nunca se habían encontrado juntos antes, transmiten y contagian sintonía y complicidad. Deja Baixauli claro que «ninguna editorial ni ningún crítico estuvo detrás» de la idea. Después de aquel primer e-mail anónimo, al que todos contestaron afirmativamente, siguieron un millar de correos, según calcula Camps, y algunas reuniones y cenas. Reconoce la autora de Enllà de la mar, que sin las nuevas tecnologías esto no habría sido posible, como tampoco que el juego literario «continúe en internet a través de un blog y de un perfil de Facebook [de Unai Siset], que permite interrelacionarnos con el lector, establecer un fed back con él y dar un valor añadido a la obra colgando por ejemplo fotos de París».

Estos encuentros, en los que también han hablado mucho de literatura, señala Baixauli, autor de L'home manuscrit, los han «enriquecido espiritualmente» y, en una época en que «los autores hablan poco entre ellos», son una forma de recuperar aquellas «reuniones de artistas sobre las que todos hemos leído en los libros».

«CARA DE LOCOS» / Cada uno eligió uno de los personajes anónimos que aparece en la foto, escogida por todos unánimemente tras numerosas propuestas, y construyó una historia a partir de ella. La imagen, reproducida en la portada del libro, «nos sedujo a todos. Son rostros inquietantes, cuentan cosas», dice Usó («tienen cara de locos», especifica Baixauli). Locos que en las ficciones de los siete se convierten en un político que esconde trapos sucios o una mujer que quiere olvidar el pasado.

25.10.10

Koch: "La frontera entre el bien y el mal es muy difusa en la adolescencia"

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Este escritor holandés es el fenómeno editorial de la temporada europea con una historia de adolescentes que aborda temas como la educación y el engaño

El escritor holandés Herman Koch. foto: Mark Kohn.fuente:elcultural.es

Desde luego, empezar con una cita de Quentin Tarantino es toda una declaración de intenciones, y es que Herman Koch (Arnhem, Holanda,1953) es fan acérrimo del cineasta estadounidense, concretamente a raíz de ver la rompedora Reservoir dogs. Pero lo suyo nunca ha sido el séptimo arte, aunque se confiese cinéfilo, sino la escritura. "A los ocho años ya disfrutaba enormemente con las redacciones del colegio, y llegó un día en que decidí que ésa iba a ser mi profesión", explica Koch en un castellano riquísimo gracias a su matrimonio con una española con la que ahora vive en Holanda después de haberlo hecho en Barcelona.


Y así empezaron, hace ya más de veinte años, sus incursiones en el mundo de la narrativa. La cena (Salamandra), su séptima novela, se ha convertido en el fenómeno editorial de la temporada en los Países Bajos y todo apunta a que seguirá ese mismo camino en Europa. En ella aparecen plasmados temas tan profundos y cuestionables como las relaciones entre padres e hijos, la peligrosa carretera de curvas en que puede convertirse la adolescencia, la capacidad de engañar y las trampas en las que uno puede caer con tal de guardar las apariencias. Padre de un chico de dieciséis años, se confiesa cercano al mundo de los adolescentes y sorprendido por esa ambivalencia que les hace mostrarse y actuar cómo adultos y a la vez reaccionar cómo niños. "Vivía en Barcelona cuando allí ocurrió el grave suceso en el que me inspiré para escribir esta novela, dos chicos de buena familia prendieron fuego a una indigente que dormía en un cajero. A partir de ahí no quise saber nada más sobre el caso para no contaminarme. Y así empecé a fabular mi historia".

Nada es lo que parece
A Koch le fascina la inmensa capacidad del ser humano para sorprender a sus más allegados y La cena explora en nuestra vertiente más oscura. "Cuántas veces hemos oído en las noticias que el asesino en serie era el educadísimo vecino del quinto al que se le han encontrado quince cadáveres descuartizados en el congelador", dice riendo. "Nuestros propios hijos nos ocultan parcelas de su vida, por muy buena que sea la relación con nosotros. Son personas diferentes cuando están con sus amigos. Yo también lo hice. Era muy buen chico y me llevaba bien con mis padres, pero cometí varias gamberradas que ellos nunca han conocido. Hay una frontera muy difusa entre el bien y el mal y, a ciertas edades, esa línea adelgaza peligrosamente. Los varones jóvenes tienen una necesidad imperiosa de adrenalina y pueden buscarla en el alcohol, en la velocidad o en cierto tipo de actos violentos."

Ni siquiera el narrador de la novela es quien parece ser cuando empieza a contarnos la historia. "En las primeras páginas se muestra cómo alguien cordial y equilibrado, pero pronto empieza a mostrar su lado oculto. ¿Hasta qué punto podemos dejarnos influir por un personaje trastornado? También me interesaba explorar ese terreno y mostrar cuán manipulables podemos llegar a ser".

Hábitos saludables
No le gusta hablar de disciplina ni de método, sino que prefiere calificar de sana costumbre la que le ha llevado a sentarse cada mañana, durante tres horas, frente al ordenador. "Cuando empieza el día estoy increíblemente lúcido y la escritura casi me sale sola. Y, después de tres horas, me canso y escribo con menos fluidez. Suelo corregir muy poco, el noventa por ciento de lo que escribo lo doy por bueno".

La crítica holandesa fue favorable desde el primer momento con La cena, lo que le llevó a hacerse con el Premio del Público y a convertirse en un best seller. Y eso demuestra, según sus propias palabras, "que calidad literaria y éxito comercial no están reñidos. Sé que he escrito un buen libro. Hay una historia interesante llena de reflexiones y que invita al lector a seguir cuestionándose cosas. Pero además está bien escrito y su lectura no es aburrida. Tomé conciencia de esto en una fiesta de cumpleaños a la que asistí el año pasado y en la que siete personas habían regalado mi libro. Fue emocionante". Y justamente eso, el no aburrir al lector e invitarlo constantemente a seguir leyendo, a pasar las páginas con facilidad deseando llegar al final, es el objetivo narrativo de Koch. "A veces leo textos en los que el autor parece más preocupado por llenar las frases de adjetivos que por contar una historia. Y leer algo así es agotador. Admiro la narrativa de Tobias Wolff y de Gustave Flaubert. Sencilla y muy clara. Y yo quiero atrapar al lector tanto por la trama como por el estilo".

16.10.10

El ganador del Planeta lleva a un inglés al Madrid de 1936 en una novela de intrigas y espías

El hilo conductor y la trama de la novela es la llegada a Madrid de un joven inglés, especialista en pintura española del Siglo de Oro, Velázquez, Murillo y Zurbarán, que"acabará metido en un avispero del que no tenía la menor idea"

El escritor Eduardo Mendoza al inicio de la 59º edición del Premio Planeta de Novela, dotado con 601.000 euros para el ganador y 150.250 para el finalista.foto: EFE.fuente:lainformación.com


El escritor barcelonés Eduardo Mendoza lleva a un inglés al Madrid de la primavera de 1936 en su última novela, "Riña de gatos", una trama de "intriga, aventuras y espías" con la que el autor reflexiona sobre ese momento histórico, sin un enfoque maniqueo.

El hilo conductor y la trama de la novela es la llegada a Madrid de un joven inglés, especialista en pintura española del Siglo de Oro, Velázquez, Murillo y Zurbarán, que conoce y ha vivido en su juventud en la ciudad y que es reclamado para hacer unas tasaciones, pero que, como explica Mendoza en una entrevista a Efe, "acabará metido en un avispero del que no tenía la menor idea".

"Todos los protagonistas de mis novelas acaban siendo el mismo personaje -confiesa el autor barcelonés-, gente que está fuera y, de repente, se encuentra metido en un mundo del que desconoce muchas cosas, pero no todas, y con las pocas que conoce, su ingenio y su esfuerzo tiene que adaptarse y salir adelante, como el de la 'Cripta embrujada' o el de 'Sin noticias de Gurb', que sería el máximo exponente de esa extranjería".

Aunque todos conocen el desenlace final de la novela, la Guerra Civil, Mendoza ha tratado de ser "optimista", de lanzar el mensaje que "aunque todo es un desastre, podemos salir indemnes o con heridas pequeñas".

Al respecto, considera que "Riña de gatos" es "una novela doblemente melancólica", porque se sabe como acaba, y hay una larga reflexión sobre lo que podría haber sido, que "no era necesario que sucediera el hecho terrible que pasó y que acabó afectando a todo el mundo".

"Riña de gatos" sucede en un Madrid lleno de conjuras, misterios y espías, y en ese marco coinciden un personaje de ficción, "un inglés despistado" que desembarca en Madrid para resolver un asunto, y "un personaje real, fundamental para la historia de España, pero poco estudiado", que prefiere mantener anónimo para que sea el lector quien lo descubra.

El joven inglés es, según Mendoza, "un personaje clásico de novela de intriga, el hombre que creyendo que hace una cosa, se encuentra haciendo otra de la que no tenía la más mínima idea".

Como paradigma de los escritores que convirtieron con su obra a Barcelona en una personaje literario más, en esta ocasión Mendoza viaja con la novela ganadora del Planeta a Madrid, una oportunidad a la que llegó al elegir el momento histórico de la trama.

Sin embargo, confiesa: "No hago la misma operación con Madrid que con Barcelona, porque no puedo y porque Madrid ya tiene grandes escritores que lo han tratado", pero sí se permite "algunas reflexiones sobre lo que es Madrid visto por un inglés".

"Riña de gatos" es además un libro muy documentado, pues para su escritura Mendoza ha tenido que "leer muchos documentos de la época", si bien ha procurado que el lector no se sintiera abrumado por los datos históricos.

Sin ser un tema fundamental de la novela, el mundo del arte planea por su trama y, como el propio autor reconoce, ir de la mano de su hermana (Cristina Mendoza, subdirectora del MNAC) le ha enseñado mucho de "cómo se ha de ver el arte y lo que significa".

Añade que "en ese momento tan crítico, el arte aparece para el protagonista como el lugar donde uno puede refugiarse siempre: el pobre inglés cuando está desesperado va al Museo del Prado y allí se siente acogido por el arte de otro siglo, con el que puede dialogar a una escala humana".

La novela utiliza como voz narradora la tercera persona, pues Mendoza considera que "la primera persona debe ser para las novelas cortas de humor, mientras que la tercera es la adecuada para la novela larga", que le permite además "alternar distintos personajes y otros lugares, y variar el tiempo verbal entre el pasado y el presente".

El autor de "La verdad sobre el caso Savolta" intenta mantener el humor porque "incluso en momentos dramáticos se producen situaciones verdaderamente disparatadas y, sin embargo, reales y posibles".

A su juicio, los momentos divertidos pueden aparecer "en el momento en que se cruza la pequeña anécdota trivial del personaje costumbrista y los grandes personajes históricos que van a marcar el rumbo de la historia".

Mendoza piensa que, a pesar de esos elementos humorísticos que atraviesan la novela, el resultado final es "un libro serio, que plantea dilemas morales al lector", a quien obliga a posicionarse respecto a muchos aspectos colaterales de la trama.

Jose Oliva

15.10.10

El método Vargas Llosa

El escritor colombiano Mauricio Bonnett le siguió los pasos al ganador del Nobel de Literatura durante dos años. Dos documentales resultaron de este periplo en el que se vislumbra su proceso creativo

Durante el proceso de realización de los dos documentales, el colombiano Mauricio Bonnett se volvió amigo del Nobel Mario Vargas Llosa.foto.fuente:elespectador.com
Durante algo más de dos años, entre 2002 y 2005, seguí —acompañado de la productora Marcela Cúneo— a Mario Vargas Llosa, filmando simultáneamente dos documentales: uno sobre su vida y otro sobre la gestación de su novela Paraíso en la otra esquina. La filmación de este último fue el que me permitió —en lo posible, porque la literatura es un arte privado— vislumbrar, aunque fuera en parte, su proceso creativo.

La idea de filmar la investigación de Paraíso en la otra esquina surgió durante un descanso en el rodaje de la biografía. Estábamos en Ayacucho, una región que hasta hacía muy poco había sido el corazón sangriento de las actividades de Sendero Luminoso y adonde Vargas Llosa no había regresado desde que lideró una comisión para investigar el asesinato, brutal y ritualizado, de un grupo de periodistas a manos de indígenas que los habían confundido con guerrilleros.

Era un día candente en el que el sol canicular de alta sierra parecía más violento que el del desierto. Nos sentamos a la vera del camino para que Vargas Llosa y Patricia, su esposa, pudieran tomarse una Inka-Cola, esa bebida fluorescente como el neón que los peruanos, curiosamente, beben sin temor a la muerte. Entre sorbo y sorbo, me comentaron que en unos días estarían viajando a Tahití y a las Islas Marquesas, donde Mario (Vargas Llosa) pensaba visitar todos los lugares donde había vivido Gauguin, aprovechando que le habían otorgado un doctorado Honoris Causa en la Universidad de Papeete (si, así como lo oyen, la Universidad de Papeete. Por aquel entonces Vargas Llosa tenía diecinueve doctorados honoríficos; ahora, si mal no estoy, se han casi duplicado). Y, como si fuera lo más lógico del mundo, me invitaron a que los siguiera.

Pero era obvio que, por cinco minutos de documental, yo no podía viajar —acompañado por una productora, un camarógrafo, un sonidista y un asistente— hasta las Marquesas, el lugar más remoto de la tierra, el más alejado de cualquier masa continental.

Sin embargo, pensando que no tenía nada que perder, les dije que la única manera en que los podría seguir era si hacía otro documental, esta vez sobre la investigación para la novela. Y no sólo en Tahití y en las Marquesas, sino también en Francia, Inglaterra y Perú.

Patricia y Mario (Vargas Llosa) se miraron (o mejor Mario miró a Patricia, que es el verdadero jefe de la casa) y, para mi sorpresa, aceptaron.

Ahora faltaba lo más importante. Conseguir el dinero para el nuevo documental. Esa noche, aterrado, llamé al productor ejecutivo, Roberto Viana, un brasileño generoso hasta el delirio, que no sólo me aprobó que siguiéramos a Vargas Llosa, sino que 'exigió' que nos quedáramos en su mismo hotel para que no tuviéramos "ningún inconveniente práctico".

No lo podía creer. Es verdad que tendríamos que trabajar duro, pero en el fondo yo sabía lo que este nuevo acuerdo con el productor implicaba: que iba a tener las vacaciones más extraordinarias de mi vida, en un edén exótico, en compañía de Mario Vargas y Patricia. No cabía la menor duda: debía estar soñando o, peor, alucinando.

Pero no lo estaba. El viaje hasta Tahití duró doce horas. Después de una breve parada en Papeete, partimos hacia Hiva Oa, la isla marquesina donde murió Gauguin, en un turbohélice de dudoso pedigrí. Volaba casi a ras del mar y gran parte de las cuatro horas de vuelo estuvimos saltando de ventana en ventana (el avión estaba semivacío) para no perdernos los atolones multicolores que se deslizaban bajo el fuselaje. Sólo Mario (Vargas Llosa), abstraído, como un místico, leía sin inmutarse un tratado feminista contra Gauguin.

Pero cuando empezamos a sobrevolar a Hiva Oa la exaltación dio paso al pánico. Empezamos a notar que las costas y los cerros se repetían con incomprensible regularidad y que sobrevolábamos una y otra vez una franja de concreto que no podía ser otra cosa sino el aeropuerto. La azafata, una bella maorí, también entraba y salía de la cabina del piloto sin cesar. Mario (Vargas Llosa), a quien el pánico había obligado a abandonar la diatriba feminista, se atrevió a preguntarle por qué nos demorábamos tanto en aterrizar. La respuesta fue tan sucinta como aterradora: "Es el ultimo viaje del piloto; le está diciendo adiós a la isla". Mario (Vargas Llosa) la miró con una sonrisa espantada y apenas alcanzó a mascullar: "¡Y cree que con eso me tranquiliza!".

Ya no nos quedó duda de que el piloto había decidido terminar su carrera estrellándose contra uno de los cerros de la isla. Nuestra reacción fue paradójica: estallamos en un delirio colectivo de humor negro, muy parecido a la histeria, mientras el avión se zangoloteaba como una cometa a merced de los vientos del Pacífico. Cuando por fin aterrizamos no podíamos creer que habíamos sobrevivido. Durante ese viaje fue donde conocí de veras a los Vargas Llosa. Y no había más remedio: teníamos que vivir juntos a diario y, en el caso de las Marquesas, prácticamente los unos sobre los otros. Era cuestión de odiarse o de hacerse amigos. Y, por fortuna, nos hicimos amigos.

El trabajo empezó casi de inmediato. Cuando llegamos a Hiva Oa, Vargas Llosa ya había compuesto un manuscrito basado en sus lecturas sobre Gauguin y Tristán. Es lo que él llama 'investigación periodística', un sistema que, como me dijo en una entrevista, no busca la verdad: "…es una ayuda para buscar referencias que me den un punto de partida para inventar, para fantasear. No es la verdad lo que busco; es el ambiente, el clima, es algo que me sirva de apoyo para inventar con mayor facilidad, con mayor seguridad, aquello que quiero contar. Leo periódicos, entrevisto personas, leo libros, hago fichas, pero digamos que es una investigación que tiene como objeto alimentar la imaginación, alimentar la fantasía. Desde luego en esas novelas los grandes lineamientos históricos los respeto, pero nunca los detalles, y me tomo tales libertades que creo que en todas esas novelas hay siempre, si hacemos un balance, más fantasía que memoria histórica".

Pero ahora, que ya había superado esa etapa, quería comparar lo que había imaginado (y escrito) con 'la realidad', con los lugares donde Gauguin y Flora habían vivido, donde su huella de alguna manera permanecía viva. Y nadie iba a detenerlo, ni siquiera el calor y los mosquitos.

Vargas Llosa conserva todavía una energía apabullante. Todos los días trabajábamos largas horas bajo un sol calcinante, pero al regresar al hotel, aturdidos por el cansancio, sólo él tenía fuerza suficiente para encerrarse en su habitación para seguir "luchando contra el ángel", como llama él al solitario oficio de escribir.

"Soy una persona que trabaja con mucha disciplina, porque es la única manera como consigo conjurar eso que llaman la inspiración, es decir, ese clima de exaltación, de entusiasmo, esos estados de ánimo que son los más propicios para la creación. Eso a mí no me viene naturalmente nunca, eso es algo que resulta luego de un esfuerzo, y a veces un esfuerzo sostenido de días, de meses. He tenido que crearme un sistema de trabajo que es muy rutinario, que tiene momentos de muchísimo aburrimiento e incluso de hartazgo. Pero como ahora ya sé que sólo así, perseverando, puedo escribir una novela, me resigno".

Vargas Llosa sólo escribe en el computador sus columnas periodísticas, pero las novelas todavía salen directamente de su puño, como lo hacía hace cuarenta años, en sus comienzos. La razón, por lo visto, no es solamente práctica: "El mundo de un escritor esta hecho de manías, ¿no es verdad? Las manías son fundamentales: hay ciertos lugares, ciertas horas, ciertos ritos que son esenciales para ir creando el estado propicio para escribir. Para mí es el cuaderno, el cuaderno rayado —si además el cuaderno es bonito mucho mejor, porque si el cuaderno es feo yo siento que hay un elemento que obstruye, que obstaculiza enormemente mi trabajo—".

Sin embargo, no es esta disciplina indomable ni las manías agoreras las que hacen a Vargas Llosa un gran escritor sino, creo yo, su curiosidad insaciable y la casi infantil capacidad de sorprenderse con todo lo que encuentra. Para él nada es trivial o contingente: todo es material propicio para el tratamiento literario. Y ese entusiasmo es, por fortuna, contagioso, de manera que nuestro trabajo, por arduo que fuera, resultó siempre un enorme placer.

Pero si las jornadas de trabajo eran una cadena de descubrimientos permanentes, lo verdaderamente fascinante eran las noches. Al atardecer nos reuníamos en la terraza del hotel, que era apenas una colección de seis u ocho cabañas que miraban al Pacífico, y nos tomábamos una solitaria copa (que rendíamos como si fuera un tesoro invaluable) de un precioso whisky de malta que, junto con la brisa del Pacífico, parecía llevar a Vargas Llosa a algo parecido al estado de gracia, mientras producía deliciosas anécdotas del costal sin fondo de su memoria y, tal vez, incluso de su imaginación.

Cuando dirigí esos dos documentales sobre Mario Vargas Llosa, el Premio Nobel parecía estar siempre —como el paraíso de la novela— a la vuelta de la esquina. Lo había estado, quizá, desde los años ochenta, y lo siguió estando hasta el jueves pasado, cuando por fin la Academia Sueca decidió que sus discrepancias políticas con Vargas Llosa no eran razón suficiente para seguir denegándole un premio merecido.

Desde que tuve la buena fortuna de trabajar con él y de hacerme su amigo, he visto sin falta —y en vivo— el anuncio del Premio Nobel de Literatura con la esperanza de por fin escuchar su nombre en medio del sueco incomprensible. Este año, sin embargo, me venció el sueño y no fui capaz de levantarme, pero no dejé que esa cruel ironía del destino me amargara un momento que había estado esperando desde aquellas noches inolvidables de Hiva Oa. Enhorabuena, Mario.

Mauricio Bonnett y sus pesquisas literarias

Este guionista, escritor y director colombiano se radicó en Inglaterra a finales de los años ochenta. Desde allá se ha involucrado en proyectos de ficción y de documental tanto en el Reino Unido, como en Canadá y España. También ha realizado programas radiofónicos que se han transmitido en la cadena BBC de Londres.

Tras incursionar en el guión de ficción del largometraje 'Eisenstein', trabajó en documentales sobre el boom literario latinoamericano de los años 60 y 70. Fue testigo del periplo del escritor y premio nobel de literatura 2010, Mario Vargas Llosa en su búsqueda por los rastros del pintor francés Paul Gauguin y su abuela Flora Tristán en el documental que tituló con el nombre de la novela 'Paraíso en la otra esquina'. Un año después, en el 2004, elaboró un nuevo documental 'Mario Vargas Llosa: la biografía'.

11.10.10

Policial a lo Piglia

El escritor dice que con Blanco nocturno quiso superar los códigos y los clisés de los policiales y que intentó que en su narración el foco no estuviera tanto en la trama como en los personajes
"Ahora me doy cuenta de que sólo puedo localizar mis historias en los lugares en los que viví",dice Piglia. Foto:GUILLERMO MONTELEO.fuente:adncultura.com

Más allá de sus tramas disímiles y de las distancias entre sus fechas de publicación, las novelas de Ricardo Piglia quizá formen un proyecto continuo. No solamente porque los mismos personajes suelen volver en cada uno de los libros, como si las ficciones fueran en realidad estaciones de sus biografías imaginarias, sino sobre todo por un registro común, la manera en que la sintaxis se sale de quicio, y por cierta idea general de poner a prueba los límites del género en el que escribe: la novela tiende a veces al ensayo, como en Respiración artificial , y el ensayo a la ficción, como en algunos de los textos de Formas breves o de El último lector .

Blanco nocturno , su nueva novela, es un policial de enigma que transcurre en la década de 1970 -resuena lejano el rumor de la política- en un pueblo de la provincia de Buenos Aires: hay allí un crimen (el del portorriqueño Tony Durán), un triángulo amoroso y sexual con las mellizas Belladona -hijas del hombre rico del pueblo-, que amplía luego sus vértices; un inventor recluido en su fábrica y una investigación liderada por el comisario Croce y secundada por el periodista Renzi, viejo conocido de los lectores de Piglia. Pero es un policial deliberadamente defectivo, en el que se reconoce de inmediato un "tono Piglia". "El primer lector de la novela fue Gerardo Gandini, y lo primero que mencionó fue justamente la cuestión del tono de la novela", explica Piglia con su habitual énfasis teórico, pero particularmente sereno, como si saliera de una convalecencia.

-¿Por qué ese primer lector fue un músico y no alguien vinculado directamente a la literatura?

-Durante mucho tiempo, mi primer lector fue un amigo que se dedicaba a la filosofía, José Sazbón. Me parecía siempre mejor buscar un lector que estuviera un poco corrido del mundo de los escritores, un lector ajeno a ese universo cerrado. Gerardo es un amigo, pero también un gran músico y alguien con mucha sensibilidad para la forma y para el ritmo. Él inmediatamente empezó a hablar del tono. El tono no es el estilo; es más bien la relación que tiene el narrador con la historia. Eso es muy importante para mí. Esa relación puede ser irónica, nostálgica, agresiva. Eso es un ritmo, una relación emocional del narrador con la materia. No es estrictamente un tema, porque el narrador a veces es casi invisible. El estilo es una consecuencia, y viene después.

-¿Ese tono es estable, en el sentido de que persiste inalterado de un libro a otro?

-La cuestión es si el tono se mantiene o no a lo largo de todo el libro. Manuel Puig, por ejemplo, cambiaba los tonos dentro de cada capítulo. Yo intenté que el tono permaneciera estable a lo largo de todo el libro. Por otro lado, las marcas que uno reconoce como propias son algo que yo no puedo percibir. Pero mi ilusión es que los libros no se parezcan entre sí. Lo que llamamos experimentación tiene que ser primero experimentación del artista, más que del objeto. El objeto puede ser más o menos experimental, pero el artista tiene que sentir que se pone en riesgo. Eso es imprescindible para que me interese escribir un libro. Tiene que haber un desafío mínimo, algo que no hice antes.

-¿Cuál fue ese desafío en Blanco nocturno?

-En principio, situar una novela en un pueblo de campo, un ámbito tan diferente del de mis libros anteriores. Yo tenía todo el recuerdo de las noches de mi infancia en el campo. Eso supone otra relación con el paisaje, y supone también un tipo de relación entre los personajes que no es igual que en la ciudad. Imaginemos que alguien cuenta una conversación como la que tenemos aquí nosotros: es muy probable que dos personas que conversaron a media tarde se encuentren de nuevo a la noche y sigan conversando; eso es algo que en la ciudad resulta mucho más improbable. Los personajes están allí más unidos. Pero además me interesaba poner una dimensión épica en el relato. Esto quiere decir que los personajes fueran menos cotidianos, con una dimensión un poco más trágica. Ésos eran los desafíos: una localización diferente y un intento de trabajar con personajes que tuvieran una dimensión más alta.

-Respiración artificial fue un intento de vulnerar, por la inclusión de la crítica, algunas convenciones de la novela. En Blanco nocturno lo que se altera son las leyes del policial, ya desde el detective, el comisario Croce, que triunfa intelectualmente pero es derrotado judicialmente.

-Es un intento de llegar a los límites de las convenciones del género. Mi idea es que el género policial es simplemente un personaje: el comisario Croce. Y el libro como tal es también un intento de hacer una novela que tenga como centro básico a los personajes. No una trama previa sino personajes que ayudan a definir la acción. Me atrevería a decir: primero los personajes y después la trama, al revés que en mis novelas anteriores. La trama se construye alrededor de los personajes. Lo que resuelve Croce lo resuelve un poco por intuición... Las tramas se organizan sobre la base de algunos presupuestos, por ejemplo, lo que te decía antes sobre la importancia de los personajes. Dicho de otra manera: hubo un crimen porque había un comisario.

-Croce es un personaje inestable. Se habla de que tiene "narcolepsias psíquicas".

-Sí, por momentos se va, se pierde. Y cuando vuelve, trae una iluminación. Sería parecido al efecto que en otros detectives tiene el descubrimiento de una huella. Es como una epifanía. Acá la epifanía se produce por las ausencias.

-¿Por qué entra el personaje de Renzi en la novela, un Renzi, además, que es anterior a Respiración artificial pero que en determinado momento imagina un libro que es La ciudad ausente?

-Es más bien una manía. Renzi me interesa porque cuando aparece yo tengo más claro el tono, sé cómo va a mirar él las cosas. Es algo dado. Un personaje que mira todo desde la literatura. Es como una melodía que uno ya conoce, lo que para el jazz sería un standard . Además yo quería que Croce tuviera alguien con quien conversar, como suele suceder con los detectives que siempre tienen un ayudante, también en un sentido narrativo. Siempre tiene que haber otro que ponga a prueba las hipótesis y que deba ser convencido. A la vez es una lucha contra el delirio de las hipótesis que circulan en el género, que suelen ser bastante extravagantes. Hay un lugar de sentido común que se encarna en otra figura, de la cual Watson es el modelo.

-El inventor Luca Belladona, hermano de las mellizas, ¿es una reencarnación de Russo en La ciudad ausente? ¿Por qué le interesan los inventores?

-Eso no fue deliberado. Luca Belladona está en el origen del libro porque es la historia de un primo mío, familiar de mi padre, que tuvo esa experiencia con una fábrica en crisis y se quedó resistiendo en la planta. Quizás él sea el modelo de los otros. Pero ahí también se mezcla mi interés por Roberto Arlt. Siempre me interesaron los sujetos que enfrentan la realidad tratando de construir objetos que parecen pertenecer a otra realidad. Y por lo tanto toda la realidad empieza a estar perturbada. El problema consiste en incorporar ese objeto nuevo en la realidad tal cual es. Esos tipos tienen que luchar con la realidad porque lo que lograron construir es muy raro y muy difícil de incorporar a lo real.

-Más que en otros de sus libros, se nota en Blanco nocturno una atención a los datos del paisaje.

-Mi experiencia en el campo refiere a la infancia, a los veranos que pasaba en Bolívar, donde vivía una hermana de mi padre. Era una experiencia maravillosa, y evidentemente me han quedado situaciones que luego, al tratar de reconstruirlas, me di cuenta de que estaban muy firmes y muy frescas: efectos, colores, luces. Los cambios del paisaje del campo en las distintas horas del día, que puede pasar de ser benéfico a parecer aterrador. Todo es tan llano, tan impasible, que da la impresión de que lo único que puede cambiar allí es la luz. Además, me gusta mucho la zona de las lagunas; la laguna de Carhué, por ejemplo, esas lagunas rarísimas en el medio del campo. Ahora me doy cuenta de una cosa: sólo puedo localizar las historias en lugares en los que viví. Todavía no pude localizar un libro en otro lugar, y creo que ya no lo voy a hacer. Entonces, mis historias transcurren en Adrogué, o en Mar del Plata, o La Plata, o Buenos Aires, o en Princeton.

-¿Hay que escribir sobre lo que se conoce?

-Parecería que sí, aunque eso no forma parte de mi ideología explícita de la literatura. Sin embargo, hay un punto autobiográfico: me da la posibilidad de narrar. Es curioso y al mismo tiempo divertido: uno podría pensar que un narrador escribe hasta que se le agotan los lugares, más que los temas.

-¿Por qué le llevó trece años escribir Blanco nocturno?

-Yo no me considero un novelista en el sentido en que otra gente considera a un novelista, alguien que está todo el tiempo escribiendo novelas. Además, no me gusta mucho esa figura de escritor. Trato de tener actividades más variadas. Y éstos fueron los años de mi trabajo en Princeton y de mi permanencia en Estados Unidos. De todos modos, escribí esta novela de la misma manera que las otras, con un procedimiento que no recomiendo a nadie: escribo un primer borrador y lo dejo descansar dos años. Después vuelvo al texto y puedo empezar a modificarlo con una distancia que no se tiene cuando uno trata que el tiempo de escritura sea razonable. Podríamos decir que, en tiempo neto de escritura, la novela me llevó dos años o dos años y medio. Mi sensación es que si yo escribiera la novela en dos o tres años, no lograría ponerle los niveles que yo pretendo que tenga. Cuando el tiempo se incorpora al manuscrito, hay una inspiración que está en el propio material.

-Uno de los personajes de la novela dice en un momento que su madre no lee novelas argentinas porque "esas historias ya las conoce". ¿Cuáles son esas historias conocidas de la literatura argentina?

-Es como hacer una taxonomía. Podría escribirse en broma un manual de autoayuda para escritores argentinos. En realidad, las novelas argentinas se parecen demasiado unas a otras. Hay como un estilo literario medio que se repite y uno al final no distingue una obra de la otra y no sabe bien quién las ha escrito. Podríamos reformular la famosa frase de Tolstoi en el comienzo de Anna Karenina y decir: las malas novelas son todas iguales, pero las buenas son buenas cada una a su manera.

-Lo curioso es que no parece que esa frase pudiera haber sido dicha en los años setenta. Es algo que va desde el presente hacia atrás.

-La frase de la novela es un chiste. Sobre todo, porque el gusto de la narración consiste a veces en encontrar lo que ya se narró y lo que ya se conoce. De todas maneras, creo también que algunas posiciones sobre ciertas poéticas se han vuelto más férreas. Sería bueno que se instalara la percepción de que la literatura no se hace de un solo modo. Ahí está la peor herencia de Borges. La peor herencia de Borges es su idea de que había una sola manera de hacer literatura y que esa manera excluía a Proust e incluía a otros. Él pensaba que Chesterton y Stevenson eran mejores que Joyce y Proust. Fue una posición valiente y él tenía todo el derecho de pensar eso. Pero no me parece del todo pertinente que dijera que eso era la literatura. Borges terminó por permitir que se incorporara un modelo único. Eso no ayuda a las conversaciones y las tensiones entre las poéticas sino que instala exclusiones absolutas.

-¿Habría que pensar con esas coordenadas el aparente olvido de la obra de Juan José Saer?

-Ahí tenés: los que critican a Saer dicen que es lento. Entonces: ¿la literatura tendría que ser rápida? A quién se le ocurre. La de Saer tiene esa velocidad. No se le puede quitar a la novela un elemento. Qué bueno sería Saer sin descripciones... ¡Pero no habría Saer sin descripciones! Ése es su mérito mayor. En cualquier caso, la dinámica de la literatura no se puede comprender hasta que pasa un tiempo. Yo tengo la idea de que para poder comprender la literatura en el momento mismo en que uno vive habría que leer todo: lo que se edita, lo que no se edita e incluso las novelas frustradas. Si por algún artificio de la literatura fantástica uno pudiera acceder a esa masa de textos que se escribe en un año, uno podría tener una idea de cómo funcionan ciertas formas y ciertos imaginarios.

-¿Lee mucha literatura argentina actual?

-Sí, leo siempre, sí. Estuve leyendo, por ejemplo, los dos últimos libros de Marcelo Cohen, que tiene un proyecto muy interesante. También leí algunos textos de algunos escritores más jóvenes, por ejemplo de Marcos Herrera. Otro escritor que me interesa mucho es Germán Maggiori, que hace una especie de ciencia ficción noir , dura, una especie de ciencia ficción del suburbio; allí, además, el castellano aparece alterado por esas realidades. Tengo ganas de dictar un curso sobre primeras novelas y escribir después un ensayo sobre eso. Me interesa cómo aparece un tono y una voz, y qué se puede esperar después de eso. Trataría de hacer un pequeño catálogo de textos y reflexionar sobre esa forma. Lo interesante de las primeras novelas es que no sabemos nada, no tenemos prejuicios. Es una primera experiencia de lectura. Últimamente, me preocupa mucho la sobreinterpretación, que es algo muy ligado a la cultura de masas actual. Es algo que noté en Estados Unidos con las emisiones de Lost y de The Wire . Después de cada capítulo, al día siguiente ya había infinitas interpretaciones. Cada interpretación preparaba lo que se iba a ver en el capítulo posterior. La tarea de la crítica tal vez sea defender los espacios en los que no todo está sobreinterpretado.

-¿De qué manera lee ahora Respiración artificial, su primera novela, y de qué manera querría que se leyera?

-Hay una sensación de descubrimiento, me parece, al escribir una primera novela; la sorpresa de encontrar un tono y de poder seguirlo. No se trata de narrar, sino de escribir, y escribir es una cuestión de ritmo, ¿no?; hay que escuchar la música del lenguaje. Mientras trabajaba en Respiracion artificial , tuve todo el tiempo la impresión de que el material era inesperado, que surgía del tono y que yo sólo debía tener la capacidad de sostenerlo. Escribí la última versión de la novela en cuatro meses, en el verano, en un departamento que daba al Congreso, con una sensación de euforia y de energía que nunca volví a sentir con tanta intensidad en los libros siguientes. Esto no habla de la calidad del libro ( La ciudad ausente , por ejemplo, me parece una novela mejor), sino del sentimiento de apertura y de experimentación que es esencial, creo, en la relación con la literatura. Y algunas primeras novelas suelen conservar los rastros de esa inspiración.

7.10.10

Cincuenta razones para celebrar a Mario

Cincuenta personalidades del mundo de la cultura dan una razón, su razón, para leer al nuevo Premio Nobel hoy
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, para re-leerlo.foto:reuters.fuente:elcultural.es

Siempre a trasmano, insobornable en su independencia, talento, inteligencia, humor y lucidez, Mario Vargas Llosa acaba de recibir el Premio Nobel de Litertura. Imposible resumir en unas páginas sus hallazgos en la novela, el ensayo, el teatro, la Prensa. Por eso, a modo de homenaje, El Cultural invita a cincuenta personalidades del mundo de la cultura (escritores, galeristas, compositores, cineastas...) que dan una razón, su razón, para leer a Vargas Llosa hoy.

Asocio el nombre de Mario Vargas Llosa no sólo con unas cuantas novelas memorables, algunas de las cuales figuran en lugar preferente de mi historia particular del gozo estético. Le tengo, además, por un excelente pensador del género novelesco. Creo que ha sabido razonar con hondura, con ingenio, con pasión contagiosa, por qué y para qué se escriben y se leen las novelas. Recuerdo, agradecido, que hace años un ensayo suyo me llevó a la experiencia inolvidable de leer Tirante el Blanco. Fernando Aramburu

Siempre había querido parecerme a escritores como Vargas Llosa. Desde que leí La ciudad y los perros había querido parecerme al propio Vargas Llosa. Y con el paso del tiempo, me enteré de que los 2 somos lectores apasionados de Los miserables, de Víctor Hugo. Gracias, Mario, por haberme ayudado a cumplir uno de mis sueños. Fernando Fernán-Gómez

La primera razón para leer a Vargas Llosa es Los Cachorros, Conversación en la Catedral, la Ciudad y los perros, La casa Verde o La Guerra del Fin del mundo. Tan impresionante listado obliga a no añadir más. La segunda razón es que tiene uno de los libros más descacharrantes de la literatura en español: La Tía Julia y el escribidor. La tercera razón es que es uno de los más inteligentes y elegantes críticos literarios, cuyas invitaciones a obras de otros abren excelentes puertas para llegar a novelas imprescindibles (La Verdad de las mentiras). La cuarta es su obra periodística. No hace ninguna falta añadir una quinta razón. Juan Bonilla

Confieso que aunque es un compañero estupendo de la Real Academia, no he leído en profundidad su obra. Sí conozco más sus artículos, que siempre me han parecido valientes, muy pertinentes y respetables y, sobre todo, independientes. Y, desde luego, sus conocimientos estéticos saltan a la vista. Francisco Nieva

El primer libro que leí de él fue el ensayo La orgía perpetua y el último La fiesta del chivo. Dicen que los poetas se dividen en celebratorios y elegíacos. El autor de estas orgías y de estas fiestas sería de los primeros. No digo que escriba siempre himnos (el relato del dictador sanguinario no lo es, ciertamente), pero sí que transmite con alegría su amor. Esa es la esencia de los maestros¿Amor a qué? A la literatura, pero también amor humanista al mundo, a pesar de sus desgarramientos, de sus dilemas y de toda su negatividad. Javier Gomá

Como ocurría con Enrique Jardiel Poncela, a mí me pasa con la literatura de Mario Vargas Llosa que sus artículos periodísticos me parecen de derechas, pero sus novelas son más bien de izquierdas. Esto sólo es posible en un escritor complejo, independiente y lleno de humanidad, como sin duda es el autor de La ciudad y los perros, novela inolvidable que disfruté muchísimo leyendo. Vicente Aranda

Leer a MVLL es una forma de conservar la juventud: su obra está hecha en el presente combustible de la pasión. En sus novelas alienta el clima fragoroso de la temporalidad, donde lo vivo arde, pugnaz y fugaz. Sus personajes sucumben poniendo a prueba sus fuerzas, como ángeles caídos que pagan el robo del fuego. Son negados por un mundo mal hecho, incólume y culpable. Pero, otra vez, la vida apuesta por ella misma y forja al héroe de una apasionada desesperanza. Asi, la lectura nos recobra y la aventura recomienza. A los 70 años, MVLL sigue jugándolo todo a una página. Julio Ortega

A todos los grandes novelistas hay que leerlos para saciar nuestro innato deseo de escuchar historias. A Vargas Llosa también, porque es un inagotable contador. Pero lo que más me impresiona en él es su pasión por la literatura. Es una pasión de adolescente. Nos ha contado cómo descubrió Madame Bovary, la excitación, el entusiasmo por leerla. Creo que con los años y las páginas se pierde esa voracidad entusiamada propia del lector joven. Vargas Llosa la ha conservado y, además, intenta transmitirnos esa profunda emoción. Me parece magnífico. José Antonio Marina

En los tiempos de la universidad, todos mis amigos que hacían Filología y Filosofía eran de los libros serios de Vargas Llosa: La ciudad y los perros, Conversación en la catedral, La casa verde. Pero yo siempre preferí los otros, los supuestamente frívolos: sobre todo, La tía Julia y el escribidor. En ella encuentro, llevada al extremo, la mejor razón para leer a Vargas Llosa: el gozo. La alegría de encontrarse una historia bien contada, que rezuma ingenio y profundidad. Lorenzo Silva

No hay mayor motivo para leer a un autor que el placer que produce. Yo recuerdo con precisión el que me regaló la lectura de Los cachorros en mis primeros tiempos de estudiante universitario, que se amplió y afianzó con sus ensayos sobre Flaubert o el Tirant lo Blanch. Me gusta ver los lomos de La ciudad y los perros, La casa Verde, Conversación en La Catedral o La Tía Julia... en mi biblioteca marcados por la lectura, que es siempre recuerdo y promesa. Jaume Vallcorba

Recién acabo de despertar de un sueño en el que me asombraba todo el rato de lo fácil que me resultaba el camino que me llevaba a volver a leer las obras cumbres de Vargas Llosa. Y es que caía en picado por él, por ese camino. A quienes no le hayan leído, les recomendaría que tomaran el camino con más calma. Es un sendero largo y atractivo, lleno de grandes hallazgos. Enrique Vila-Matas.

Para mí, aunque personalmente lo conozco poco, es uno de mis mejores y más viejos amigos. He leído todos sus libros, y algunos más de tres y cuatro veces. Y los he leído como lector y como escritor. Para disfrutar y para disfrutar aprendiendo. Es un autor que se va engrandeciendo con el tiempo. La ciudad y los perros o Conversación en La Catedral son novelas que resultan mejores ahora que cuando aparecieron. La Fiesta del Chivo será mejor dentro de 20 años que ahora. ése es el privilegio de un creador de mundos cuya riqueza y solidez parece crecer y crecer con los años, como si cada libro tuviera vida propia. Luis Landero.

Hay que leerlo porque es un escritor que jamás se separa de la realidad, pero la utiliza para trascenderla, para universalizar cuestiones que parecían concretas y limitadas, sea la educación en un colegio paramilitar o la vida bajo una dictadura determinada. Ha entendido como pocos la capacidad omnímoda de la novela para crear mundos autónomos en los que lo "real" no es la correspondencia con una realidad exterior, sino la cohesión interna y la armonización de elementos que, fuera de esa unidad narrativa, serían tal vez incompatibles. Ricardo Senabre

Vargas Llosa es un escritor que consigue, en sus novelas y en sus ensayos, dar pasos adelante, y sorprender o cautivar nuevamente. Es una prueba inequívoca de su enorme talento y de su papel en la evolución de la literatura en español. Leerlo siempre aporta algo, tanto a lectores como a escritores, y éstos acaban entregados al renovado poderío de su literatura. Adolfo García Ortega

¿Cuántos grandes libros tiene que escribir un novelista para que se le considere un gran escritor? Yo creo que basta con uno. Pues bien, Mario Vargas Llosa es autor, no de uno, sino de varios libros verdaderamente grandes, razón más que suficiente para que se decidan de una vez a leerle todos aquellos que todavía no lo hayan hecho. Ignacio Martínez de Pisón

Mario Vargas Llosa es un escribidor, novelista, ensayista, articulista, que ha hecho bueno el aforismo clásico de deleitar aprovechando. Todas sus novelas son novelas de tesis y en ellas está siempre presente ese intelectual europeo trasladado a Hispanoamérica. Es posible afirmar que Mario Vargas Llosa ha rejuvenecido la novela, sin perder una cierta fidelidad a la novela del siglo XIX, a la que alude con frecuencia en sus excelentes artículos. Carlos Bousoño

Ahora que las últimas hornadas de narradores hispanoamericanos abominan de sus padres literarios, no está de más insistir en la grandeza de los escritores del boom. Yo, como tantos, he crecido, deslumbrado, con ellos. La mejor razón para leer a Vargas Llosa consiste en la razón única de que disponemos para leer a cualquier gran autor: aspira siempre a la gran literatura. Carlos Marzal

Una razón para leer a Vargas Llosa es por ser un extraordinario exponente de la originalidad narrativa y de la belleza estilística de la literatura hispanoamericana de nuestros días. Antonio García-Bellido

Mario Vargas Llosa es un maestro de ese modo de novelar que, en un lugar de la Mancha, derrotó a los malos libros de caballerías, por más que estos se empeñen en regresar. Tramas de la historia verdadera, conductas y atmósferas sorprendentes pero reconocibles, y un lenguaje conciso y preciso. Un clásico vivo de la lengua española. José María Merino

Vargas Llosa es un experto en crear estructuras narrativas complejas, dinámicas y eficaces, al dotarlas de una mirada en zig-zag que permite una doble visión de las escenas cruzadas, de cuyo movimiento emerge un concepto de "destino" plenamente moderno. A menudo lo leo para aprender. Jesús Ferrero

Porque es un maestro de la novelística contemporánea, porque eso lo hace al mismo tiempo uno de los novelistas más importante del mundo, y porque es, para conocer el mundo hispánico, absolutamente imprescindible leerlo. J. J. Armas Marcelo

Hay escrituras adictivas, lees una sola línea y ya estás enganchado. La de Vargas Llosa es una de ellas: con unas pocas palabras te coloca en la esperanza de estar en el umbral de una revelación: la de que leer, nos transforma. Porque todo lo que nos rodea desaparece y la página, nuestros ojos, el cerebro y el pecho comienzan a respirar en el modo que quiera provocarnos. La última cosa que he leído suya estaba estampada en una delicada cabeza de bronce de Manolo Valdés. No pude dejar de dar vueltas alrededor de ella. Alberto Corazón

Oye", pregunto a una amiga con la que he salido a cenar, "¿tú sabrías decirme una razón por la que leer a Vargas Llosa?" "¿Una razón? ¿¡Sólo una!?" Deja el tenedor, se le agrandan los ojos, intenta hablar sin conseguirlo, hace un gesto con las manos como para abarcar un objeto inasible y maravilloso, sonríe, recordando sin duda alguno de sus libros, sacude la cabeza perpleja e impotente. Vale. Para qué más razones. José Ovejero

A Mario Vargas Llosa le agradeceré siempre las hermosas, intensas e impagables horas que he pasado con sus novelas, seducida por el placer inagotable de esa "orgía perpetua" que él tan bien conoce y por su asombrosa capacidad de convertir las mentiras de la ficción literaria en las verdades más auténticas y perturbadoras, tan lejos de lo que un comentarista político de la realidad podría conseguir jamás. Mercedes Sampietro

Siempre vale la pena leer a Vargas Llosa, incluidos sus artículos con los que muchos no estamos de acuerdo y en los que es imposible dejar de reconocer su inteligencia, rigor y claridad. Siempre vale la pena leer a Vargas Llosa, porque su pulso narrativo apenas tiene parangón, porque en su obra la complejidad formal, la reflexión histórica y el sentido del humor se conjugan admirablemente, y por muchos otros motivos que incluyen, por supuesto, el placer de discrepar de él. Andrés Neuman

La razón principal para leer a Mario Vargas Llosa es la delicia que significa leerlo, simplemente. La prosa de Vargas Llosa destila lo que yo llamaría conocimiento placentero o lo que es lo mismo, belleza. Pero esa belleza en Vargas Llosa se acrecienta con su estilo, que es inteligente. La estructura de su lenguaje es firme y precisa. Todo ello hace que transmita el mensaje con "seguridad" y de una manera única creando la sensacion de un tiempo placentero. Me encantaría hablar con él sobre Neuroestética o neuroarte. Francisco Mora

Crecimos literariamente con los relatos de Vargas Llosa. En una época de magias difusas, mostró que el realismo también tiene mil y una noches. Creo que el que Mario sea un político laico, también en lo político, le da una curiosa distancia respecto a la reelaboración de la realidad, en un sentido distinto al de los "creyentes". Y resiste muy bien el paso del tiempo, como toda buena literatura. Manuel Gutiérrez Aragón

Recuerdo el impacto que tuve cuando leí La ciudad y los perros recién publicada, ¡qué primera novela y qué escritor excepcional! Y lo disfrutamos desde entonces. Por otra parte siempre es estimulante leer sus ensayos políticos (para a menudo discrepar) y literarios (para aplaudirlos sin excepción). Jorge Herralde

Siempre recomiendo a la gente que empieza en el cine que en lugar de infiltrarse en un rodaje donde no se aprende nada, vayan a la sala de montaje de una película. Eso, y que lean Conversación en la Catedral, poque es una muestra de cómo se puede montar bien un relato. David Trueba

Supongo que existen miles de razones para leer las novelas de Vargas Llosa. A mi me ocurre algo levemente distinto: no lo leo, sino que lo re-leo. Y lo hago, justamente, cuando estoy a punto de empezar a escribir una de mis novelas. Entonces busco mi ejemplar de Conversación en la catedral y, sin importarme ya demasiado cuándo se jodió el Perú, trato de captar la respiración, el tejido, la malicia narrativa y apunto mis armas hacia esa altura inalcanzable pero tentadora: Vargas Llosa es la meta, el reto, la "imagen y la posibilidad", como dijera Lezama. Leonardo Padura.

Le vimos crecer literariamente en la Barcelona del boom, entre cenas jocundas y larguísimas sobremesas, deliberantes o reñidoras. Nos enseñó que ser un novelista latinoamericano auténtico no significa ser pintoresco. El más europeo de los novelistas de las Indias Occidentales -cosmopolita profesional- se reveló además como un agudísimo ensayista y articulista. La última vez que le vi fue en un festival de cine en Berlín y me pareció que el tiempo no había pasado desde los "happy sixties". Le seguimos echando de menos en Barcelona. Román Gubern

Un escritor formidable que aparte de su éxito como novelista es un magnífico exégeta. Es un gran contador de historias, a las que trata con extraordinario sosiego, acariciando las palabras. Es una fortuna que exista, y que escriba así. En los 70 tuvimos una relación bastante intensa. Informe para una Academia causó impacto en Barcelona, donde vivía. Me confió La señorita de Tacn' para que la montara, pero no tenía medios para producirla. Recurrí a un conocido productor de Madrid. Me dijo: "Yo te la produzco, pero con actores españoles", cuando yo quería con actores argentinos exiliados en España, entre ellos Norma Aleandro. No la pude montar. Luego, Norma la hizo en Buenos Aires con un gran éxito. José Luis Gómez

El conjunto de la obra narrativa de Vargas Llosa es, aplicándole lo que dijo él a propósito de Flaubert, una orgía perpetua. Su nómina de novelas magistrales es asombrosa. Algunos dirán que ninguna de sus novelas ha brillado a la altura de Paradiso o Cien años de soledad, pero hay algo en lo que nadie lo supera y es que cada década vuelve a escribir una obra maestra. Lleva medio siglo haciéndolo. Después de cumplir setenta años, nos dará alguna más, estoy seguro. Eduardo Lago

Por placer. Esa es mi razón. Porque más allá de su valentía; de su capacidad para levantar banderas; de su lenguaje maravilloso, preciso y soñador; de sus historias fabulosas; de su capacidad para meter el dedo en la llaga; de su libertad de espíritu; de su pasión incontralada, de su profundidad, de su hermosura... leer a Vargas Llosa me produce placer. Alberto Anaut

Pocos artistas poseen la pasión y la lucidez de Vargas Llosa. Uno puede estar en desacuerdo con sus puntos de vista, pero jamás quedará decepcionado frente a su ardor y su brillante intransigencia. En una época dominada por la fatuidad y el espectáculo, sigue siendo uno de los grandes defensores de la libertad crítica. Jorge Volpi

Cuando uno comienza un libro de Vargas Llosa lo más probable es que se quede al momento enganchado a su lectura y no tenga más remedio que terminarlo pronto. De hecho, a mí me ha quitado horas de sueño y estudio. Admiro su narrativa a cuentagotas, la manera en la que va presentando al lector la trama donde alterna, sin que uno se de apenas cuenta y sin revio aviso, espacios y tiempos. Te transporta con una maestría impresionante. Joaquín Achúcarro

Para empezar, la polifonía de Los cachorros. Mirar una avenida sin amor. Gobernar la maquinaria y el ritmo del lenguaje -culto, arrabalero, de donde toque-. Ser dueño de cinco o seis títulos ya fundamentales en la historia de la novela en castellano. Ser un brillante teórico de la literatura. Capacidad para crear personajes en tres dimensiones. Y, quizá por encima de todo, el gran arquitecto, el poderoso constructor de estructuras narrativas. Antonio Soler

Porque es un autor innovador en la forma y valiente en los contenidos, y nos permite conocer la realidad peruana desde una perspectiva de privilegio: la de un artista que al hablar de la corrupcion y excesos de poder de su pais defiende la integridad intelectual y rechaza la retorica vacia. Uno puede estar de acuerdo o no con sus opiniones políticas, pero es indudable que son fruto de una ética meditada y consciente. Es un clásico en su tiempo. Enrique Marty

Hay que leer a Vargas Llosa por una razón muy simple: es el mejor escritor vivo que hay ahora mismo en lengua española. El más amplio, el más completo, el más poderoso. Rosa Montero.

Tengo que reconocer que no sabía nada de Vargas Llosa cuando, allá por los años 60, un amigo me recomendó La ciudad y los perros. La manera de meterte en las situaciones que narra, su tremenda imaginación y el modo de retratar a sus personajes, es sencillamente fantástico. Desde entonces no he dejado de leer todo lo que he podido de Vargas Llosa, obras anteriores y posteriores a La ciudad y los perros, como Los jefes, La casa verde, Pantaleón y las visitadoras, y una de sus últimas y para mí mejores, La fiesta del chivo. Fernando Argenta

Llegué tarde a la obra de Vargas Llosa. Fué en Nueva York a principios de los 80, cuando participé con Intar - un centro teatral off - off Broadway - en la adaptación a la escena de La señorita de Tacna al inglés. La obra fué un éxito y era extraordinario ver cómo el público neoyorquino hacía suya una historia que sucedía en un remoto lugar y en un ambienteque poco tenía que ver con el de Nueva York. Esta puede ser una buena razón para aventurarse en el riquísimo universo de Vargas Llosa. Guillermo de Osma

En la obra de Vargas Llosa están presentes los cuatro elementos, pero creo que el dominante es el agua. Es una escritura que va fecundando la historia a medida que avanza. Esa escritura tiene brillo y profundidad, es vigorosa y sensual, y se mueve con valentía y juicio. Es una literatura sentipensante. Te agita. Te hace sentir libre, en un hogar nómada, donde puedes vivir a contracorriente. Manuel Rivas

Le conocí antes de dirigir su obra Pantaleón y las visitadoras, pero durante los ensayos tuvismo ocasión de profundizar en nuestra amistad. Aparte de ser una persona encantadora y generosa, me parece un novelista impresionante, si no el más grande del momento. Un hombre de una gran cultura que se desparrama en todo lo que escribe y que tiene talento para cualquier género literario. Domina el idioma de un modo magistral y esta muy integrado en las costumbres hispanas y la prueba es su enorme afición al mundo de los toros. Gustavo Pérez Puig

La más importante se llama placer de leer, y cada vez que abro uno de sus libros siempre jóvenes regreso a ese placer desbordante de mi adolescencia, cuando La Ciudad y los perros era el libro que descubríamos llenos de asombro, porque hablaba de nosotros. Vargas Llosa fue un cómplice, un amigo escritor cuyas obras iban de mano en mano, de café en café, y al que mi generación debe las conversaciones literarias más animadas. Tenemos una gran deuda con él, y al placer de leer y volver a leer sus novelas, se agrega el de desearle un Feliz Cumpleaños y larga vida, porque aún nos debe muchísimas novelas. Luis Sepúlveda

Además de una vieja amistad, Mario Vargas Llosa y yo compartimos el calendario: ¡los dos acabamos de cumplir setenta! él mismo ha escrito que las buenas historias "aumentan nuestra vida" y nos "descubren los alcances de la libertad". Y así son sus libros. Su lectura nos dan ánimo para esas empresas en las que el ser humano tiene que dar lo mejor de sí mismo. Paloma O ' Shea

Leer buenas novelas nos brinda una posibilidad inestimable: la de multiplicar nuestra alma y experimentar sentimientos e ideas que sin ellas nos estarían vedadas. Pocos autores actuales nos garantizan este privilegio de modo tan seguro e inteligente como Mario Vargas Llosa. Su obra es ya una nueva Comedia Humana de nuestra modernidad. Si hubiera que resumir su arte en una palabra, yo elegiría: cautivador. Aunque en este caso lo que nos cautiva es lo mismo que nos hace más libres. Fernando Savater

La lectura de los libros de Vargas Llosa es, como dijo el escritor acerca de la literatura citando a Flaubert, una orgía perpetua, una orgía del lenguaje, una orgía de historias y sensac iones, una orgía para todos los sentidos. Guillermo Solana

Vargas Llosa es un maravilloso novelista. De él se puede decir que es capaz de conmovernos con las historias que inventa, de hacernos con ellas más conscientes, de una forma primitiva, inmediata, de nuestra compleja y a menudo dolorosa condición humana. Pero también se debe decir de él que es un intelectual, en el más noble sentido de la palabra, entre los narradores; que leyendo no sólo sus ensayos sino también sus novelas aprendemos a conocer mejor el mundo y su historia, algo que constituye la mejor formación para soportar el presente y afrontar el futuro. Pocos son los narradores que poseen semejante don, el de cabalgar con igual gracia entre lo imaginado y lo real. José Manuel Sánchez-Ron

Admiro en Vargas Llosa la coherente continuidad en su trayectoria, tanto como poeta, dramaturgo, novelista o ensayista. Su espíritu de hombre joven y preocupado por los temas sociales le confiere una personalidad extraordinariamente interesante. Por otro lado, su acercamiento a manifestaciones escultóricas ha dado frutos tan personales e interesantes como su conversación poética, esculpida por la mano sensible y maestra de Manolo Valdés, en la obra monumental de las Tres Damas. Antón García Abril

Afirmaba Henry James que la única obligación que se puede exigir cabalmente a una novela es que cuente cosas interesantes, y Vargas Llosa nunca ha defraudado en este terreno. El regreso a la más pura narratividad es una de las claves de su éxito, pero esto no significa facilidad acomodaticia en lo tocante a la estructuración del discurso novelístico, sino una propuesta que reclama del lector una actitud cooperante. Su técnica narrativa es rica en insólitos recursos para activar la respuesta cómplice de los que lo leemos, y nuestra recompensa nace de su capacidad para fundir realidad y fantasía. Darío Villanueva.

5.10.10

Escrito en Twitter

Cómo con un límite de 140 caracteres se pueden abrir nuevas posibilidades para la creación literaria

foto:Ana Gueller.fuente:adncultura.com

"El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta." Junto a "El dinosaurio", de Augusto Monterroso, éste del estadounidense Fredric Brown es uno de los microrrelatos más famosos jamás escritos. Pero desde que existe Twitter, también es, o podría ser, un tweet .

El surgimiento de Twitter representa una revolución en la galaxia digital, y su impacto abre nuevas posibilidades para la creación literaria. Su historia comenzó en 2006, cuando el informático Jack Dorsey ( @jack ) se propuso desarrollar un servicio web que permitiera enviar mensajes de texto de un máximo de 140 caracteres a distintos grupos de personas, siempre a partir de la respuesta a la sencillísima pregunta "¿qué estás haciendo?". El producto, por entonces llamado Twttr para mantenerse dentro de la exitosa estela cibernética de Flickr (uno de los principales sitios de fotos), comenzó a usarse internamente en Obvious, la compañía donde trabajaba @jack , y ya en marzo de 2007 obtuvo el premio del festival South by Southwest en la categoría de blog . Hoy, a menos de un lustro de distancia de su aparición en la escena global, más de 150 millones de usuarios (300 mil nuevos por día) se conectan a Internet para contar qué hacen, dónde están, qué les gustó y qué vieron a través de la red de microblogging más popular del mundo. El jefe de Gabinete Aníbal Fernández ( @fernandezanibal ) la utiliza para difundir las políticas del gobierno y romper lanzas en favor de ellas; Lady Gaga ( @ladygaga ), para estar en contacto con sus fans y mostrar retazos de su intimidad. Y algunos, a lo largo y ancho del planeta, para experimentar con las herramientas de la literatura.

Como queda claro desde su origen, Twitter se parece más a Facebook que a Madame Bovary , y su espíritu se corresponde con la comunicación más que con la narración o la reflexión. Resulta particularmente útil para contar un incendio en tiempo real, informar de un terremoto o convocar a una manifestación; no parece tan práctico a la hora de imaginar una novela o un cuento. Su mundo es el del contacto -virtual- directo, el de la tiranía de lo cuantificable (visible en el esfuerzo de los usuarios por conseguir seguidores o followers y retweets para cada mensaje o tweet ), y el del "yo performativo" que crece a semejanza de la imagen construida por los propios tweets .

"Al procesar mi experiencia instantáneamente, en Twitter empaqueto mi vida mientras la vivo", apuntó la escritora Peggy Orenstein en su luminoso artículo "I Tweet, Therefore I Am", publicado en The New York Times Magazine . En el mejor de los casos, los tweets son interesantes y pasajeros, por cierto las dos características que Brian Eno reclamó para el ambient , el género de música electrónica que inventara con su disco Music for Airports (1978). En la historia posterior a ese disco, músicos, críticos y hasta el propio Eno coincidieron en que el ambient es, como la mala literatura, insustancial. Y Twitter, paraíso de lo interesante y pasajero, también puede llegar a serlo, tal como Andrés Calamaro denunció en su blog cuando algunos "conectados a la nada" que semanas atrás lo irritaron al extremo de verse obligado a cerrar su cuenta personal. ¿Internet estimula el libre acceso a información valiosa y útil o, por el contrario, promueve la nada generalizada? La nada como vacío o como plenitud: en ambos extremos palpita la experiencia cibernética, y Twitter es uno de los mejores ejemplos de ello.

Tal vez para enriquecer la herramienta con un sentido más denso, desde un primer momento los usuarios vieron en Twitter potencialidades literarias que se expresan en formas de creación, pero también, y sobre todo, de difusión. En este último caso, los ejemplos son innumerables y van de lo más pequeño al novelón de tres kilos. Definido por la brevedad, los 140 caracteres de un tweet son ideales para el haiku, el poema tradicional japonés que consta de unas pocas sílabas; para aprovechar esa longitud, y al mismo tiempo llegar a un público amplio y diverso, Daily Haiku ( @dailyku ) "twittea" diariamente uno o varios haiku de Matsuo Bashô, Yosa Buson, Kobayashi Issa y otros maestros del género. En la vereda de enfrente por estética y tamaño, Rayuela , la gran novela de Julio Cortázar, encontró en el proyecto Tuitilibros ( www.tuitilibros.wordpress.com ) a quienes la "twittearan" a razón de 140 caracteres por día, frase a frase y capítulo por capítulo, en una aventura virtual que parece combinar el folletín, el dadaísmo, el eslogan enloquecido y el e-mail interruptus . A partir de esta experiencia, y después de lo que en el sitio califican como un "éxito rutilante", Tuitilibros prosigue con la twitterización (?) de Cortázar en @62project , donde el libro cortado, pegado y "twitteado" es el ya de por sí vanguardista 62/Modelo para armar .

Biografía de un anfibio

Twitter es un anfibio del mundo virtual, y quizás en esa hibridación haya que buscar el secreto de su encanto. Su identidad se reparte en la combinación de las formas digitales más populares y adopta lo mejor de cada una: el contacto permanente de las redes sociales (a pesar de que no sea una de ellas), la exposición del yo que define a los blogs y la contundente brevedad e instantaneidad del SMS. Aunque no es un buscador (como Google), permite compartir y profundizar una cuestión a través de links , y con "etiquetas" o hashtags instala un tema sobre el que cualquier usuario puede encontrar información o aportar datos y opiniones. Es así como con el sencillo hashtag #librodeldia es posible asistir a recomendaciones literarias de toda clase, en la que cada uno participa de la manera que desee.

Mientras escribo este artículo, veo en mi Twitter que @LectorMetálico recomienda Yo Claudio , de Robert Graves; para @giselakozak es tiempo de leer la poesía de Osip Mandelstam y Anna Ajmátova; @ketzaldie dice que no hay nada como El barón rampante , de Italo Calvino, y los venezolanos reunidos en @queleer llevan varios tweets dedicados a la vida y milagros de Truman Capote. Si quisiera detalles o razones de por qué hablan tan bien de tal o cual título, podría mandarles un mensaje directo (DM) sin ninguna necesidad de conocerlos. También podría recomendarles a @marktwain , quien todos los días escribe una cita del autor de Las aventuras de Huckleberry Finn , o a otros que hacen un trabajo similar, como @kurt_vonnegut o @roberto_bolano , y el Club del Libro Wossy ( www.wossybookclub.com ) en el que @wossy les pide a los miembros que lean un mismo libro a la semana, para luego comentarlo entre todos con frases de 140 caracteres. Las posibilidades de interrelación y búsqueda en red parecen infinitas, y por eso Twitter es muy probablemente la herramienta cibernética más adictiva de todas las que conocemos.

Y es que además, a la inversa de Facebook, Orkut y otras redes sociales, Twitter democratiza el contacto a tal punto que cualquier usuario puede seguir a otro (convertirse en un follower ) sin pedir autorización. Esta nueva forma de intimidad determina que aquellos interesados en la literatura puedan estar al tanto del trabajo, las ideas y los pasos de la creadora de la serie de Harry Potter, J. K. Rowling ( @jk_rowling ), Bret Easton Ellis ( @eastonellis ), Chuck Palahniuk ( @chuckpalahniuk ), Susan Orlean ( @susanorlean ), Neil Gaiman ( @neilhimself ), Margaret Atwood ( @margaretatwood ) y Anne Rice ( @annericeauthor ), entre muchísimos otros. Curiosamente, o no tanto, ninguno de ellos utiliza su cuenta para fines de experimentación literaria, y en sus tweets hablan de tortas de chocolate (Orlean), promocionan biografías que les dedican (Palahniuk), linkean entrevistas que les hacen (Easton Ellis), opinan sobre la mezquita que podría levantarse en la Zona Cero neoyorquina (Rice) o felicitan a otros autores (Atwood); en definitiva nada más ni menos banal que lo que podría "twittear"cualquier hijo de vecino no tan ilustrado. Da la impresión de que las celebridades, literarias o no, se sienten obligadas a formar parte de la red de Twitter, aunque no siempre de la conversación infinita que produce. Como bien apunta Orenstein en "I Tweet, Therefore I Am", Twitter devuelve una imagen en la que la persona pública y la privada se borran, en un movimiento que de paso equipara autenticidad con falsa sinceridad. En ese mundo, ¿quién resulta más creíble? ¿El escritor que se autopromociona o el que aprovecha para contar su gusto por la torta de chocolate? Todo depende de la coherencia con que se sigan las reglas marcadas por ese yo virtual, hecho a la medida de la mirada de los otros. "Si alguna vez vimos que todo el mundo puede ser un escenario, hoy nos queda claro que es un reality show : ya no somos conscientes de la presencia de la cámara, y simplemente hacemos muecas ante ella -señala Orenstein-; pero, cuando todos los pensamientos se exteriorizan, ¿qué ocurre con la perspicacia? Cuando publicamos nuestros sentimientos, ¿qué ocurre con la reflexión? Cuando los amigos se convierten en fans, ¿qué pasa con la intimidad?"

Como el e-mail o las redes sociales, Twitter llegó para quedarse y aún es temprano para responder esas preguntas. Mientras tanto, tal vez convenga recordar que asumir y, al mismo tiempo, cuestionar la innovación técnica es un rasgo inequívoco de nuestra época, y en esa tensión se dibuja el doble rostro de la ambigua relación que los herederos de la cultura letrada establecen con los paradigmas de la cultura digital. Desconfiar por principio de la levedad de los lazos virtuales y rechazar el conocimiento instrumental inherente a Twitter suponen atrincherarse detrás de la muralla letrada; la propuesta de hacer literatura sobre la ola cibernética marca un cruce de ambos universos, quizás un último intento letrado por otorgarle sustento humanista a la matriz tecnológica cuya profundidad tiene forma de red. En esa dirección, sólo la creatividad, la frescura y el desprejuicio son capaces de hacer que el encuentro entre culturas no resulte un verdadero encontronazo.

Tal parece la lección del nigeriano Ben Okri ( @benokri ), ganador del Booker Prize en 1991 por su novela El camino hambriento (La Otra Orilla), quien escribió el poema "I Sing a New Freedom" íntegramente vía Twitter. "La forma debe seguir a la adversidad, y hoy vivimos en tiempos inciertos -ha dicho Okri, para explicar el origen de su poema on-line -; creo que necesitamos un nuevo tipo de escritura que responda a la ansiedad de nuestra época? y esa forma es la brevedad. Mi sensación es que estos tiempos son perfectos para las formas breves y lúcidas. Necesitamos decir más con menos palabras. Mi poema en Twitter trata de responder a esta cuestión, y al sentimiento de libertad." Para "I Sing a New Freedom", Okri twitteó un verso por día, inspirado por las limitaciones de la herramienta. Bajo esas normas, dejó que los 140 caracteres de Twitter permearan su poema, a la caza de una forma literaria que integrara lírica y tecnología. "Le canto a una nueva libertad, / libertad con disciplina", dicen los primeros versos de su poema, y en ellos puede verse tanto al escritor que se siente libre porque acata reglas como al intelectual que reclama un orden para el caos de libertades en conflicto que caracteriza a Internet.

"Psicomagia" y novelas

En las antípodas de Okri, el escritor, tarotista, cineasta de culto, historietista y "psicomago" chileno Alejandro Jodorowsky ( @alejodorowsky ) convirtió su cuenta de Twitter en lo más parecido a un consultorio terapéutico on-line , donde los 140 caracteres de cada tweet alcanzan y sobran para dar consejos "psicomágicos" que pretenden resolver los conflictos existenciales de los usuarios. @alejodorowsky utiliza la herramienta como para lo que se supone que la creó @jack , es decir, para comunicarse a través de mensajes breves, pero con su aporte a mitad de camino entre el chamanismo, la puesta en escena teatral, la condensación literaria y la psicología transforma la conversación "tweetera" en un diálogo multilateral de raíces fantásticas. Para Jodorowsky, como el inconsciente entiende los actos simbólicos como si fueran reales, un hecho real recetado por el "psicomago" podría afectar el inconsciente y permitir que el paciente vea el origen y las razones de sus traumas. Así es que cuando @jamedinapozo le pregunta:

-¿Qué puedo hacer para no sentirme mal cada vez que me enfrento a mis padres por el chantaje emocional al que me someten?

@alejodorowsky responde:

-Cada vez que veas a tus padres oblígalos a recibir de regalo un sobre con dinero.

Y ante el tweet con el que @seirak le dice:

-Tengo 37 años, artritis que me produce dolor en cuello, codos y rodillas y siempre estoy cansado. ¿Qué me recomiendas?

El "psicomago" sentencia:

-Tómate un par de aspirinas y vete a bailar a un club de tango.

Jodorowsky entiende la literatura (en especial, la poesía) como un arte en acción, y adopta la caja de resonancia de Twitter para desde allí lanzar sus dardos teatrales de aspiraciones terapéuticas. Es muy probablemente el escritor "tweetero"de diálogo más activo con los usuarios, y su inclasificable movimiento en Twitter es análogo a la inestabilidad y los cruces que marcan muchos de sus libros, como Donde mejor canta un pájaro , Los evangelios para sanar y Fábulas pánicas . En la era donde buena parte de la industria del libro descansa en la imaginería new age y la autoayuda en todas sus variantes, @alejodorowsky irrumpe en Twitter con la fuerza de una literatura transversal y dialógica, que crece y se desarrolla con la misma intensa brevedad, concisión y, también, superficialidad que parece tan propia del ping-pong digital.

A un lado de las ambiciones de Okri y Jodorowsky, hoy queda claro que la colaboración entre aquellos que no necesariamente se conocen en persona, la "amistad" a varias bandas y el sentido comunitario a escala global ya son monumentos virtuales de nuestra época, que Internet ha estandarizado como nuevos valores contemporáneos. La creación literaria dentro de Twitter no los desconoce y tal vez por eso una de sus principales apuestas sea la "novela colaborativa", proyecto donde la figura del autor único se evapora en nombre de una historia in progress en la que, a veces, cualquiera puede intervenir.

Quizá la más lograda "novela colaborativa" castellana vía Twitter sea El relatweet , inspirada por el periodista español Juan Andrés Muñoz, residente en Atlanta y editor de noticias para CNN en Español, quien el 29 de noviembre de 2009 invitó, bajo su alias "Allendegui" ( @allendegui ), a followers y extraños a construir una historia a partir del siguiente tweet :

"Se despertó sobresaltado, sudoroso entre un hojaldre de sábanas. Extendió la mano, y a tientas encontró el frasco con su pastilla."

Minutos después, desde Toledo, @jverbom avanzaba:

"Al sentir en su mano el suave tacto de la cápsula, volvió a recordar los hechos que lo habían llevado allí".

Y más tarde, @jlori completaba, sentado en su escritorio de Pamplona:

"Un barco demasiado viejo, una mujer demasiado joven y la promesa de un trabajo que nunca llegaría".

El relatweet terminó de escribirse el 4 de diciembre de 2009, menos de una semana después de iniciado, y su escritura demandó 214 tweets . Bajo el hashtag #relatweet , en el proyecto participaron 39 usuarios de la Argentina, Chile, Ecuador, España, México, Perú y Venezuela, y actualmente puede descargarse en formato PDF desde el blog de @allendegui ( http:/www.allendegui.com/el-relatweet/ ). "Cuando uno escribe algo, tiene una idea más o menos clara de cómo se desarrollará el texto -declaró Muñoz en el Diario de Navarra -; pero en el caso de El relatweet , esa expectativa se cambia con cada mensaje. Es muy interesante ver los giros que va dando la historia hacia un lado y el otro y cómo uno adapta sus expectativas a la nueva línea que otro te ha puesto." El relatweet no pasará a la historia grande de la literatura, pero su carácter experimental, lúdico y participativo demuestra que en esa zona híbrida entre el arte tradicional y las nuevas tecnologías hay un territorio apto para la libertad creativa. Una libertad que aquí llega hasta la última página de la ¿novela?, con un final previsto para que el punto definitivo lo ponga el lector-usuario dispuesto a jugar.

El relatweet no es la única "novela colaborativa" escrita en Twitter (entre otras iniciativas comparables, el mexicano José Cohen, @jcohen77 , coordinó El espejo en agosto del año pasado), y la creación colectiva no es el camino excluyente para la literatura hecha con tweets . En castellano, por lo menos dos novelas hechas y derechas utilizaron Twitter como fuerza constitutiva, y ambas -al igual que El relatweet - llegaron desde España. La primera fue Serial Chicken , donde el escritor español Jordi Cervera contó las andanzas de una gallina asesina en @bcnegracast , la cuenta del Festival de Novela Negra de Barcelona, que se llevó a cabo del 1 al 6 de febrero de este año. "He visto muchos crímenes, pero ninguno como éste. No hay nada que justifique la presencia de una gallina en medio de esta ciudad", dice el tweet inaugural de Serial Chicken , que además incorporó links con los lugares de los crímenes (en Google Maps), imágenes de los hechos (con fotos en Flickr) y descripciones de los personajes (con sus respectivos perfiles en Facebook). A diferencia de El relatweet , en Serial Chicken el lector no se convierte en coautor, aunque convive con un dinamismo en red que lo aleja de su espacio tradicional, más próximo a la reflexión pasiva. Un paso más allá de la audacia provocada por @allendegui , el ¿thriller? on-line de Cervera apela al humor y cuestiona la respetabilidad de la literatura con un artefacto resbaladizo, que coquetea con los géneros, la parodia y el cruce de la ficción con las redes sociales sin instalarse en ninguna zona particular.

La otra novela que incorpora la gramática tecnológica a su escritura es No hay perro que viva tanto (EDAF) del andaluz Francisco Balbuena, ganadora del XIV premio de Novela Negra Ciudad de Getafe. No hay perro... tiene tweets en lugar de párrafos e inaugura un camino literario por el que Twitter llega a la obra en papel. "Decidí escribir una novela castiza sobre Madrid y me pareció que emplear un lenguaje novedoso como el de Twitter funcionaría muy bien como contraste. Quería oponer mundos tan dispares como el arcaico y antiguo del Rastro con el moderno de los tweets ", ha explicado Balbuena, quien por cierto utilizó las redes sociales sólo una vez y con un objetivo extraliterario: conseguir pareja. "Pero como vi que ese camino no me conducía a nada, decidí explotar las posibilidades literarias de ese nuevo lenguaje", concluye el autor, quien al día de hoy no tiene Facebook ni Twitter y señala que "el universo de Twitter brinda al escritor maneras muy novedosas de expresarse, con una estructura narrativa que abre otros horizontes".

Por tamaño y espesor intelectual, el tweet parece hecho para la confesión, el noticiero íntimo o el minidiálogo interior. Sin embargo, la amplia mayoría de las experiencias de ficción narrativa en Twitter los utilizan para la anécdota detectivesca insoslayable en el género policial. Mostrar la intimidad con los elementos del thriller : en la intersección de ambas esferas hay un enigma, e investigarlo equivale a preguntarse por los rasgos del futuro. Al menos ésa parece la intención de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, que en abril pasado anunció que archivará todos los tweets del mundo (55 millones diarios), porque los mensajes de 140 caracteres "forman parte de la historia, ya que cuentan la vida de la gente común segundo a segundo". Como quería Borges, para entender el mundo hay que perderse dentro de una biblioteca. O mejor dicho: el mundo es una biblioteca. Pero de tweets .

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