21.5.10

Las lecciones de Lampedusa

"El último de su estirpe, el magnífico y desconocido escritor, se había sentado en el café Mazzara a componer su única y exigua obra maestra, la quintaesencia de una época, una clase, una cultura siciliana desaparecida"

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Giuseppe Tomasi di Lampedusa, autor de El Gatopardo

En Medianoche en Sicilia, uno de los mejores libros sobre la isla italiana, es más, uno de los mejores libros de viajes de los últimos años, el australiano Peter Robb dedica unas páginas estupendas a Giuseppe Tomasi di Lampedusa, el aristócrata italiano que pasó a la historia de la literatura por una sola novela, El gatopardo. "El último de su estirpe, el magnífico y desconocido escritor, se había sentado en el café Mazzara a componer su única y exigua obra maestra, la quintaesencia de una época, una clase, una cultura siciliana desaparecida", escribe Robb, que recrea un encuentro literario en Milán, en pleno verano, al que Lampedusa acudió con su primo, los dos con chaleco abotonado, sombrero, bastón. El noble siciliano escribió muy poco más: unos cuentos y unos cuantos ensayos literarios, que ahora está rescatando la editorial Nortesur. Primero editó Shakespeare --una obra sobre la que Enrique Vila-Matas publicó un estupendo texto en Babelia--, y ahora acaba de sacar a las librerías Byron.

Se trata de libros cortos, que no llegan a las 100 páginas, y son una auténtica delicia. No sólo por la sencillez con la que Lampedusa despliega sus conocimientos literarios, sino por cómo se transparenta su propio mundo, ese universo en el que todo tiene que cambiar para que todo siga igual que retrató con tanta emoción Visconti en su versión cinematográfica. En el caso de Byron también representaba el final de una estirpe, pero, por otro lado, era el opuesto vital de ese príncipe austero, tímido, encerrado en su extraña vida, que con tanta precisión retrató David Gilmour en El último Gatopardo.

En un pasaje del libro, Lampedusa recuerda uno de los textos más famosos de la obra de Byron. "A la media hora de encontrarse en un hotel de Dover, escribió este apunte que es su gran confesión y, al mismo tiempo, el manifiesto del romanticismo: 'El gran objeto de la vida es la sensación. Sentir que existimos, aunque sea en el dolor. Es este vacío insaciable el que nos empuja al juego, a la guerra, a los viajes, a todo tipo de actividades desordenadas, pero intensamente sentidas, cuyo atractivo principal es la agitación inseparable de su realización", escribe.

Como ocurre con El gatopardo, de la que Edhasa editó recientemente una traducción de la edición definitiva (aunque también hay ediciones de bolsillo más baratas y bien traducidas en Cátedra, Alianza y Espasa Calpe), las lecciones de Lampedusa van mucho más allá de la literatura. 

Por: Guillermo Altares

foto.fuente: papelesperdidos

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