28.5.12

Dragnic: "La primera reacción al acabar de escribir la novela fue llorar"

Cada día, cada hora, una ópera prima que ha conseguido ser la historia del año en veintiocho países, llega a la península

Natasa Dragnic, en su casa de Berlín. foto: Mirko Waltermann. fuente:hoy.es
Una novela comparada con superventas como 'Contra el viento del norte', de Daniel Glattauer, o 'La soledad de los números primos', de Paolo Giordano y una historia de amor convertida en fenómeno editorial tras su publicación en 28 países. Esas son las primeras credenciales de 'Cada día, cada hora', el debut de la escritora croata Natasa Dragnic.
Afincada en Alemania desde 1994, el nombre de esta autora titulada en Diplomacia en Zagreb y Berlín ya estaba en boca de algunos expertos en la anterior Feria del Libro de Madrid. No se equivocaron al augurar su éxito, que viene de la mano de Luka y Dora, dos amantes que, desde niños, saben que lo son todo el uno para el otro. Pero el destino se empeñará en separarles y unirles en diferentes encuentros fugaces a lo largo de sus vidas.
Ahora, y tras dos años de andadura, 'Cada día, cada noche' llega por fin a las librerías españolas. Una historia que, en palabras de su autora, 'es la de todos y cada uno de nosotros'.
-¿Cómo le hace sentir su más que sorprendente debut?
-Hace casi dos años que todo comenzó y desde entonces busco una palabra para definir cómo me siento. Es un poco como estar enamorado, y a veces incluso mejor.
-Nunca es fácil llegar tan alto, ¿cómo fueron sus comienzos?
-Es una historia muy larga... En los años en los que viví en Croacia escribí mucho, pero solamente para mí. Nadie leyó mis textos, que fueron como un diario literario y se quedaron en un cajón. Después me mudé a Alemania y comencé a escribir, pero tras un intento aficionado de publicar una novela sin éxito abandoné la idea.
-Hasta que llegaron Dora y Luka, los protagonistas de 'Cada día, cada hora'.
-Efectivamente, cuando inicié la historia de esta pareja tomé una decisión: esta vez lo haría bien. Así que me informé sobre las editoriales, sus programas, etcétera. Empecé a desarrollar mi 'net-working', encontré a mi agente literario y...¡el resto se parece ya a una película de Hollywood!
-Asistimos en su novela a todo un homenaje a Pablo Neruda. Algo significará, ¿no?
-Eso tiene mucho de autobiográfico porque sus 'Cien sonetos de amor' fue el primer libro que yo compré con la paga que me daban mis padres cada mes. Sentí entonces como si él los hubiera escrito para mí: una chica siempre enamorada y nunca correspondida. Sus versos fueron un bálsamo para mi corazón herido.
-¿También vivió la guerra, como le sucede a Luka?
-Sí, pero tuve mucha suerte porque no perdí nada ni a nadie. Viví los bombardeos en Zagreb trabajando en una escuela. Era difícil a veces por los niños, pero todo el tiempo tuve la sensación de que era algo irreal. Creo que quizá por eso no lo siento como parte de mi vida.
-Casi tres años 'conviviendo' con unos personajes creados por usted, ¿cómo se sintió al acabar la novela?
-La primera reacción después del punto final fue llorar. Me sentí vacía y desorientada. Es como perder a tus mejores amigos, a tus hijos. No fue un sentimiento agradable, pero imagino que es normal. ¡Tanta energía compartida y de repente tan sola!
-Al menos, siempre le quedará ese amor. ¿Imagino que para usted es importante?
-El amor es la vida misma y sin él no hay vida. El que viven Dora y Luka es el eterno, sin barreras ni fronteras temporales o espaciales. Ese amor es un anhelo, el más primitivo y el más natural, el que todo ser humano busca a lo largo de su vida.

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