9.1.14

El arte de leer y el arte de escribir

"Los intereses de un escritor y los de sus lectores no coinciden jamás, y si lo hacen, sólo puede tratarse de un afortunado accidente". (Aunque también habría que decir que a veces coinciden demasiado)

Portada. El arte de leer de W .H. Auden, de Lumen./elmundo.es
Escribe W. H. Auden en El arte de leer.
"Un mal lector es como un mal traductor: es literal allí donde tendría que parafrasear y parafrasea allí donde debería leer literalmente". (Un lector no debiera ser un traductor, sino alguien capaz de escuchar lo que le están diciendo y para eso hay que saber lo que está escrito. En comparación, traducir siempre es fácil y el vicio más a mano).
"Cuando se trata de lectura, la erudición, valiosa como es, importa menos que el instinto: grandes estudiosos han sido pésimos traductores". (Me temo que la erudición no es ni más ni menos valiosa, sino un obstáculo a la lectura. Otra cosa es el conocimiento).
"A menudo obtenemos un gran provecho leyendo un libro de un modo distinto al que pretendía su autor, pero eso solo sucede (superada la infancia) si nos damos cuenta de que eso es justamente lo que estamos haciendo". (Vale. Aunque estaría bien definir "provecho").
"Una señal del valor literario de un libro es que pueda leerse de varias maneras distintas. A la inversa, la prueba de que la pornografía no posee el menor valor literario es que, si intentamos desviar nuestra lectura del estímulo sexual -si, por ejemplo, pretendemos leerla como si fuera un informe psicológico de las fantasías sexuales del autor-, nos aburrimos hasta las lágrimas". (No me imagino que se pueda leer un libro de varias maneras, salvo que sean varios libros o salvo que de nuevo leer sea traducir. Sí, hay varias traducciones, pero en la "Metamorfosis" de Kafka es conveniente saber que alguien se ha convertido en un horrible insecto, y que eso no es un sueño ni una alegoría ni una metáfora de su tiempo, sino un hecho. En cuanto a la pornografía, no sabía que alguna vez hubiera pretendido ser literatura).
"El disfrute no es, en ningún caso, una orientación crítica infalible, pero es la que yerra menos". (El disfrute no es una orientación crítica, a secas).
"Entre los veinte y los cuarenta, el signo inequívoco de que alguien posee gusto literario es que no esté seguro de tenerlo. Después de los cuarenta, si no nos hemos perdido por completo a nosotros mismos, el placer puede volver a ser lo que era en la infancia: la guía más apropiada de lo que deberíamos leer". (Creo que los únicos que no están seguros de tener gusto literario son los que no leen. Por lo común, el lector habitual siente que lee bajo algún criterio o principio. En cuanto a las estratificaciones por edad, hay que decir que la experiencia de cada cual tiene su propio calendario. Y en cuanto a volver a la infancia, de acuerdo, siempre y cuando por el camino se haya aprendido algo).

El arte de escribir

Sigamos con Auden, ahora con el arte de escribir:
"En teoría, el autor de un buen libro debería permanecer en el anonimato, puesto que es su obra, y no él, la que es digna de admiración". (Cabría incluso que la notoriedad y la fama actúen como sistemas compensatorios de la mala literatura).
"A veces, la fama envanece a un escritor genuino, pero rara vez consigue que se sienta orgulloso". (Seguramente, porque la fama es lo contrario del orgullo).
"Para un escritor, la popularidad universal sólo sería deseable si la imaginación y la inteligencia se repartieran equitativamente entre las personas". (De lo que se infiere que el escritor ha salido excesivamente bien parado de ese reparto).
"Muchas personas estarían dispuestas a admitir que no entienden de pintura o de música, pero muy pocos, habiendo asistido a la escuela y aprendido a leer anuncios publicitarios, aceptarían que no entienden su propia lengua. Como decía Karl Kraus: `Los lectores no entienden alemán, pero soy incapaz de explicárselo en idioma periodiqués´". (Efectivamente, hay que aceptar que son muy pocos los que entienden la lengua que hablan. Lo que sale muy comprometido de ese hecho indiscutible es la labor del escritor).
"¡Qué buena suerte la del matemático! Solo lo juzgan sus pares". (Habría que preguntarle a los matemáticos, pero, en todo caso, y por tanto, lo que se produce en literatura no es juicio, sino otra cosa, quizá una variante de la maledicencia).
"La mayoría de la gente disfruta al ver su propia caligrafía, igual que gozan del olor de sus pedos. Por más que deteste la máquina de escribir, debo admitir que favorece la autocrítica. La escritura mecanográfica es tan impersonal y tan desagradable a la vista que, en cuanto paso a máquina un poema, de inmediato descubro fallos que me habían pasado desapercibidos en el manuscrito. En cuanto a los poemas ajenos, la prueba más implacable que conozco es copiarlos a mano. El tedio que esto supone garantiza que el más mínimo defecto salga a la luz". (También es cierto que hay otros que al ver su trabajo mecanografiado pasan a considerarlo un clásico, precisamente por esa extraña objetividad que producen los tipos homogéneos de la imprenta. La enfermedad asociada es que la gente no quiere escribir, sino publicar, y las máquinas ofrecen un primer atisbo de la institucionalización del propio escrito).
"Cuando un crítico describe un libro como `honesto´, uno sabe inmediatamente: a) que está lejos de ser sincero (que es sinceramente insincero), b) que está mal escrito". (O que el crítico ha recibido honestamente sus honorarios).
"La conciencia social es más peligrosa para la integridad de un escritor que la codicia. Moralmente, es menos desconcertante que lo engañe a uno un viajante que un obispo". (La conciencia social si se lleva como una bandera no es distinta de la codicia. Y la conciencia pública le interesa tanto a un escritor como a un viajante o a un obispo, y por las mismas razones).
"Solamente un talento menor puede ser un perfecto caballero; un talento mayúsculo siempre tiene algo de sinvergüenza. De ahí la importancia de los escritores menores... como ejemplos de buena educación". (Si Auden levantara la cabeza vería en qué se ha convertido el panorama: todos los escritores quieren ser caballeros de las armas y las letras, todos quieren su reputación y su pensión de la Corona).
W. H. Auden en El arte de leer (Lumen, edición de Andreu Jaume y traducción de Juan Antonio Montiel).

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