11.9.10

Ricardo Piglia: "El escritor existe para crear problemas"

Según La Vanguardia, el escritor argentino ha escrito una de las novelas del año, Blanco nocturno
NEGRO. "La novela negra me sirve para superar la dicotomía entre alta y baja cultura" dice Piglia en esta entrevista en España.foto.fuente: Revista Ñ

Ricardo Piglia (Adrogué, Buenos Aires, 1940) ha escrito una de las novelas del año, Blanco nocturno (Anagrama). Como todas las grandes novelas, incuba en su interior múltiples niveles de lectura. Empieza como si Chandler y Faulkner se encontraran en la pampa gaucha de Martín Fierro y después, como en los filmes de David Lynch o de los Coen, un detalle procedente del mundo de los sueños activa un mecanismo que le da un giro insospechado. Hay una lectura lineal de novela negra (las gemelas y el coronel de El sueño eterno), otra platónica sobre las trampas de la percepción de la realidad, una más sobre la construcción de los procesos narrativos, y aun guiños a la realidad argentina (campo/ciudad) y, para fanáticos literarios, el juego de adivinar sus citas y mensajes criptados.

Es su primera novela en trece años desde Plata quemada y en ella regresa su personaje Emilio Renzi. ¿Ha tenido muchas versiones?
Sí, aunque no es que me haya pasado trece años escribiéndola: la dejaba y la iba retomando. Siempre había querido escribir sobre un primo mío (Luca) que se había esforzado por mantener una fábrica de objetos imposibles y que de chico me construía juguetes fantásticos. Una vez me hizo un Nautilus de Julio Verne. En este sentido era una artista, porque no tenía en cuenta su utilidad. En una segunda versión, Renzi espiaba a su vecina (la pelirroja Sofía) y esta le conducía a Luca, en la época de la guerra de las Malvinas. Todo era muy cerrado. Después la novela se fue abriendo, con Luca como eje central y el resto girando a su alrededor.

No es la primera vez que utiliza la novela negra.
Me sirve para superar la dicotomía entre alta cultura y cultura popular. Es una máquina de narrar. Supone una investigación de algo que el investigador no acaba de entender y que averigua a medida que va narrando. No impone su visión del mundo, sino que vacila ante lo incierto y plantea hipótesis que le permiten descifrar la realidad.

Si cambiamos investigador por escritor, le estamos definiendo.
Pero eso está en la tradición argentina, Borges, Onetti, Felisberto Hernández... Junto a Luca, el otro personaje es Croce, un detective atípico, que descifra los crímenes por intuición. Es el detective irracional, contrapunto del detective clásico, que es racional. Pertenece a aquella especie de sospechosos de demencia.

Croce, seguro que el nombre no es casual.
Sí, procede del sargento Cruz, el sargento que se pasa a Martín Fierro admirado por su valentía.

En sus novelas hay elementos que se repiten, el jockey que dispara, las gemelas...
Ya sé que empieza igual que Plata quemada, pero uno nunca se da cuenta de sus propias obsesiones. Mi reto es el de que cada novela sea distinta a las anteriores. El único ancla que me permito es la presencia de Renzi, un pie en tierra, en todas ellas. Y sobre las gemelas me interesaba crear personajes que no están en las novelas argentinas, donde las mujeres suelen ser pasivas, mientras Ada y Sofía Belladona son activas, ponen en marcha el motor de la trama.

Hay otro elemento que se repite a conciencia en sus novelas: la traición. En Blanco nocturno hay muchas. Incluso la de Luca, que mantiene la fidelidad a sus sueños, pero traiciona sus principios.
La traición tiene un interés narrativo extraordinario. Ofrece un efecto de cambio inmediato en la percepción de la realidad. Tú creías una cosa y ahora la ves de forma totalmente distinta.

En la novela hay un momento a partir del cual todo cambia. Es cuando Croce dibuja un trampantojo, un pato que, según se mire, es también un conejo. Y Renzi cree oír a un gaucho la palabra metempsicosis, como la Nora del Ulises.
Sí. Tiene que ver con la herencia, la familia, en este caso, los abuelos, como un tipo de mandato, una metáfora persistente de ese mundo del más allá.

Para leerle hay que ir más allá del sentido literal. Están las máquinas de Roussel hechas de sueños, los circuitos de enigmas y secretos...
Sí, pero teniendo en cuenta que el enigma puede llegar a descifrarse con paciencia, pero al secreto sólo accedes si se te revela.

Y está la relación con la verdad...
Lo planteo con una cita bíblica, el pasaje en que Poncio Pilatos hace de Derrida y pregunta a Cristo "¿Pero qué es la verdad?". Este es el verdadero asunto de la novela, La verdad entre comillas. Yo dejo el final abierto para que el lector elija. Puede que el asesino sea el que dice Croce, o no.

En el debate eterno sobre realismo/formalismo, usted ha conciliado los dos extremos.
Conciliar, no. Los he puesto en tensión. Es la teoría de Barthes,la teoría del ni-ni. Ni una cosa ni otra, sino la tensión entre realidad y ficción, verdad y falso, información y verdad. De ahí el título Blanco nocturno, lo oscuro o lo hermético y lo claro.

¿Qué opina sobre el retorno del realismo como discurso hegemónico?
El escritor existe para crear problemas. Y siempre quedaremos unos cuantos que nos neguemos a aceptar que sólo existe un mundo inmediato con un orden fácilmente comprensible.

Ricardo Piglia contesta preguntas de sus lectores

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