17.8.13

Silva: "Quería hacer una novela negra Made in Spain"

De visita en Buenos Aires para participar en el festival de novela negra BAN!, el autor español nos habló sobre La marca del meridiano, un policial que se ganó el Premio Planeta el año pasado


Hace tiempo ya que la novela negra ha pasado a la respetabilidad, como un viejo barrio peligroso que ha sido gentrificado. Entre las decenas de ejemplos de esta aceptación del género por el mainstream tenemos el último Premio Planeta que fue otorgado a una novela policial: La marca del meridiano de Lorenzo Silva. Esa novela es la séptima en una serie que protagoniza un investigador que es Sargento de la Guardia Civil española, Rubén Bevilacqua. Siempre acompañado por su ladero, Virginia Chamorro, Bevilacqua ha sido llevado al cine, en El alquimista impaciente,  y tiene su propia entrada en Wikipedia.
Silva (Madrid, 1966) estuvo en Buenos Aires como uno de los invitados del festival BAN! (Buenos Aries Negra). Charlamos con él una mañana fresca de la semana pasada en un café a la vuelta de su hotel en el microcentro. Silva tiene vínculos afectivos muy fuertes con el Río de la Plata. Por un lado, Bevilacqua nació en Uruguay. En el plano de la realidad, Silva -a los 19 años, en 1985, ya convencido de su vocación de novelista- le escribió una carta a Ernesto Sábato que fue respondida. Nos cuenta, mientras que desayuna con tostadas con aceite de oliva y un “zumo” de naranja: “En la adolescencia yo leí todo Sábato. Y le mandé una carta no sé por qué exactamente. Tal vez me estimuló ese pasaje en Abaddón el exterminador donde hay una carta.  El me respondió con una carta muy breve, plegada en tres, escrita a máquina. Era una nota de ánimo. Después le volví a escribir cuando publiqué mi primer libro, Noviembre sin violetas en 1995, como para agradecerle. ¡Y el me volvió a escribir! Esa carta la tengo colgada en mi web, si quieres verla.”
Pero volvamos al presente.
Esta novela es parte de una serie. ¿Hay problema si un lector comienza por ésta?
Lo que puede perder quizá es cierto misterio. Hay un detalle que se revela en esta novela que en alguna novela anterior aparece, pero insinuado. Entonces cuando lea esa novela, en lugar de encontrarse un misterio, lo que encontrará es un reconocimiento. Hay mucha gente en España que ha hecho la lectura al revés – o sea en orden cronológico inverso. Parece raro a primera vista, pero en realidad –si lo piensas con detenimiento- tiene bastante sentido narrativo, porque el tiempo realmente funciona en los dos sentidos… El tiempo es muy dúctil en la narrativa, entonces puede funcionar esa lectura para atrás.
¿En qué momento exacto se le ocurrió este personaje, Bevilacqua?
Se me ocurrió en el verano del 94 en Mallorca. Pero lo primero que se me ocurrió fue el crimen, no el investigador. Yo andaba buscando una historia para hacer –por decirlo de alguna forma simple- una novela negra “Made in Spain.” Entonces quería un crimen que sirviera para retratar el país de alguna manera; esto lo encontré en el asesinato de una turista extranjera en Mallorca. Y dándole vuelta a esta historia, buscando el investigador, me dije “Bueno, si aparece una mujer asesinada en una zona rural mallorquina realmente la policía competente es la Guardia Civil. Jamás un guardia civil había protagonizado una investigación policial en una novela española. Jamás. Al principio me parecía raro, pero luego dije, ¿por qué no? Si los guardias civiles investigan crímenes. Y además, en mi carrera como abogado yo había conocido varios. Entonces construí un personaje que estuviera un poco a la medida de esa situación y de ese tiempo.
¿Cuáles fueron los desafíos al armar el personaje?
Lo que yo había observado es que los guardias civiles con los cuales yo me tropezaba ya no eran los guardias civiles de la época de Franco. Con un personaje literario siempre hay que trabajar con su individualidad. Se puede ser Guardia Civil, bombero o barrendero, pero eso no agota la identidad. De hecho la identidad es preexistente a esa condición y muchas veces puede entrar en contradicción con esa condición. Y así fue como yo construí a Bevilacqua. Quería que fuera un individuo peculiar; no quise que fuera un guardia civil típico.
Como han recibido este personaje los del gremio. ¿Tiene lectores dentro de la Guardia Civil?
Si claro, ya son muchos años y hay muchos lectores dentro del gremio. Cuando no eran villanos eran idiotas, o las dos cosas. Siempre fueron caricaturizados. Cuando de repente se encuentran en una ficción haciendo su trabajo, con gente más capaz y gente menos capaz, con gente honrada y gente corrupta, pues su reacción inicial fue de estupor. Estaban acostumbrados a que, en el caso de aparecer en una novela, fuera para ser el asesino, el villano, el torpe o el incompetente. Y bueno, la verdad es que yo tengo muchos lectores dentro de la Guardia Civil y me han dado bastante reconocimiento.
¿La figura del guardia civil es ideológicamente conflictiva?
La Guardia Civil es la institución más valorada en España según las últimas encuestas. Es verdad, que en algunos sectores de izquierda –yo diría, un poco acartonados- puede prevalecer la imagen de la Guardia Civil del franquismo. Pero eso tiene que ver definitivamente con una deficiencia histórica. Porque la Guardia Civil, si pensamos en lo que ha representado en la historia de España en sus momentos más conflictivos – bueno, te podría hablar de muchos, pero te hablo del crucial - ¿Cuál es el crucial? El 18 de julio del 36. ¿Tú sabes por qué no cayó Barcelona el 18 de julio del 36? Porque la defendió un general de la Guardia Civil, con todos sus guardias. ¿Sabes lo que le pasó al general ese al final de la guerra? Franco lo fusiló. Y era del mismo pueblo que Franco. ¿Sabes lo que pasó en Málaga? Pues que el ejército se sublevó y la guardia civil no se sublevó, reprimieron al ejército, y conservaron Málaga para la República. ¿Sabes lo que pasó en Valencia? Exactamente lo mismo. ¿Sabes lo que pasó en Madrid? Exactamente lo mismo.
Lo que pasa es que eso mucha gente no lo sabe. Y, ¿por qué defiende la República la Guardia Civil? La razón es muy sencilla. Lo que tenía en su código de honor no era sublevarse. Todo lo contrario. No era atacar la ciudadanía. Todo lo contrario. Unos se sublevaron también, pero fueron una minoría. 
En todo caso esto es la historia. La Guardia Civil desde hace 40 años esta a las ordenes del régimen democrático al que jamás ha desobedecido en nada, salvo un golpe de estado que dio un guardia con 80 guardias engañados. Mientras, los otros 70.000 defendieron el gobierno. Todo el mundo saca la foto de Tejero, pero hay que sacar la otra foto, de los otros 70.000 que lo que hicieron fue detenerle. Esa foto no ha salido nunca, pero hay que tenerla en cuenta.
Cambiando de tema, ¿Cuándo nació su vocación de escritor y cómo la fue desarrollando?
Yo escribo literatura desde los 13 años, realmente. Fue una especie de descubrimiento. Desde que escribí mi primer relato, no paré. A los 15 años ya estaba escribiendo novelas. La primera la conseguí terminar a los 17, pero a los 15 ya estaba escribiendo novelas.
¿Están en cajones?
Si, si. No son buenas, pero yo con 18 años podía escribir una novela de 300 páginas. Ya tenía una vocación muy clara de novelista. Pero también tenía una suposición muy clara. Que era que esto jamás me iba a dar de comer. Que jamás me iba a dar de comer. Entonces necesitaba otra profesión. Entonces estudié derecho. No era mi vocación, pero me ha sido muy útil, lo tengo que reconocer. Pero siempre seguía escribiendo.
¿Para cerrar: si tuviera que elegir tres novelas centrales de la novela negra, cuales serían y por qué?
Lo tengo bastante claro. La primera referencia para mi sería El largo adiós, de Raymond Chandler. Para mi El largo adiós es la novela negra modélica. Es como contar una trama criminal, como plantear un elenco de personajes, como crear una atmósfera, y después, como darle a todo eso una escritura que es una de las mejores prosas del Siglo XX. Ese es modélico. Chandler te enseña que para escribir una novela negra no hay que escribirla a patadas. Que se puede escribir con elegancia lingüística.
Segundo. Hay un personaje que es muy interesante, aunque no fascinante para mí, que es el criminal. El criminal no me fascina, pero me interesa. No me fascina porque tengo siempre la sensación (y no la tengo caprichosamente, he conocido a criminales) –tengo la sensación de que el criminal siempre es una persona con una carencia. Le falta algo. O mentalmente o personalmente o afectivamente o culturalmente o psicológicamente – o en todos esos aspectos. Y lo mejor para ver eso es El asesino dentro de mí de Jim Thompson. No hay otro libro comparable para eso.
Y por último, para ver la época contemporánea y para ver realmente lo que es la batalla contra el crimen organizado –y en parte el personaje que me falta, que es el del policía, o el que intenta hacer cumplir una ley- es El poder del perro de Don Winslow.

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